Caída en la automoción

La antigua filial de Faurecia en O Porriño enfila su cierre tras dos años de su venta

Fuentes del sector aseguran que ya ha solicitado un concurso al carecer de liquidez para pagar a sus más de 100 empleados | La plantilla acusa “irregularidades” en el traspaso

Planta de Faurecia en O Porriño, poco antes de ser adquirida por el fondo Callista.

Planta de Faurecia en O Porriño, poco antes de ser adquirida por el fondo Callista. / Marta G. Brea

En una second round de su desinversión en la comunidad, la multinacional francesa Faurecia vendía hace dos años su factoría de O Porriño al fondo Callista Private Equity. Lo hacía, para ser exactos, en agosto de 2021, apenas cinco meses después de traspasar su 50% de Componentes de Vehículos de Galicia (CVG) al consorcio italiano Adler Pelzer Group, y las miradas estaban puestas entonces en que la transacción no golpeara a la carga laboral y los empleos que hasta aquella había logrado impulsar con éxito.

Hoy, a mediados de septiembre de 2023, los más de 100 puestos que todavía alberga la citada unidad productiva –tras la transacción bautizada como Madera Fiber Technologies– se acercan al KO técnico. Según pudo saber FARO de distintas fuentes del sector de la automoción, su actual propietario ha comunicado a la dirección y al comité de empresa de la firma que “ha presentado el papeleo para pedir un concurso”. El icónico centro enfila su cierre al carecer de liquidez para pagar a sus trabajadores, que hasta la fecha han cobrado todas sus nóminas. Por si fuera poco, añaden los referidos testimonios, “ha prohibido comprar ningún tipo de material a los proveedores”, que se verían afectados también por esta previsible situación de impagos.

Para entender cómo se ha llegado a tal punto es preciso recordar que desde hace dos años a la actualidad hubo una segunda venta de la porriñense Faurecia Interior Systems, que pasó de Callista Private Equity a la sociedad rumana RW Future Tech SRL, propiedad del alemán Rüdiger Wisser. Es este último, que aparece en Internet como supuesto embajador de Europa Central del Parlamento Internacional de Derechos Humanos (PIDH) y está ligado al conocido Rotary Club, quien ahora gestiona la fábrica.

Este periódico no ha conseguido contactar con él y tampoco con Madera Fiber Technologies, pese a las repetidas llamadas para contrastar los hechos realizadas a su sede. En paralelo, los sindicatos CC OO, UGT y CIG han convocado mañana una concentración ante dichas instalaciones, con el objetivo de proporcionar más detalles sobre el estado de la compañía y las acciones que se llevarán a cabo en un escenario recuerda a la pesadilla vivida por plantillas como la de Hiperxel.

Denuncia por “descapitalizar”

“O momento actual é totalmente insostible con falla de carga de traballo e unha situación que está levando a planta a un posible peche de maneira inminente”, reza el comunicado enviado a los medios por las centrales, que no avanzaba más pistas. Tras varias consultas, y al igual que ocurrió con la emblemática cadena gallega de congelados, representantes de los trabajadores denunciaron vía telefónica que se ha producido una “descapitalización” de la firma a lo largo de este último bienio y que el personal ha acusado ciertas “irregularidades”.

Planta de Faurecia en O Porriño, poco antes de ser adquirida por el fondo Callista.

Planta de Faurecia en O Porriño, poco antes de ser adquirida por el fondo Callista. / Marta G. Brea

De hecho, cerca de 30 empleados –entre ellos varios directivos– formularon una demanda en Inspección de Trabajo que FARO publicó el pasado mes de marzo. Según su escrito, el vaciado patrimonial se inició en verano de 2022, cuando Faurecia Interior Systems ya operaba bajo el nombre de Madera Fiber Technologies y estaba en manos de Callista Private Equity. La sociedad presionó a su antigua matriz (el grupo galo) para que les inyectase liquidez ante los apremiantes problemas de solvencia. Esta se negó y se procedió a la venta de los terrenos de la fábrica, valorados en más de 11 millones, por solo 2,4. Camino a su temida disolución, surgió de la nada RW Future Tech SRL.

Matías Movilla, abogado que representa al colectivo afectado, señalaba hace unos meses que el fondo alemán quiso trasladar que dirigía una sociedad independiente, pero “el 85% de su facturación” seguía dependiendo de Faurecia. Asimismo, afirmó que la multinacional francesa le “pagó tres millones de euros” para que se quedase con ella. No hubo plan de negocio ni due diligence (una auditoría específica) e incluso se planteó que la planta de O Porriño –especializada en paneles de puerta, insertos y guarnecidos de puertas y paneles traseros de asientos– fabricase ataúdes “para diversificar el negocio”.

Como reconoció el letrado en primavera, fuentes del sector de la automoción ratifican que el primer y el segundo traspaso responden a una intención idéntica: escurrir el bulto pasando una bola de problemas que se ha hecho más grande entre transacción y transacción. En primer lugar, para eludir cualquier tipo de “daño reputacional” y evitar abonar indemnizaciones en caso de despido. Posteriormente, para sacar tajada de los activos de la empresa y después deshacerse de los trabajadores: “Todo apunta a que terminará pagando el Fogasa”.

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