Zaragoza echa el resto por la gigafactoría de Stellantis ante la inacción de Galicia

Gobierno y patronal de la automoción en Aragón presionan por la factoría de baterías

Xunta y Ceaga guardan silencio sobre esta inversión clave, como con BYD y Dicastal

Recreación de la gigafactoría de ACC, participada por Stellantis, en Termoli, Italia

Recreación de la gigafactoría de ACC, participada por Stellantis, en Termoli, Italia

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

El pasado abril, y cogiendo con el pie cambiado incluso a los directivos del grupo en España, el CEO de Stellantis, Carlos Tavares, soltó una noticia bomba: Portugal o España acogerán la cuarta gigafactoría de baterías de la compañía en Europa. Las declaraciones las lanzó en una visita a la factoría de Mangualde, situada en el centro del país vecino, y ante la presencia del primer ministro luso, António Costa, y del presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa. A pocas semanas de que el patrón del grupo tome una decisión –aseguró que lo haría antes de final de año–, las posiciones de Galicia, hogar de la principal fábrica de coches del país y la más productiva de Stellantis, se reducen cada vez más. Aragón, con la provincia de Zaragoza a la cabeza, está moviendo ficha con intensidad, tanto de cara al público como entre bambalinas. Las declaraciones y movimientos del Gobierno y la patronal del sector de la automoción aragonés chocan con la inacción en la comunidad gallega, sin presión política local o autonómica, con mutismo por la parte empresarial y con silencio desde la patronal Ceaga ante la inversión más grande y vertebradora que podría llegar en el sector del automóvil.

Zaragoza ya mostró sus credenciales en el pasado para intentar hacerse con la gigafactoría de Volkswagen, que finalmente se fue a Sagunt (Valencia). Lo mismo pasó con la que planeaba el grupo indio Tata, que llegó a ojear algunos terrenos para levantarla, pero que se decantó por Reino Unido. Quizá por estos dos gatillazos, el Gobierno aragonés y su sector, con la planta de Figueruelas a la cabeza, no están dispuestos a dejar que la instalación de Stellantis se vaya a otra región o al país vecino.

En el marco de una Cumbre Empresarial de CEOE Aragón celebrada a comienzos de la semana pasada, el presidente de la comunidad, Jorge Azcón, recordó que su Gobierno va a “trabajar con seriedad y con profesionales más que cualificados” con el objetivo de ser “una tierra atractiva para que se pueda implantar una fábrica de baterías”. Y entre esos profesionales que citaba Azcón está Antonio Cobo, experto del sector que en su día dirigió la factoría de Figueruelas y que recientemente nombrado para el consejo de administración en la Corporación Empresarial Pública de Aragón.

Y si el Ejecutivo se pronuncia, lo mismo hace la patronal del sector. El presidente del Clúster de Automoción de Aragón (CAAR), Benito Tesier, aseguró en declaraciones al Heraldo que la industria de proveedores “está preparada para suministrar piezas a una fábrica de baterías” si esta llega a la comunidad. “Hay partido”, resaltó el también responsable de Brembo.

Silencio

En un momento crítico también por la inminente resolución de la segunda edición del Perte VEC (Vehículo Eléctrico y Conectado), en el que las plantas de Vigo y Zaragoza también compiten para hacerse con fondos para las nuevas plataformas industriales del grupo, el silencio imperante en Galicia choca con un Aragón que está echando el resto y que presume de Figueruelas, fábrica hoy eficiente, pero que bebió del saber hacer de Balaídos cuando Opel pasó a manos del entonces Grupo PSA.

Pese a que la olívica es una de las fábricas más destacadas del grupo en todo el mundo –premiada recientemente como la más eficiente durante el primer semestre del año– y a que tiene un alto expertise en vehículos eléctricos, la inacción parece haberse instalado tanto a nivel político –con la Xunta a la cabeza– como empresarial ante una inversión tan clave. Ni los principales agentes sociales se posicionan, ni lo hacen desde la factoría o la patronal, el Clúster de Automocion y Movilidad de Galicia (Ceaga).

La comunidad ya ha visto pasar de largo la oportunidad de que un gran fabricante se fije en el territorio y, por el momento, son otras zonas como Valencia (Volkswagen), Extremadura (Envision) o Valladolid (Inobat) las que se están llevando el gato al agua. Eso por no hablar de Portugal (CALB) o Marruecos (Gotion), rivales en la industria que también han movido ficha.

Y todo ello pese a la disponibilidad de suelo en áreas como la Plisan, la capacidad exportadora del puerto de Vigo, la potencia en energía verde de la comunidad con la eólica (con la posibilidad de instalar molinos en el mar más que presente) y con un factor clave: el salario medio en el sector industrial es más bajo en Galicia (22.903 euros) que en Aragón (25.322).

Inversiones

Si las declaraciones de Tavares levantaron la liebre sobre la gigafactoría de baterías, en las semanas previas y posteriores sucedió lo mismo con otras dos grandes inversiones relacionadas con el automóvil sobre las que tampoco hay movimiento. Y las dos llegaron desde China, país que está tomando posiciones para hacerse con una buena parte del mercado europeo.

En noviembre del pasado año Faro adelantó que el gigante chino Citic había puesto sus ojos en la comunidad para sondear la posibilidad de levantar su primera fábrica de llantas en suelo europeo a través de su filial Dicastal. Y a finales de aquel mismo abril, fue el turno de BYD, que puso España y el área de Vigo en la lista de candidatas para acoger su primera fábrica de coches eléctricos en el continente.

Ni en un caso ni en el otro se han dado pistas de qué puede pasar. Solo BYD, a través de su presidente en Europa, Michael Shu, señaló hace poco que tomará una decisión antes de final de año.

Sin embargo, en este caso tampoco ha existido hasta el momento presión empresarial o política para que estas inversiones puedan caer en la comarca viguesa, pese a que representantes de BYD incluso visitaron el polígono de la Plisan y testaron las capacidades del Puerto y del CTAG.

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