El Celta divisa tierra firme

El equipo de Claudio Giráldez acaricia la permanencia tras derrotar al Villarreal en un partido condicionado por la roja a Comesaña cuando los amarillos ganaban 0-1

Douvikas marcó el gol del triunfo a falta de siete minutos

Aspas y Larsen celebran el gol del noruego.

Aspas y Larsen celebran el gol del noruego. / Alba Villar

Juan Carlos Álvarez

Juan Carlos Álvarez

El barco del Celta ya inicia la maniobra de atraque en puerto seguro. A esta hora, después de superar una travesía con duras tormentas e inesperado cambio de capitán a mitad de viaje, ya puede respirar medio tranquilo aunque las matemáticas, siempre cabezonas, reclamen prudencia. El triunfo ante el Villarreal despejó el camino y alejó los temores en aquellos que escudriñaban el calendario de las jornadas restantes cubiertos por el pánico. Solo un descalabro catedralicio en estas cuatro fechas (y una resurrección milagrosa e improbable del Cádiz) podría complicarle la existencia.

En una fecha marcada en rojo, los de Claudio se impusieron al Villarreal en un partido condicionado por la expulsión de Santi Comesaña cuando el equipo de Marcelino ganaba 0-1. Pero el Celta se volcó hasta remontar y cuando en el segundo tiempo se llevó un susto de muerte con el empate de Sorloth, encontró la solución a siete minutos del final con un cabezazo de Douvikas que Balaídos interpretó como el gol de la permanencia.

La tarde empezó poniéndole deberes al Celta que en el minuto doce ya había encajado el primer gol en un gran disparo de Moreno que sirvió para refrescar la clase de rival que tenía delante, repleto de gente con talento. Pero al rescate de los vigueses llegó de inmediato un paisano: Santi Comesaña. El de Nigrán, con el Celta haciendo un mala digestión del gol en contra, cometió una imprudencia a ochenta metros de su portería y se llevó por delante a Williot en una entrada tan dura como inexplicable que Soto Grado, con la complicidad del VAR que le llamó para cambiar el color de la amonestación, castigó con tarjeta roja y dejó a los de Marcelino con uno menos con setenta y cinco minutos por delante.

Decididos a alfombrar el camino del Celta y para desesperación de su entrenador, el Villarreal volvió a pecar de imprudente en un agarrón absurdo de Baena a Iago Aspas cuando el moañés corría de espaldas a la portería en una zona sin incidencia del área. Penalti incomprensible que el Celta agradeció y Aspas convirtió en el tanto del empate.

El equipo de Claudio hizo valer la ventaja numérica para encerrar al Villarreal en su campo. En esa tarea fue esencial la figura de Damián (primera titularidad y gran novedad en la alineación). El de Ponteareas juega en las cuatro direcciones. Lo mismo rompe líneas con el pase que le esconde la pelota al rival y evita el riesgo. El y Beltrán (más preocupado por complicarle la vida a Parejo en el inicio de la jugada) fueron empujando al equipo amarillo hacia su portería y facilitaron llegadas constantes al área que cedieron el protagonismo a Larsen. El noruego amenazó en dos remates consecutivos que pusieron de manifiesto su escasa fortuna en el remate. El gol es uno de los grandes caprichos del fútbol. Hay gente que nace bendecida (lo comprobaríamos una hora después) mientras otros no dejan de picar piedra y aún así obtienen menos de lo que merecen. El gigante noruego del Celta envió un balón a la madera y en otra se encontró una parada ilógica de Jorgensen. En ambas acciones su ejecución fue impecable, pero el fútbol le negó el premio. El peligro de que se bloquease por su cruel destino se disipó poco después porque a la tercera Larsen no perdonó. Damián le puso un caramelo desde el costado y el noruego, en el área pequeña, ajustició al portero sueco con un cabezazo picado.

La situación ya era ideal para el Celta, pero no fue sencillo cerrar el partido porque el Villarreal tiene recursos y los vigueses capacidad para meterse en líos innecesarios. Claudio retiró a Manquillo y a Damián en el descanso para evitar riesgos. Eran los dos jugadores que habían visto una amarillo y el técnico porriñés tuvo claro que por nada del mundo iba a poner en riesgo esa ventaja. Retirar al medio de Ponteareas empeoró al Celta. Tampoco le ayudó renunciar a los tres centrales porque la presión en el campo rival ya no fue la misma y el Villarreal empezó a verse más cómodo y menos exigido aunque el Celta, con una fórmula diferente, rondó la sentencia. Primero Larsen y luego De la Torre encontraron el palo en dos remates.

El problema para los intereses del Celta es que el partido se había abierto porque el Villarreal equilibró bien al equipo con los cambios y en ataque tenían amenazas suficientes aunque es cierto que la defensa viguesa (muy bien Jailson y digno Starfelt) habían cumplido con creces. Lo que pasa es que el cuadro de Marcelino tiene un equipazo repleto de jugadores brillante. En el minuto 65 Guedes aprovechó el desorden del Celta tras una pérdida para generar un incendio. Sorloth, un permanente dolor de cabeza, fabricó una jugada en tierra de nadie para habilitar a Guedes. El portugués sacó uno de sus latigazos para silenciar Balaídos y volver a poner al Celta en una situación delicada.

A contrarreloj

El partido volvía a ser una contrarreloj para los vigueses. Claudio echó mano de lo que tenía en el banquillo para solucionar la tarde. El tiempo iba en su contra. Pisaron el campo Carles Pérez y Douvikas en lugar de Beltrán y Hugo Alvarez (menos consistente que otros días). El movimiento encerraba algo de riesgo porque hubo mucho que ajustar con esa alineación. Lo recompuso retrasando a Aspas y colocando a Mingueza en una posición central.

El catalán es un tipo diferencial en el Celta. Tiene carencias defensivas, pero con la pelota en los pies ve cosas que sus compañeros ni sospechan. De su mano el Celta encontró de nuevo la solución. Filtró un pase a Aspas que el moañes colocó en el área para que apareciese en escena Douvikas. El griego, en el primer balón que tocó, conectó un cabezazo brillante que le dio el triunfo al Celta a menos de diez minutos para el final. Esa es la diferencia de la que hablábamos hace un rato con respecto a Larsen. El noruego recoge menos de lo que cosecha; el griego en cambio tiene un don. De nuevo en ventaja el Celta aún tuvo que sufrir un último intento del Villarreal para dejar claro que nada resulta sencillo en Balaídos, pero el barco ya asoma por la bocana del puerto y el práctico se ha subido a bordo.