Entrevista | Javier Santamarta del Pozo Politólogo y divulgador histórico

“Los reyes en España son los más republicanos”

El divulgador histórico, profesor de la Escuela de Guerra y colaborador del Ministerio de Defensa, ha escrito un libro sobre la I República, de la que este año se conmemora –es un decir– el 150 aniversario. “Tuvo una repercusión mayor en la forma de entender el Estado que la II República”, defiende

Javier Santamarta del Pozo con Samil al fondo, en el hotel Attica 21 de Vigo

Javier Santamarta del Pozo con Samil al fondo, en el hotel Attica 21 de Vigo / Marta G. Brea

Rafa López

Rafa López

Ni es historiador ni pretende serlo. Lo suyo es la divulgación histórica amena y asequible, aderezada con humor e ironía; con rigor pero sin rigidez académica. Gracias a ello se ha convertido en un superventas con títulos como “Siempre estuvieron ellas” y “Fake news del imperio español”. Sostiene que ha hecho más por la divulgación histórica la serie “El Ministerio del Tiempo” que cualquier ensayo histórico. Javier Santamarta del Pozo vive en El Escorial y escribe terceras para “ABC”, pero se define como republicano, y así lo confiesa en su último libro, “Eso no estaba en mi libro de historia de la Primera República”. Licenciado en Ciencias Políticas y máster en Geopolítica, ha trabajado en Ayuda Humanitaria en diferentes conflictos y desde hace casi veinte años es profesor de la Escuela de Guerra y colaborador del Ministerio de Defensa.

Recientemente ha presentado su libro en Galicia y ha pasado unos días de descanso en Vigo, donde, además de disfrutar de la gastronomía y del mar, vio en el cine la última película de “Indiana Jones”.

–Usted quería ser arqueólogo.

–En casa tenía el libro “Dioses, tumbas y sabios”, de Ceram, y la arqueología me parecía fascinante. Acabé haciendo la cosa más rara, Políticas y Sociología, y con muchas ganas de hacer Periodismo: me enamoré de Larra, del columnismo, y empecé a trabajar a los 17 años en un periódico de provincias. Los veteranos de “Pueblo” y “Efe” me decían que no estudiara Periodismo, que es un oficio. El temario de Políticas y Sociología era interesante: historia, derecho, antropología, economía… un poquito de todo. No me arrepiento, pero al final vuelves a tus primeros amores, a tragarte todas las películas de Indiana Jones, sean buenas o malas, y a hacer divulgación porque tu primer amor es la historia, haciendo un poco de arqueología de cosas un tanto olvidadas.

  • Eso no estaba en mi libro de historia de la Primera República

    Javier Santamarta del Pozo
    Almuzara

–Un politólogo que divulga historia, ¿piensa que la historia se politiza demasiado?

–Desgraciadamente, sí. He tenido la suerte de tener profesores como Carmen Iglesias, Elorza... A García del Junco le han llamado historiador y no lo es, es politólogo. Se utiliza a veces la historia acorde al discurso que se quiere dar, como arma arrojadiza, los unos y los otros. Recuerdo cuando Vox celebró en Madrid uno de los primeros actos junto a la estatua de Blas de Lezo. Escribí una tercera en “ABC” que titulé “Blas de Lezo es mío”. Es mío, tuyo y de todos. Unos lo utilizan como arma arrojadiza y otros para rechazar la historia que tendría que ser de todos, no de parte. Hay héroes que se buscan con un concepto nacionalista, y es triste.

–La que le cayó a usted por decir que Juan Carlos I no fue coronado…

–Sí, es fascinante. Hice una comparativa con la coronación de Carlos III de Inglaterra, diciendo que, como se ha visto con Juan Carlos I y Felipe VI, aquí no se coronan los reyes, aquí se proclaman ante las Cortes. Se montó un pollo en redes sociales por algo de lo que tendríamos que estar orgullosos, que es que, en el fondo, los reyes en España son los más republicanos de todas las monarquías, porque están bajo la soberanía del pueblo representado en Cortes. Si no ha jurado la Constitución, al rey no se le proclama. No se le unge ni se hacen numeritos con la capa de armiño, tiene que estar en la sede de la soberanía nacional. Es una tradición de siglos y hay que ponerlo en valor. Pero tenemos muchos complejos.

–¿Hay una proliferación exagerada de novela histórica?

