La naviera Havila, forzada a amarrar su único crucero

No amaina el temporal en la naviera Havila Kystruten. La otrora clienta de Hijos de J. Barreras –canceló el contrato de los dos cruceros y ahora le reclama casi 37 millones por ellos– solo dispone, a día de hoy, de uno de los cuatro cruceros con los que tenía que haber iniciado las rutas marítimas entre Bergen y Kirkenes; va con año y medio de retraso, tras los problemas con el astillero vigués y con el turco de Tersan. Pero ese único buque, el Havila Capella, se ha visto forzado a suspender operaciones. ¿El motivo? Su vínculo directo con una compañía rusa de leasing, GTLK, incluida dentro del paquete de sanciones de Bruselas por sus conexiones con el Kremlin.

“Havila Kystruten se ha visto obligada a cancelar el viaje de ida y vuelta Bergen-Kirkenes-Bergen, debido a la interpretación de las autoridades noruegas de que el leasing del barco se ve afectado por las sanciones”, advirtió el grupo a los inversores a través de un hecho relevante al mercado Euronext. “Los pasajeros [que estaban] a bordo recibirán asistencia para su regreso a casa lo antes posible”. La naviera, una de las sociedades del holding familiar Sævik, continúa tratando de buscar otro esquema de financiación para desprenderse de la cadena que ahora la ata a un grupo considerado como un “activo estratégico del Estado” que comanda Vladimir Putin. La naviera urge una solución para abonar el hito de entrega del segundo, el Havila Castor, que todavía se encuentra en las instalaciones del astillero Tersan. Los dos siguientes (Pollux y Polaris, los que se iban a hacer en Beiramar) ya se botaron, pero no podrán rematarse si la firma noruega no resuelve este nuevo revés, porque necesita dinero para cada uno de los hitos de construcción.