Aister busca salida al casco de un barco tras la quiebra de su socio en Noruega

La nórdica GMV logró refundarse, pero dejó en el aire el pedido de un catamarán para eólica | “Un contratiempo, pero reasignamos capacidad productiva”, explica el astillero

Interior del casco para el catamarán tipo CTV cuando estaba en construcción en Aister.

Interior del casco para el catamarán tipo CTV cuando estaba en construcción en Aister. / Gonzalo Núñez

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Aister Aluminium Shipyard firmó recientemente un mejillonero para cultivo con long-line (con tecnología de palangre) en Bélgica y una patrullera contraincendios para un país africano. Con ello, el astillero de Moaña cuenta con una cartera de pedidos de seis embarcaciones mientras negocia por otros contratos. Una cantidad que, no obstante, debería ser de una unidad más: un catamarán de transporte de técnicos para el sector de la eólica offshore de 39 metros de eslora firmado en 2022 fruto del acuerdo con el astillero noruego Grovfjord Mek. Verksted (GMV). Sin embargo, la compañía del país nórdico atraviesa serias dificultades y se ha visto forzada a renegociar la construcción de este barco con la futura armadora, lo que ha dejado el casco en suspenso en Aister. “Estamos negociando en paralelo para buscarle una salida; es un contratiempo, aunque no inesperado”, explican desde la firma asentada en Meira.

El acuerdo de Aister con GMV, el considerado como el astillero más al norte del mundo, permitió a la firma gallega aumentar su cartera de pedidos y consolidar su actividad como constructor de barcos, dejando de lado su actividad de diseño, fabricación e instalación de pantalanes (traspasada a otra empresa) y aligerando su división de habilitación.

La primera unidad que se construyó y entregó con éxito fue el Njord, un salmonero de aluminio de casi 15 metros de eslora entregado a la firma Mortenlaks. El siguiente tendría que ser ese catamarán tipo CTV (siglas en inglés para crew transfer vessels) para dar servicio a la eólica, que una vez completado se convertiría en el barco de mayor dimensión facturado por Aister.

Instalaciones del astillero noruego GMV

Instalaciones del astillero noruego GMV / GMV

Sin embargo, la situación para GMV se fue complicando en Noruega. En verano del pasado año, se declaró en quiebra en su país, achacándolo al “fuerte aumento del coste de los materiales y componentes tras la pandemia” o “la debilidad de la corona noruega”. “Llevamos mucho tiempo intentando negociar un acuerdo con nuestro mayor cliente que le diera a GMV más dinero para completar los buques, pero esta semana tuvimos que admitir que no alcanzamos el objetivo”, añadieron. Tenían una deuda de 68,7 millones de coronas (6 millones de euros al cambio actual).

Semanas después, la propia compañía anunció el nacimiento de GMV 2.0, con la entrada como copropietario del productor noruego de salmón Northern Lights, que en el pasado encargó siete barcos en el astillero. De hecho, se anunció que la renacida firma tendría “un enfoque renovado en la industria de la acuicultura”.

Por el camino, sin embargo, se quedó el catamarán que Aister ya estaba fabricando y que finalmente quedó con el casco a medias. El objetivo de la firma es buscarle una salida tras haberlo intentado con el armador original, cuya negociación llevó a cabo –sin éxito– GMV. Una situación parecida, salvando las distancias, a los cascos de los dos cruceros de Havila que se quedaron a medio hacer en Hijos de J. Barreras, con la peculiaridad, en este caso, de que Aister es en realidad un acreedor de GMV y, a la vez, dispone del barco.

La empresa, que tiene en la actualidad 55 trabajadores, continúa con la fabricación del resto de pedidos y pelea por más, como por ejemplo las tres nuevas patrulleras interceptoras licitadas por la Guardia Civil. “De hecho, ya hemos reasignado la capacidad productiva [que ocupaba el casco] hacia otros proyectos”, explican las fuentes consultadas.

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