Galicia, sitio distinto

El 18-F evidenció que la movilización no solo favorece a la izquierda, que las campañas son importantes y que los gallegos votan en clave autonómica

Rueda decide estos días el grado de renovación de su Gobierno con el recuerdo de la minicrisis de los pélets

El BNG debe resolver hasta donde llegarán sus cesiones ideológicas para crecer en apoyos y tener opciones de gobernar

Montaje con una imagen de Ana Pontón, Alfonso Rueda y J. R. Gómez Besteiro, en el debate de TVG.

Montaje con una imagen de Ana Pontón, Alfonso Rueda y J. R. Gómez Besteiro, en el debate de TVG. / X. Álvarez / FDV

Irene Bascoy

Irene Bascoy

Siete días después de las elecciones autonómicas que han brindado la primera mayoría absoluta a Alfonso Rueda, con más del 47% de los votos, que han encumbrado a la nacionalista Ana Pontón como alternativa indiscutible al PPdeG y han inflingido una dura derrota a los dos partidos en el Gobierno de España (PSOE y Sumar), ya podemos extraer algunas lecciones y fijar algunos retos. Empezamos con las lecciones.

La importancia del partido

Sin una militancia organizada y disciplinada no se pueden ganar elecciones. Por eso no es casual que un exultante Alfonso Rueda arrancara su discurso en la noche electoral agradeciendo al partido la aplastante mayoría absoluta conseguida. Y lo mismo Ana Pontón, que no logró su gran objetivo, apartar al PP de la Xunta, pero sí consolidarse como la alternativa a Rueda. Fracasaron José Ramón Gómez Besteiro (PSdeG), Marta Lois (Sumar) e Isabel Faraldo (Podemos), porque el PSdeG tiene una estructura orgánica débil y Sumar y Podemos carecen directamente de ella. En momentos convulsos, críticos y de tensión social, pueden surgir alternativas que sin aparato (como en su momento fueron los morados) capten el descontento de la ciudadanía. Pero sin una militancia organizada y coordinada, los éxitos en las urnas no se sostienen en el tiempo.

El líder del PPdeG sabe que blindó la mayoría absoluta al perder solo dos escaños (en total 40) en muy buena medida gracias a la robusta organización con que cuenta el PPdeG. Solo el domingo dispuso de 10.003 apoderados e interventores en los colegios electorales, los mismos que trabajaron para movilizar a los electores del PP en los días previos, habida cuenta de que su campaña arrancó con mal pie. Tras una precampaña en positivo, dando a conocer al candidato, los populares centraron el tiro en Pedro Sánchez. Hasta que las encuestas les advirtieron de que los socialistas ya estaban hundidos y el enemigo a batir era el BNG.

Un ecosistema propio

Galicia es sitio distinto ya nos cantaban Os Resentidos a finales de los ochenta. Y el 18-F lo volvimos a comprobar. Por eso las estrategias deben diseñarse aquí, y no en Madrid. La amnistía que tantos votos puede restar en la capital, claro que ha desgastado la marca PSOE, pero no ha sido tan decisiva en estas elecciones. Si no, ¿por qué el BNG, un partido nacionalista proamnistía por ADN y convicción, gana seis diputados, mientras el PSdeG, que es proamnistía por necesidad, pierde cinco escaños? Tampoco funcionó la campaña orquestada desde Ferraz, pensando que Pedro Sánchez y sus ministros podían provocar un revulsivo. Un ejemplo basta para explicarlo: el presidente del Gobierno anunció el 24 de enero en Ferrol en una visita a los astilleros de Navantia un nuevo encargo, un buque logístico. ¿Valió de algo? Los socialistas en la ciudad pasaron de casi el 20% de los votos en 2020 al 15% el domingo. No se puede subestimar a los electores.

Una buena campaña

Los resultados del 18-F no se pueden explicar sin la campaña. Fue decisiva para generar una movilización del 67% del electorado, diez puntos más que hace cuatro años. La mejor campaña, reconocido por unanimidad, ha sido la del BNG. Logró hacer creer a los suyos y a los que no lo eran que el cambio era posible. Resultado: los votantes progresistas concentraron el voto en torno a Pontón. Así se entiende en parte el descalabro del PSOE, Sumar y Podemos.