–Hay un debate, si hablamos de novela histórica o de historia novelada. En la novela tiene que primar la ficción. Que tenga un marco histórico está bien. Por ejemplo, el último premio Primavera de Novela, de Elvira Roca, conocida por su libro “Imperiofobia”. Ha escrito un libro sobre Alonso de Salazar, un personaje fascinante que salió en mi libro “Siempre tuvimos héroes”. Pero cuando oigo hablar de cómo ha hecho el tratamiento del personaje, lo que veo es que no es novela histórica, es historia novelada. Si quieres hacer novela con Alonso de Salazar, es un personaje muy bueno para hacer una especie de padre Brown de Chesterton a la española, que se encuentre con casos imposibles de resolver. Siempre pongo el ejemplo de Dumas: ¿alguien quiere conocer las biografías de Richelieu o de Mazarino leyendo a Dumas? No, pero te pasas un rato magnífico. Los mosqueteros son traidores a su propio rey para defender un adulterio. Es absurdo, pero es una novela.

–Claro.

–Yo empecé a tener curiosidad por la conquista de México tras leer la novela “El dios de la lluvia llora sobre México”, de László Passuth. Si la novela te crea curiosidad, bendita sea. El problema es que la gente quiere aprender historia a base de la novela. “Alatriste”, de Pérez-Reverte, ha hecho mucho más por que la gente tenga ganas de conocer la época de los Tercios que el estudio de Julio Albi o de Fernando Martínez Laínez, que son muy buenos ensayos históricos. ¿La gente se los leía? No. Pérez-Reverte se mira en el folletón francés y hace una cosa divertida, pero no quieras aprender sobre los Tercios con “Alatriste”, porque es absurdo. Hay mucha proliferación de novela histórica, pero como todo, hay buena, mala y mediopensionista.

–A propósito de Elvira Roca y Arturo Pérez-Reverte, ambos mantuvieron cierta polémica, algo así como una pugna entre “tradicionalistas” y “afrancesados”.

–Hay quien tiene un enfoque de un siglo XVIII maldito, por la nueva dinastía que supone el declive de España... En el siglo XVIII España alcanza su máxima extensión en cuanto a imperio, con los reinados de Carlos III y Carlos IV. A la gente que le gusta tanto la épica de Blas de Lezo: fue en el siglo XVIII, como Bernardo de Gálvez, como Luis de Córdova… Es el siglo de Jorge Juan, de las expediciones de Malaspina y Bustamante, la expedición Balmis... Para ser un siglo tan de decadencia no está nada mal. Lo que pasa es que se enfrentan a nuevos imperios con muchas ganas. Cuando Inglaterra asalta los archivos en Manila y encuentra las cartas de marear españolas empiezan a saber navegar en lo que era el “lago español”. La guerra peninsular supuso un antes y un después, y franceses e ingleses aprovecharon muy bien el momento para destrozar una monarquía en horas bajas.

–Se habla de la Ilustración como algo negativo traído por los franceses.

–¿Quién era Jovellanos? La Ilustración ya existía en España. Hay un planteamiento de afrancesados que sostiene que si nos hubiéramos quedado con José I esto hubiera sido una nueva dinastía a lo Bernadotte en Suecia. Elvira Roca Barea habla de una decadencia previa. Imagino que todos tendrán su parte de razón, pero me parecen unas guerras estériles. Y juegan en ligas distintas: Pérez-Reverte es novelista y Roca Barea se ha dedicado al ensayo histórico.

–Si hablamos del siglo XIX en España no haría mucha falta novelarlo, por los tintes novelescos –de enredo– que tuvo.

–El XIX fue un siglo de cambio en todo el mundo. Es el siglo de las emancipaciones en América, Estados Unidos comienza su marcha hacia el oeste y tiene un enfrentamiento civil que puede dividir a la nación en dos muy diferentes, como había pasado con la Gran Colombia; en China están en luchas coloniales; en África tienen un reparto absurdo... Y en Europa, Francia cambia no solo de monarquía, sino de imperio, dos veces, y el segundo imperio viene como consecuencia de que el presidente de la segunda república se proclama emperador. Cambia de dinastía a los Orleans, tiene varias repúblicas, revoluciones internas, la Comuna, enfrentamientos francoprusianos... Luego está la unificación de Alemania, Italia... El siglo XIX es para verlo en todo el mundo, especialmente en Europa.

–Y en España...

–Empezamos muy jorobados por las emancipaciones americanas, la gran mortandad por la guerra contra el francés... Pero con una constitución como la de 1812. La monarquía absolutista de Fernando VII se asienta gracias a los franceses, con los Cien Mil Hijos de San Luis. Los estados-nación están intentando crearse, y España busca su forma de ser, que puede ser una monarquía o acabar en una república.

