Un pobre Celta salva un punto de milagro

Los de Benítez, que no tiraron entre palos, se adelantaron con un gol en propia meta y cedieron el empate tras quedarse con 10

El Celta suma su primer punto de la temporada en Balaídos. Y lo hace en el partido, quintando el debut contra Osasuna, que menos lo mereció. También fue el encuentro con un bagaje ofensivo más pobre, ni un tiro entre los tres palos, y aún así al fin pudo cantar la afición el primer gol en casa desde que el club es centenario. Paradojas del fútbol.

La grada del municipal había celebrado un sutil desvío de tacón de Larsen contra el Madrid, y también un remate de primeras de Bamba ante el Mallorca. Ninguno de los dos valió. El primer gol que pudieron gritar los aficionados sin interruptus fue un regalo del Alavés. En una jugada en la que ni estaba exigido, el central Marín envió atrás un pase a su portero que, sin embargo, no estaba donde él creía. El balón entró y dio ventaja a los célticos.

El partido, en todo caso, nunca estuvo bajo el control de los de Rafa Benítez. Menos aún cuando, a falta de más de 20 minutos, Luca de la Torre se fue a la caseta por una segunda amarilla. Con los locales atrincherados, Samu marcó el empate y, a partir de ahí, solo la falta de acierto de los visitantes y algunas acciones de mérito de Iván Villar y Starfelt evitaron que se voltease el electrónico.

El entrenador madrileño insistió con la defensa de cinco, cambiando a Carlos Domínguez por Aidoo. A diferencia de jornadas anteriores, esta vez el sistema no funcionó. Tras un vivaz intercambio de golpes en el arranque —tapó Villar un mano a mano y Mingueza envió fuera un pase atrás de Bamba—, el Alavés pasó a dar la sensación de estar mejor colocado. No sufrían los visitantes y encontraban caminos hacia la portería céltica.

El duelo estaba en esas cuando, en el minuto 35, la desgracia le jugó la mala pasada del autogol a Marín. El tanto le dio ventaja a los célticos, pero no implicó ningún cambio de rumbo en el juego. Al borde del descanso Villar sacó junto al palo un remate de cabeza de Abde Rebbach que parecía inapelable.

A la vuelta de los vestuarios el encuentro seguía con la misma tónica. El Celta defendía en bloque bajo y el Alavés generaba peligro. Intervino Benítez antes de lo habitual; en el 56 retiró a Larsen y dio entrada a Carles Pérez. No varió el dibujo, ya que el noruego había vuelto a la posición de falso extremo que abandonó, con fantásticos resultados, en Barcelona.

Roja y empate

Nada varió. Unos minutos después, Iván Villar hizo una parada de postal a una falta botada por Hagi —sí, el hijo del gran Gica—. Volvió a pulsar teclas el entrenador madrileño, que retiró a Aspas y Beltrán y dio entrada a Douvikas y a Tapia. De nuevo cromo por cromo, y de nuevo sin resultado en la dinámica de juego. Así estaban las cosas cuando Luca de la Torre, que llegó tarde a una disputa, recibió la segunda amarilla. Era el minuto 68.

A partir de ahí, los locales se atrincheraron en el área, dispuestos a hacer un ejercicio de resistencia para el que no parecen estar preparados. Solo cinco minutos después, Javi López desbordó con facilidad a Carles Pérez y puso un pase raso al área pequeña para que lo empujase Samu. Quedaba un mundo por delante.

El Celta, reestructurado con Dotor al lado de Tapia, se rearmó y logró, al menos, que no todo el partido se jugase en su área. Intentó algún zarpazo infructuoso y se encomendó a Starfelt. El sueco salvó un gol sobre la línea y tuvo otra aparición providencial. El partido acabó con el Alavés pidiendo un penalti de Tapia en la última jugada, pero ni el árbitro ni el VAR lo consideraron así.

Lo de Benítez suman un punto que les vale para estrenar el casillero en Vigo y salir del descenso justo cuando quiebran la línea de crecimiento futbolístico que venían marcando. El lunes se baten contra Las Palmas, que, con los mismos puntos, ocupa la tercera plaza por la cola.