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La molinera y el "feriante"

Foto antigua de un grupo de parejas bailando en una fiesta. Archivo

Algunos aficionados se han sorprendido esta semana al escuchar el pasado martes, minutos antes del partido de la Champions League disputado en Glasgow entre el Celtic y el Real Madrid, la (siempre) emocionante interpretación de “You’ll never walk alone”, por estar asociada mayormente al estadio de Anflied, territorio del Liverpool. Pero, en realidad, estamos ante una polémica entre los hinchas de ambos equipos, el escocés y el inglés, desde hace más de medio siglo sin que, ni aún a día de hoy, pueda dilucidarse cuáles de ellos tienen razón.

Este debate resulta la mar de curioso porque la canción, convertida ya en un himno de la historia universal del fútbol, no proviene de Inglaterra ni de Escocia, sino de Estados Unidos. Fueron los norteamericanos Oscar Hammerstein II y Richard Rogers quienes la compusieron formando parte de la banda sonora de un musical titulado “Carousel” cuya trama no tiene absolutamente nada que ver con el balompié, sino que narra el romance entre una molinera, Julie, y el encargado de un tiovivo, Billy. La obra, por cierto, acaba mal, es toda una tragedia, aunque remata con esta pieza con y su emotiva y esperanzadora frase culminante: “Nunca caminarás solo”.

Ya en Estados Unidos la habían incorporado a sus respectivos repertorios figuras tan consolidadas y míticas como los mismísimos Frank Sinatra y Elvis Persley pero, según la versión de Liverpool, a esta ciudad llegó de la mano de Gerry and The Pacemakers, un grupo local que la grabó como single en 1963 y se lo enseñó a Bill Shankly, entrenador del equipo en aquella altura. Y así fue como la adoptó el equipo de la cuna de los Beatles. No tan concreta, en cambio, es la versión de la hinchada escocesa, desde la que, por supuesto, se defiende que fueron ellos quienes primero la adoptaron a través de grupos locales e internacionales de los cuales, sin embargo, no han trascendido sus nombres ciertos.

 “You’ll never walk alone” representa, en la actualidad, no solamente un patrimonio “hímnico” de estas dos aficiones, pues también se escucha habitualmente en otros estadios como los del Ipswich Town (también inglés) el Twente (holandés), el Hellas Verona (italiano), el AEK (griego), el Rapid de Viena (austriaco) y hasta el del japonés F.C. Tokyo. Lo dicho: todo un himno universal de la fraternidad futbolera a partir de aquella trágica historia de amor entre la molinera Julie y el feirante Billy.

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