–Lo que espetó hace unos días en catalán el político Xavier Trias al no salir alcalde de Barcelona, “que os den a todos”, recuerda un poco a aquello que dijo Estanislao Figueras en la I República: “Señores, voy a serles franco, estoy hasta los cojones de todos nosotros”.

–Es curioso porque, según se dice, la frase de Figueras también la dijo en catalán. Cuando uno suelta venablos lo suele hacer en su lengua vernácula. España echa a una monarca, Isabel II, que no es especialmente querida, aunque hay mucha maledicencia contra ella, de manera salvaje. Sectores monárquicos, como el de Prim, quieren echar a esa dinastía de los borbones y traer una nueva monarquía. Son las Cortes las que eligen a un nuevo monarca, y por no decantarse por una nueva casa francesa, austríaca o alemana, optan por una que no moleste mucho, como es la de Amadeo de Saboya. Ese reinado imposible termina con la proclamación de la Primera República, y desde el primer momento al presidente del poder Ejecutivo le están puñeteando: le quieren montar un golpe de Estado los monárquicos; los republicanos quieren forzar una república federal... Figueras dura muy poquito y acaba con esa frase de “estoy hasta los cojones de todos nosotros”, porque así no hay manera de gobernar ningún país.

–En su libro muestra una ilustración de la época en la que aparece Isabel II desnuda junto a un burro en actitud de penetrarla...

–Es algo atroz. En otra aparece con una monja, Sor Patrocinio, y los confesores, que es más que explícita. Si saca algo parecido “El Jueves” o “Mongolia” les meten una querella criminal. La manera en que se atacaba Isabel II en la parte personal era salvaje. Uno de sus amantes, el general Serrano, pasa a ser el regente una vez que se expulsa a Isabel II y acabará siendo el presidente olvidado de la república en un periodo que siempre se deja de lado. A Isabel II se la maltrató, pero no se dio cuenta: cuando le pilla la Revolución Gloriosa llega a exclamar: “Creía que era más querida en España”. Vivía en otro mundo. Dos de los espadones que mantenían aquel régimen, como O’Donnell y Narváez, van muriendo, y los nuevos, Serrano y Prim, tienen una idea de cambio radical. No tan radical como para llegar a llegar a la I República, pero llegará a ello.

"Tampoco es que haya habido una exaltación de la monarquía en España. Cuando se proclamaron las dos repúblicas todo el mundo estaba encantado”

Javier Santamarta

Javier Santamarta / MARTA G. BREA

–Decía Castelar que la triste realidad es que España no es un país republicano. ¿Sigue sin serlo?

–Lo dijo Castelar y el propio Pi y Margall en sus memorias, él que fue el artífice de esa república sinalagmática, federal y salvaje, que quería hacer de lo pequeño a lo grande y que llevó al cantonalismo. Se quejaba de que no había republicanos. Tengo la duda de si había monárquicos. Tampoco es que haya habido una exaltación de la monarquía en España. Cuando se proclamaron las dos repúblicas todo el mundo estaba encantado. Los periodos monárquicos tuvieron una mayor estabilidad, pero cuando dejaron de tenerla, como le pasó a Alfonso XIII con sus políticas en África, acabó llegando la II República. Cuando se produce el golpe de Pavía se disuelven las cortes y le preguntan si traen al príncipe Alfonso, y dice que no, que lo hizo porque aquello era un caos, con cinco presidentes del gobierno en un año, con el cantonalismo sin arreglar, la primera guerra de Cuba latente, la segunda guerra carlista... El de Pavía es un golpe de Estado para cerrar las Cortes, pero no para quitar la república, que sigue un año más. Incluso Pavía se la ofrece a Castelar, que se aleja, y se la dan a Serrano.

–No había republicanos ni monárquicos...

–En la película “Dónde vas Alfonso XII” se ve muy gráficamente: hay un tipo encaramado e una farola gritando “¡viva el rey!”, y uno al lado le dice que no grite tanto, que se va a quedar afónico. Y le contesta: “¡Más grité cuando echamos a la madre!”. Es un poco lo que Carmen Calvo dijo y recogí en el libro sobre si en España había monárquicos o republicanos: ella dijo que en España había anarquistas. Y un poquito anarquistas somos. Somos de la república independiente de nuestra casa. Somos monarquicanos. Ni hasta en los mejores momentos de Juan Carlos I la gente decía que era monárquica, sino “juancarlista”. ¿Qué coño es ser “juancarlista”? El problema con la república es que unos la quieren presidencialista, otros semipresidencialista, federal, confederal... Al no tener claro el tipo de república es mucho más fácil la monarquía. La actual, que deriva de la I República, no deja de ser una monarquía de tipo republicano. Felipe VI no puede decir que no sanciona una ley, como hizo aquel rey de Bélgica...