La movilización de los electores

Vuelve a caer el axioma de que a mayor movilización, más posibilidad de victoria de la izquierda y que una elevada abstención favorece a la derecha. Ya pasó en las elecciones autonómicas de Madrid, cuando Pablo Iglesias se presentó para derrotar a Isabel Ayuso. El que se marchó para casa fue el fundador de Podemos. Hace siete días, los votantes de izquierda y derecha en Galicia se acercaron a las urnas en masa. Y, pese a perder dos escaños, Alfonso Rueda sumó casi 73.000 votos más que Alberto Núñez Feijóo cuatro años antes. Y la izquierda ganó 90.000 papeletas. En concreto el BNG, por el trasvase de votos, engrosó su hucha de votos en casi 156.000.

La izquierda se movió porque entendió que había opción de cambio en la Xunta y la derecha reaccionó ante el temor de que los suyos tuvieran que hacer la maleta de San Caetano. El PP también se benefició de otro temor para atraer apoyos: ver a una nacionalista en la Xunta.

Los votos son de los ciudadanos

El PSdeG intenta explicar parte de su derrota por la fuga de votos al BNG, pero primero, los votos no son de los partidos, son de los ciudadanos, y cada vez más los electores son volátiles. Y esto también debe asumirlo y entenderlo el Bloque, que se defiende explicando que ellos han crecido ocho puntos y el PSdeG ha caído cinco puntos. Es decir, los nacionalistas también han pescado en otros caladeros, especialmente entre los jóvenes que se estrenaban en las urnas.

En la izquierda en Galicia, los vasos comunicantes siempre han funcionado a las mil maravillas. Ahora, los nacionalistas tienen casi el 32% de los votos y el PSdeG, el 14%, pero es que en 2005, cuando Emilio Pérez Touriño logró hacerse con la Xunta, eran los socialistas los que se quedaban con casi el 34% de la tarta electoral, y el BNG de Anxo Quintana, con el 19%. Y en la época de esplendor de Xosé Manuel Beiras, el Bloque tenía el 25% de los votos y el PSdeG acariciaba el 20%.

Los votantes van y vienen. Sobre todo en la izquierda, porque tienen una oferta plural. Hasta ahora el PP ha sabido aglutinar a todo el espectro del centroderecha. Ni Vox ahora ni Ciudadanos antes le han hecho un agujero en la bolsa de votantes.

LOS DESAFÍOS

¿Cuánto durará la era Rueda?

El sucesor de Feijóo, que ya no heredero, ganó el domingo sus primeras elecciones y la victoria fue tan contundente, que su propio jefe de filas lo encumbró como barón y le puso nota a su trabajo,:“matrícula de honor”. Fraga y Feijóo lograron cada uno cuatro mayorías absolutas, ¿cuántas sumará Rueda? El PPdeG gobierna Galicia desde 2009. Son quince años y ahora encadenará cuatro años más. El poder no parece desgastar a los populares en Galicia.

El nuevo Gobierno

Rueda ya le está dando vueltas a su próximo gabinete. Será la primera Xunta cien por cien suya. Con 700.000 votos a sus espaldas, tiene autoridad y legitimidad para hacer y deshacer a su antojo. ¿Hasta dónde llegará el grado de renovación? Los populares dan por supuesto que habrá cambios porque el Gobierno que tiene es heredado en su mayoría de Feijóo. Dirigentes consultados por este diario piensan que tienen más opciones de renovar por cuatro años los nombrados o promocionados por él: Angeles Vázquez a quien elevó a vicepresidenta, María Jesús Lorenzana a quien pasó de Emprego a Industria y a los nuevos conselleiros de Mar y Emprego, Alfonso Villares y Elena Rivo, llegados ante la marcha para Madrid de Francisco Conde y Rosa Quintana. También dan por inamovible al vicepresidente Diego Calvo.

A partir de ahí, puede haber bajas para que Rueda presente su primer Ejecutivo de verdad. Hay que mover el banquillo para tensionar al equipo y visibilizar el arranque de la era Rueda, esgrimen las fuentes consultadas. Y todos aventuran en que hará un equipo de leales, pero también con “los mejores”. Es entonces cuando sale a colación la minicrisis de los pélets, que evidenció las costuras de la Xunta. Su gestión primero se caracterizó por la parálisis y la improvisación y después por la sobreactuación. ¿Habrá tomado nota Rueda de lo que falló? En todo caso, nadie se atrave a hacer una quiniela con los fijos, los probables y los sentenciados. Esa elección permitirá ver con claridad qué piensa y busca Rueda.

¿Más PP y menos PPdeG?

