Fútbol

Iago Aspas, el legado de Manuel Palmás

El descubridor del talento del Celta recibió ayer el homenaje de varios de los jóvenes que entrenó hace casi tres décadas - El jugador le entregó una camiseta dedicada

Manuel Palmás, en silla de ruedas, junto al grupo de jugadores que ayer le rindió homenaje en su casa. |  // SANTOS ÁLVAREZ

Manuel Palmás, en silla de ruedas, junto al grupo de jugadores que ayer le rindió homenaje en su casa. | // SANTOS ÁLVAREZ / César Collarte

Es uno de los últimos supervivientes de esos entrenadores de fútbol de barrio, tutor de varias generaciones de niños que dieron sus primeros pasos en el barrio moañés de O Real y que competían bajo sus órdenes los fines de semana en el torneo de los sábados en el campo de A Xunqueira. Manuel Palmás recibió ayer el cariño de esos niños, hoy convertidos en treinteañeros, entre los que se encontraba el que fue su principal descubrimiento, Iago Aspas. El delantero del Celta, salido de esa cantera, no quiso perderse el homenaje a uno de sus primeros valedores.

Cerca de un centenar de jóvenes que aprendieron valores como la educación o el compañerismo y el mejor jugador de la historia del Celta, Iago Aspas. Ese es el legado que ha dejado Manuel Palmás, que ayer, a sus 95 años, recibió la visita de 35 de esos antiguos pupilos a los que entrenaba en la llamada finca del marqués, para reconocerle y agradecerle el trabajo que hizo hace casi tres décadas.

Aspas posa con Palmás, el que fue su descubridor cuando apenas era un niño . |  // SANTOS ÁLVAREZ

Aspas posa con Palmás, el que fue su descubridor cuando apenas era un niño. / Santos Álvarez

Por entonces Palmás se había jubilado y decidió dedicar su tiempo a entrenar a los niños del barrio. Puso un cartel pidiendo jugadores para montar un equipo, convirtió una pista de tenis en una de fútbol sala y sentó las bases de algo que ya forma parte indeleble de las vidas de este grupo de jugadores: Darío Vilas (ex de Moaña y Beluso), Iván Curra (ex de Moaña y Domaio), Cañi, Xes, Adrián Cruz (actualmente en el Arenteiro), Ana Buceta (en el Oviedo) –el entrenador también fue pionero montando un equipo femenino–, entre muchos otros, y la joya de la corona, Iago Aspas. “Hizo unas porterías con madera e incluso nos compraba los balones con su pensión”, recuerda Xes Currás, uno de los promotores del homenaje de ayer, que permitió, además, el reencuentro de varios de estos futbolistas, ahora distanciados por sus diferentes circunstancias vitales.

En ese campo entrenaban durante toda la semana para competir los sábados en el ya desaparecido de A Xunqueira. Uno de los regalos que recibió ayer fue, precisamente, el de un panel con varias fotografías antiguas de esos equipos que entrenaba. Pero no era solo fútbol lo que enseñaba Manuel Palmás. En sus partidillos introducía normas como la del valor doble de un gol anotado tras la asistencia de un compañero. Así fomentaba el juego de equipo por encima de las individualidades. Eran otros tiempos y otro fútbol, ese de calle que tanto se echa de menos en el profesionalismo. “Salíamos del colegio y nos íbamos a la pista a jugar hasta que caía el sol. El 90 por ciento éramos del barrio, pero también venía algún niño de otros sitios de Moaña”, recuerda Xes. Uno de ellos era Iago Aspas. Recordaba Manuel Palmás en una anterior entrevista a FARO que, aunque no era el mejor elemento de los que tenía, sí ya comenzaba a despuntar y a mostrar tanto su carácter como su inteligencia con el balón en los pies.

Manuel Palmás con el panel con las fotografías antiguas de los equipos a los que entrenó.

Manuel Palmás con el panel con las fotografías antiguas de los equipos a los que entrenó. / Santos Álvarez

El futbolista del Celta entregó a su descubridor una camiseta dedicada y enmarcada. Palmás también recibió una bufanda de la Peña Iago Aspas y un trofeo, como esos por los que competían sus equipos antaño, con la inscripción: “Al mejor entrenador, Palmás”. Y, sobre todo, el cariño y los recuerdos de esos niños, hoy hombres, de una época pasada y especialmente feliz para todos ellos.

Fotografía antigua de varios jugadores entrenados por Manuel Palmás. Abajo, segundo a la izquierda, Iago Aspas.

Fotografía antigua de varios jugadores entrenados por Manuel Palmás. Abajo, segundo a la izquierda, Iago Aspas. / FDV

Fue capaz de montar él solo una escuela de fútbol base. Conseguía las camisetas, pidiendo la publicidad por los comercios, nos entrenaba, nos llevaba a jugar...”, recuerda Xes Currás. Cuando el Celta creó sus categorías inferiores, la oportunidad de cruzar la Ría era demasiado jugosa para todos esos niños, que se presentaron en masa a las pruebas. Seis en concreto fueron en su mano para un examen que pasaron cuatro. Entre ellos estaban Cañi, Adrián Cruz y el propio Iago Aspas. El resto ya forma parte de la historia del Celta y del fútbol moañés.

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