Galicia remonta, pero sigue empantanada en el furgón de cola de una selectividad sin reformar

Aunque la media llega a 6,55, solo Baleares registra un dato más bajo

Está en la retaguardia en Lengua Castellana, Inglés o Arte

Alumnado excelente en la ABAU homenajeado el pasado año.

Alumnado excelente en la ABAU homenajeado el pasado año. / Xoán Álvarez

Carmen Villar

Carmen Villar

Aunque la ABAU de este curso incorpora cambios en asignaturas, como la elección entre Historia de España e Historia de la Filosofía entre las materias obligatorias para ajustarse al nuevo currículo de Bachillerato, en lo que respecta al formato y a la posibilidad de que el estudiante escoja las preguntas que quiere responder, será similar a la institucionalizada tras la pandemia. Y eso pese a que en teoría el Gobierno iba a iniciar este curso un proceso de reforma hacia un modelo más competencial que al final quedó aplazado a 2025. Una de las razones que motivaron a abordar un cambio en el examen que dirime quién entra y quién no en cada facultad son las críticas constantes sobre un modelo que, según la Xunta, genera “desigualdades”. Galicia lleva tiempo reclamando una prueba única, o al menos homogénea, “con el mismo nivel de exigencia de los exámenes y de los criterios de corrección para dar igualdad de oportunidades al alumnado en el acceso a la universidad, porque entiende que los alumnos gallegos salen perjudicados en el actual.

El año pasado el sistema fue el mismo y el alumnado gallego no se movió de la cola, el lugar que ocupa en los últimos años a pesar de un progreso mínimo, pero constante, que solo se truncó en 2022. Los resultados de la ABAU recién publicados por el Ministerio de Universidades, si bien reflejan que el alumnado gallego ha logrado arañar 0,14 puntos más –hasta el 6,55, pero aún por debajo del tope de 2021– que en la selectividad previa, ubican a Galicia de penúltima en la nota media obtenida de quienes lograron el apto en la fase obligatoria –donde se examinan de las tres Lenguas, Historia de España y la materia de modalidad–.

Solo Baleares, un año más también en la misma posición de cierre del listado, registra un dato más bajo, con 6,21, tres décimas menos. Casi siete, en cambio, separan a Galicia de la autonomía líder, Cantabria. Castilla y León, que el año anterior ocupada el podio, retrocede al cuarto puesto.

Los datos de PISA

Precisamente Castilla y León y Galicia eran las comunidades que solían liderar los datos de PISA. La primera todavía se mantiene, aunque Galicia, que aguanta en Ciencias, ha retrocedido varios puestos. Hasta ahora la Xunta solía recurrir a los resultados del test de la OCDE para advertir que unos territorios tenían una ABAU con distinta dificultad que otros. La misma sensación tenían en Castilla y León y surgieron estudios que analizaban si un estudiante de esa comunidad que aspirase a estudiar Medicina se veía perjudicado en el sistema de acceso.

El mal resultado de los gallegos en general varía si se examinan las asignaturas que conforman la parte obligatoria en detalle. En las lenguas, el desempeño de los preuniversitarios se encuentra en el furgón de cola en comparación con sus compañeros de pupitre de otras autonomías. En el caso de Lengua Castellana y Literatura, la media de los aprobados en la convocatoria ordinaria es de un 6,97, exactamente igual a la de un año atrás, y ubica a los gallegos de segundos por la cola, con los baleares detrás. Hay una mejoría, porque en 2022 habían ocupado el último puesto junto al País Vasco. En Inglés sube una posición, hasta la antepenúltima, con un 7,06. Baleares repite en el final y de penúltima se cuela La Rioja. En lo que respecta a la lengua cooficial, los gallegos alcanzan un mejor desempeño, con un 7,23 de media. Baleares y Cataluña anotan peores datos. En Historia de España, que hasta ahora no competía con Historia de la Filosofía, los gallegos registran el sexto peor resultado (7,56), por debajo del 7,65 de media estatal.

Fundamentos del Arte es otra de las que más se le atragantan al alumnado. Aunque la nota es de notable, 7,05, es la más baja del país. Lo contrario, en cambio, ocurre con el Latín y las Matemáticas, en especial las Aplicadas a Ciencias Sociales. En el Latín, Galicia es la quinta, pero la media llega al 7,78. También son quintos en Matemáticas (con un 7,86) y su punto más fuerte son las Matemáticas Aplicadas, donde sobrepasan la barrera del 8, con un 8,11, y solo Extremadura les supera (con un 8,29).

Cuatro veces más aprobados raspados que sobresalientes

Un 15,5 por ciento del alumnado que supera las pruebas –es decir, que es declarado apto por la CiUG– lo hace por los pelos, con una nota que oscila desde el 4 –el umbral inferior mínimo– a un 5 como tope. El porcentaje está 4,4 puntos por encima del estatal, aunque no es Galicia la comunidad con un mayor peso de estudiantes en esta franja de notas: en Baleares, la que despunta por arriba, son casi uno de cada cinco preuniversitarios los que consiguen superar el examen “raspado”. El estudiantado que recibe luz verde para acceder a la universidad con un 5 de máximo cuadriplica a quienes se sitúan en el extremo alto y logran calificaciones situadas entre un 9 y un 10, que es el tope que se puede alcanzar en la fase general, sin recurrir a la voluntaria o específica, que es la que permite sumar hasta cuatro puntos más y que resulta imprescindible ya para entrar en medio centenar de carreras en Galicia. En porcentaje, el alumnado de sobresaliente es un 3,69 por ciento entre los aptos de la ABAU, el cuarto más bajo del Estado. Por detrás de los gallegos estarían los aragoneses (3,66%), los catalanes (3,41%) y, otra vez, los baleares (1,84%). Sin embargo, en Asturias, Cantabria, Extremadura o Murcia logra ubicarse en la franja más alta de las calificaciones uno de cada diez aspirantes. La ABAU rebaja los logros de muchos alumnos de sobresaliente. Lo demuestra el hecho de que en Galicia casi uno de cada cinco jóvenes que acaba el Bachillerato lo hace con una media de 9 a 10 (el 18 por ciento) y en cambio, en la selectividad solo revalida esa marca un 3,7%, una cifra casi cinco veces inferior.

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