Los politólogos siempre han defendido que la clave de su éxito era la identificación del partido con Galicia, pero esta campaña de los populares fue la menos gallega y Rueda es el candidato menos galleguista. Le falta perfil identitario. ¿Puede seguir cosechando mayorías absolutas el PPdeG siendo más PP que PPdeG, y sobre todo si su competencia más directa es el BNG?

Vigo, talón de Aquiles

Ya lo fue para Feijóo y lo es para Rueda. El primer partido de Galicia fue superado en votos por el BNG en la primera ciudad de Galicia. El resultado del 18-F fue un varapalo tremendo para los socialistas. Pero al PP no le queda ni siquiera el consuelo de que cuando Abel Caballero se esnafra, ellos se aprovechan. En las últimas elecciones municipales, el PPdeG recuperó la Diputación de Pontevedra, pero en Vigo solo sumó un edil, de cuatro a cinco, frente a los 19 de Caballero. La entonces cabeza de cartel y apuesta personal de Rueda para dirigir el proyecto, Marta Fernández Tapias, abandonó la política. Los populares deben empezar de nuevo en una ciudad en la que las tensiones internas les han dejado sin cuadros, sin líder y sin proyecto.

¿El cambio puede pasar por el BNG?

Los comicios han consagrado al BNG como la alternativa al PP. Los nacionalistas ya fueron en el pasado y ya lo eran en la legislatura que se acaba de cerrar la segunda fuerza del Parlamento gallego, pero hoy la distancia entre nacionalistas y socialistas es mayor que nunca (16 diputados) y no caben dudas. Los nacionalistas ya no sienten el aliento en el cogote de los socialistas. El sorpasso parece una quimera. Si se produce, requerirá mucho tiempo. Un dato a tener en cuenta: Ana Pontón necesitó tres citas electorales para pasar de seis escaños a 25, en el mismo periodo, el PSdeG pasó de 14 a nueve.

La incógnita es si Galicia dejará algún día de ser una comunidad gobernada por el PPdeG a estar en manos del BNG. El giro es brusco, tanto que hasta ahora la creencia era que el cambio en Galicia pasaba por el PSdeG, al que le podía resultar más fácil entrar en el electorado más de centro del PP. Si el socialismo está débil, la responsabilidad recae en la formación frentista. Los nacionalistas en esta campaña y ya desde hace tiempo se han edulcorado, centrándose en propuestas sociales y en la defensa de los servicios sociales, y aparcando sus reivindicaciones nacionalistas. Pero si quieren gobernar, tendrán que dar un salto cualitativo e ir a por los votantes de centro. No llega con los electores progresistas. ¿Estará dispuesto el BNG a las renuncias ideológicas que supone? ¿Logrará convencer a los moderados?

La resistencia de Besteiro

Tras firmar el peor resultado de su historia, el PSdeG hizo un cierre de filas entorno a su candidato, José Ramón Gómez Besteiro, a sabiendas que la debacle no se le puede imputar ni solo ni principalmente a él. Los socialistas le piden que tome las riendas del grupo parlamentario y del partido, y lidere la travesía del desierto, pero lo cierto es que desde la noche electoral el candidato ha estado callado. Tras la derrota, dijo que renunciará al escaño en Madrid y tomará posesión de su acta en Galicia. ¿Se ve Besteiro con ganas para llevar las riendas de la remontada del PSdeG? ¿Tiene los arrestos suficientes? ¿Será el candidato dentro de cuatro años o solo preparará el partido para ceder el testigo a otro?

Lectura estatal

Las elecciones iban de Galicia. No iban de Sánchez y sus ministros, y por eso no se ganaron votos siendo “el amigo del presidente”. Tampoco iban de la amnistía y de castigar al Gobierno por sus pactos con los independentistas. Pero los comicios tienen una lectura nacional. La victoria de Rueda le da oxígeno a Alberto Núñez Feijóo y los dos socios de Gobierno, PSOE y Sumar, han sufrido una derrota sin paliativos. El correctivo en las urnas debe hacer reflexionar a Sánchez y Yolanda Díaz. No se trata de que el PP repitiera mayoría absoluta, se trata de que sus partidos han perdido posiciones. Y todo esto a cuatro meses de los comicios europeos. 

CLAVES

  1. ¿Habrá más PP y menos PPdeG con Alfonso Rueda como líder del partido en Galicia?
  2. Los vasos comunicantes en la izquierda siempre han funcionado. En 2005 era el PSdeG, y no el BNG, el que tenía más del 30% de los votos
  3. Los partidos sin organización no pueden sostener en el tiempo los éxitos electorales

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