–Balduino [con la ley del aborto].

–Sí, cuando hizo aquello de renunciar, no firmar la ley y volver al día siguiente. No, no. Aquí no se puede hacer, uno renuncia y se va. Tiene que cumplir las leyes. Nuestra monarquía, en ese aspecto, es muy republicana. La gente dice que no puede elegir al jefe del Estado. Pero tampoco puede en Alemania, donde se elige de forma indirecta a una persona representativa, como lo es el rey de España.

–Parece que solo nos acordamos de las sombras de la I República. ¿La actual monarquía sería una de sus luces?

–Claro. Sagasta ya estaba en los gobiernos de la república, y Cánovas del Castillo no quiere entrar porque quiere hacer su labor de zapa para atraer al príncipe Alfonso. Antes que Felipe VI, él fue el primer rey preparao: fue a las mejores academias y universidades. En Inglaterra emitió el Manifiesto de Sandhurst, que redactó Cánovas. En él expresa que va a ser un rey constitucional, y que el Parlamento va a tener una gran importancia. Es consciente de que no va a poder reinar ni como su madre ni desde luego como su abuelo, Fernando VII. Esto ya es historia-ficción, pero si Alfonso XII no hubiera fallecido joven –por unas fiebres, por haberse metido seguramente donde no debía–, quizá hubiéramos tenido un tipo de monarquía democrática muy parecida a la inglesa de final de siglo. Pero muere el rey, la infanta Cristina se convierte en regente... Alfonso XII había vivido en sus carnes lo que le había pasado a su madre, la reina Isabel II, que ya no va a volver a España. Va a ver desde el exilio reinar a su hijo y a su nieto.

"Tampoco es que haya habido una exaltación de la monarquía en España. Cuando se proclamaron las dos repúblicas todo el mundo estaba encantado”

–Y llegó Alfonso XIII.

–Se encontró con el problema de África y con otra serie de factores, además de los convulsos años 20 en Europa, que hizo que acabara en una II República que tiene una imagen más mítica por ese final trágico de la Guerra Civil. En cambio, ha pasado el 150 aniversario de la I República, el 11 de febrero, sin pena ni gloria. No se ha conmemorado nada, cuando el 14 de abril siempre hay celebraciones. La I República tuvo una repercusión mayor en la forma de entender el Estado que la II República.

–De las “fake news” de la historia de España, ¿cuál es la más difícil de borrar de nuestro imaginario?

–El permanente retraso de España. Siempre se ha pensado que hemos llegado tarde a la historia, con un siglo XIX terrible, las bancarrotas de Felipe II, el oscurantismo, “nos equivocamos de dios en Trento”...

"Mirarnos como un país atrasado, gobernado por gente indolente y sin ciencia ni tecnología nos ha hecho mucho daño. En cambio, Francia e Inglaterra han sabido vender su pasado”

Javier Santamartadel Pozo, con Samilal fondo, en el hotelAttica21 de Vigo.// Marta G. Brea

Javier Santamarta del Pozo, con Samil al fondo, en el hotel Attica21 de Vigo. // Marta G. Brea / Rafa López

–Eso suele decir Pérez-Reverte.

–Y yo digo: en Trento estaba Francisco de Vitoria, la Escuela de Salamanca. No era una panda de iletrados que estuviera quemando brujas todos los días. La base de la economía moderna empieza también en la Escuela de Salamanca. La academia de Matemáticas y la primera expedición científica de la historia fueron en tiempos de Felipe II. No había tal retraso. El propio XVIII fue un siglo con muchas luces, el siglo de la Marina ilustrada. En tiempos más modernos, la mujer alcanzó el derecho al voto en España antes que en Francia y en Italia. Y en Suiza, hasta los años 70 [del siglo XX] nada. Eso de mirarnos permanentemente como un país atrasado, gobernado por gente indolente y sin ciencia ni tecnología nos ha hecho mucho daño. En cambio, Francia e Inglaterra han sabido vender su pasado y crear una imagen mucho más acorde a sus intereses, a creerse los más importantes. No es que diga que esté bien el chovinismo, está muy bien la crítica: el 98 son unos patriotas doliéndoles España y queriendo ver de qué manera podemos hacer un cambio para dar, como decía Joaquín Costa, “doble llave al sepulcro del Cid” y avanzar. Considerarnos a la cola del furgón de una Europa mitificada es la mayor fake news global que lastra la mentalidad española.

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