La caída

Madera Fiber vendía a Faurecia por debajo de su coste y pidió otros 3 millones para no cerrar

Callista planteó una reestructuración de hasta 44 puestos ante el Igape antes de ceder la fábrica por 3.600 euros a Wisser, que sugirió un preconcurso para recibir ayudas gallegas

Trabajadores de la antigua filial de Faurecia en O Porriño, ahora Madera Fiber Technologies, en una protesta ante la fábrica.

Trabajadores de la antigua filial de Faurecia en O Porriño, ahora Madera Fiber Technologies, en una protesta ante la fábrica. / MARTA G. BREA

Los 103 trabajadores de Madera Fiber Technologies cuentan los días para el juicio que se celebrará en Vigo a comienzos del próximo mes. Será una fecha decisiva, sin duda, que puede traer consigo una sentencia que anule las subrogaciones a las que se han visto sometidos estos dos últimos años. Primero, en enero de 2022, al pasar de Faurecia al fondo alemán Callista Private Equity; y de este, en febrero de 2023, a la sociedad rumana RW Future Tech Srl. Durante dicho tiempo, conforme denunció la plantilla en repetidas ocasiones, los nuevos propietarios “descapitalizaron” la compañía hasta el punto de solicitar un concurso voluntario de acreedores, avanzado por FARO. Este mes de septiembre el personal no ha cobrado. En paralelo a ello, la carga laboral es prácticamente inexistente.

Según pudo saber este periódico, fruto del acuerdo de suministro firmado antes de la primera venta entre Callista Private Equity y Faurecia, la no renegociación de los precios y el alza de las materias primas derivado de la pandemia y la guerra de Ucrania, la antigua filial porriñense de la multinacional francesa suministró cientos de piezas por debajo de su coste al grupo galo. “Este fue el principal motivo por el que la empresa cayó en un agujero de pérdidas”, aseguran asimismo fuentes vinculadas al caso. Teniendo en cuenta que el 85% de la producción de la planta se enviaba a su expropietaria, de poco sirvieron los casi 3 millones de euros que esta dio a Madera Fiber Technologies al cerrar la transacción.

Cada mes, la fábrica quemó una media de 350.000 euros, lo que hizo que a finales de 2022 reclamase otros 3 millones a Faurecia (0,5 por pérdidas y 2,6 por ajuste de precios ante los altos costes). En enero de 2023, un mes antes de transmitirla a la sociedad rumana RW Future Tech Srl por 3.600 euros, se llegó a un acuerdo en relación a dicha petición. No obstante, lejos de la cifra que exigía, la compañía solo recibió 250.000 euros por los incrementos relativos a ese año. También el compromiso de cobrar 162.000 euros cada trimestre en 2023.

“La empresa renunció”

En febrero, días antes de que se produjera el segundo traspaso, trabajadores de Madera Fiber Technologies confirman que se mantuvieron dos careos con el Instituto Galego de Promoción Económica (Igape) para tratar de obtener financiación pública. Según su versión, el organismo dependiente de la Xunta demandó información sobre las inyecciones de capital que había realizado Callista Private Equity y sorprendentemente se comunicó que ninguna. Ante la entidad que entonces dirigía Fernando Guldrís “se plantean escenarios de reestructuración de plantilla de hasta 44 empleados (con un coste de 2,9 millones por despido improcedente y ahorro de 1,9 millones en nóminas anuales) que hasta el momento no se habían planteado”. Tal como consta en el Sistema Nacional de Publicidad de Subvenciones y Ayudas Públicas, pese a todo, el Gobierno gallego ya había concedido a Madera Fiber Technologies una ayuda por valor de 86.500 euros en diciembre de 2022 a Madera Fiber Technologies. Fuentes de la Consellería de Economía, Industria e Innovación señalan que “sí hubo una petición de ayuda que se estaba tramitando con normalidad, pero que la propia empresa renunció en junio del 2023”.

Entonces la firma ya estaba en manos de Rüdiger Wisser, administrador de RW Future Tech Srl. Él, conforme indican los trabajadores de Madera Fiber Technologies, también se habría reunido con el Igape, aunque para hacer dos proposiciones de lo más insólitas. En marzo, a solo unos meses de presentar el papeleo para el concurso voluntario de acreedores, Wisser plantea la posibilidad de solicitar un preconcurso y en esa situación solicitar las correspondientes subvenciones de la administración. “Taxativamente se comunica que esa opción no es posible en España”, a lo que el propietario de la sociedad rumana plantea la posibilidad de crear una newco paralela a Madera Fiber Technologies y que esa nueva mercantil sea la que acceda a las subvenciones, alquilando los activos de Madera. De nuevo, al instante, se rechaza dicha posibilidad.

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