balonmano

Begoña Fernández, para siempre

La viguesa se convierte en la primera española en formar parte del Salón de la EHF

“Para mí es un orgullo inmenso aparecer al lado de quienes eran mis ídolos”, asegura

Begoña Fernández, durante su etapa en la selección española. // EFE

Begoña Fernández, durante su etapa en la selección española. // EFE / juan carlos álvarez

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

Cuenta Begoña Fernández que cuando tenía veinte años y jugaba en el Valencia soñaba con parecerse a Ludmilla Bodnieva. Pivote como ella, la rusa era la gran referencia en su posición, un espejo en el que verse. En aquel momento en el Valencia jugaba Svetlana Bogdanova, compañera de Bodnieva en la selección, a quien la joven Begoña pidió el favor de que le consiguiese una camiseta de su gran ídolo. Dicho y hecho. La camiseta llegó a Valencia y aún hoy descansa en alguno de los armarios de la casa de la viguesa.

La EHF anunció a comienzos de semana la lista de los primeros integrantes de su Salón de la Fama, ese lugar escogido –siguiendo el ejemplo que desde hace décadas existe en los deportes profesionales americanos y creado para conmemorar los treinta años de vida de la organización– en el que para siempre permanecerán los nombres de quienes han dado gloria a ese deporte. Y en la primera lista aparece el nombre de la viguesa Begoña Fernández al lado del de Ludmilla Bodnieva.

Apartada del balonmano desde hace tiempo porque la vida le ha puesto otros desafíos en el camino que le obligan a depositar su atención (su trabajo de auxiliar en un Centro de Salud, las futuras oposiciones y dos terremotos de tres y cinco años) Begoña Fernández solo siente agradecimiento y felicidad después de conocer su inclusión en el Salón de la Fama de la EHF. Explica que los miembros de la Federación Europea contactaron con ella hace dos meses para invitarla a la gala celebrada el lunes sin darle demasiados detalles. La intención de la viguesa era presentarse en Viena, sede de la fiesta del balonmano europeo. Pero la imposibilidad de ajustar el calendario laboral la obligó a rechazar la invitación. Desde la distancia Begoña Fernández asistió a su proclamación como uno de los sesenta primeros integrantes en el Salón de la Fama del balonmano europeo. Ocho españoles han tenido ese mismo privilegio aunque ella es la única mujer. Junto a su nombre aparecen los de Talant Dujshebaev, Enric Masip, Víctor Tomás, Xavi O’Callaghan, Arpad Sterbik, Carlos Prieto y Andrei Xepkin. En la nómina internacional figuran personalidades como las de Ivano Balic, Jackson Richardson, Stefan Lovgren, Magnus Wislander y tantos otros. Begoña Fernández aparece en la relación como exponente de aquella selección española que logró una plata Europa, un bronce mundial y la medalla de bronce de 2012 en los Juegos Olímpicos de Londres. Un tiempo en el que llegó a ser nombrada la mejor pivote del mundo.

“Estamos encantados de honrar a las leyendas de nuestro juego en la culminación del 30 aniversario del balonmano europeo. La presentación de los Premios a la Excelencia de la EHF y el Salón de la Fama destaca a los mejores jugadores de la temporada y rinde homenaje a aquellos que han dejado una huella en este deporte. Sus logros deportivos hablan de su grandeza y estamos orgullosos de reconocer a los jugadores que han dado forma a nuestro juego”, expresó Michael Wiederer, presidente de la EHF.

Explica Begoña Fernández que para ella supone un honor inmenso ver su nombre al lado de tantos mitos de su deporte y que “se acuerde la EHF de mí es algo que provoca que me entre alegría y también melancolía ahora que estoy algo más desconectada de lo que fue mi deporte”. Reconoce la viguesa que “se me hace raro verme en una lista con gente de tanto nivel, escuchar esos nombres junto al mío en la misma relación. Es que hablamos de jugadores que eran mis ídolos cuando yo empezaba a jugar al balonmano, a quienes admiraba. De verdad que solo puedo sentir felicidad de verme con tanta gente grande”.

Entiende la gallega que la vida son procesos y que ahora a ella, con su trayectoria y estos reconocimientos le corresponde la tarea deconvertirse en la referencia para mucha gente que aspira a hacerse un nombre en el mundo del balonmano: “Siempre he dicho lo mismo. El palmarés es algo bonito ye stá ahí, pero de todo lo vivido en el balonmano lo que más me impactaba eran las caras de los niños y las niñas cuando tenías un detalle con ellos, cuando firmabas un autógrafo, te hacías una foto, regalabas una camiseta...Los títulos están muy bien, el palmarés es algo que tiene un enorme valor pero las personas están por encima de todo y me quedo con esa felicidad que has aportado en algún momento a mucha gente. Es lo más bonito que ha tenido el deporte”.

El nombre de Begoña se queda para siempre en el Salón de la Fama de la EHF. Como espejo en el que mirarse de la misma manera que ella miraba a Bodnieva y a su camiseta.

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