Centenario del Celta

Un escudo en el pecho, brazos y corazón

Doce capitanes del club celebran los cien años de vida y se deshacen en elogios a la ciudad donde pasaron sus mejores días

”Lo más bonito es devolver el cariño” señalan mientras recuerdan a compañeros fallecidos, trabajadores y aficionados

Víctor P. Currás

Víctor P. Currás

Como las figuras que observan desde el fondo de la ría el videoclip de la Oliveira dos Cen Anos, sus nombres emergen con letras de oro en la historia celeste. En Primera, Segunda, Segunda B o Europa, comparten el honor de haber portado un brazalete de capitán que califican de forma unánime como “un orgullo y un placer”. Un sentimiento. Una familia.

Desde las primitivas cintas blancas de esparadrapo a las personalizadas de colores y patrocinadores en el nuevo siglo, el distintivo –elegido por antigüedad o por votación– ha ido pasando como una antorcha en la que todos dedican unas palabras para los más inmediatos predecesores. Todos con una labor de equilibrista en el campo, la grada, el vestuario, las oficinas y la vida fuera del esférico.

FARO DE VIGO reúne en el césped de Balaídos a Manolo Rodríguez, Juan del Cura y Patxi Salinas. Bajo un sol de justicia recuerdan cuando las crecidas del Lagares obligaban a jugar en condiciones muy diferentes a las actuales al tiempo que admiran el nuevo aspecto interior del estadio. “Si hubiéramos tenido el campo así, estilo inglés...” suspiran. Suyas son algunas de las páginas más nobles de la historia del club y suya también la alegría de poder estar en la ciudad estos “días grandes”.

Manolo (1966-1982)

El primer Gran Capitán y a día de hoy el futbolista con más partidos en la historia del club fue el encargado de lucirlo por primera vez fuera de España. La lesión de Rivera en la vuelta contra el Aberdeen en el histórico debut de la UEFA en 1971 es una de esas muescas en un currículum de entrega por el escudo impoluto.

Manolo, Del Cura y Patxi Salinas, ayer en Balaídos.  |  // MARTA G. BREA

Manolo Rodríguez, en el césped de Balaídos. / Marta G. Brea

Junto a él, nombres como Juan Fernández o Santi Castro que compartieron ese “papel de respeto y de animar a todos para ayudar” cuando las lesiones lo desplazaban. “Lo que hicieron conmigo traté de hacerlo. Muchas veces lo consigues, otras veces no. Hay veces que te cabreas también y tienes que decir algo, pero no va más allá de eso”, recuerda con la caballerosidad propia de otro fútbol.

La efeméride ha servido para poner en valor ese legado histórico del que todos sus herederos mencionan como primer referente. “Lo único que puedo es dar las gracias por toda la atención que están teniendo conmigo”, resume desde lo alto del Olimpo.

Juan del Cura (1975-85)

“Es que si hay un año y un día donde hay que estar... Es una gran suerte”, comienza rodeado de su familia, desplazada desde su Algeciras natal para poder vivir estos días en Vigo. El espigado delantero tuvo la responsabilidad de heredar el brazalete del defensa morracense hasta su retirada.

“Lo de Manolo es una vez en la vida”, al tiempo que recuerda sus 17 años residiendo en la ciudad como algo “imborrable” por los amigos que hizo. “Había buen material, pero sobre todo un compañerismo extraordinario. Casi cuatro décadas después ve con una mezcla de envidia y orgullo la estabilidad alcanzada en la actualidad. Y es que “la Cruz de Santiago no la puede llevar todo el mundo”.

Un escudo en el pecho, brazos y corazón

Un escudo en el pecho, brazos y corazón / Víctor P. Currás

Javier Maté (1981-93)

Veinticinco años después de estrenar el brazalete en un Ciudad de Vigo bajo la dirección de José Manuel Díaz Novoa, el todavía portero con más encuentros en la historia del club –con más de 140 de ventaja sobre Pinto– recuerda a aquellos compañeros como sus “mejores amigos”.

Javier Maté. |  // FDV

Javier Maté / FdV

“Lo más importante es el respeto de tu opinión sobre las cosas de vestuario” remarca sobre el distintivoque comenzó a portar después de una de las épocas más negras del cub, con el asesinato de Quinocho y el accidente de Alvelo en un intervalo de dos meses al comienzo de la

“El papel de veterano consiste en saber cuándo a un joven hay que darle un toque de atención o unas palabras de confianza y seguridad que podría faltarle”. Prueba de su valía es que de aquel vestuario saldrían varios ilustres capitanes y nobres como Amarildo, Hagan o Villanueva.

Atilano Vecino (1982-1994)

Compañero inseparable de Vicente durante unos años en los que comenzaron a escucharse más acentos en el vestuario, desde hace tres décadas continúa esa labor de representación y mimo desde dentro del club. A pesar de que la irrupción de Iago Aspas y Mallo le ha “bajado” del podio de jugadores con más partidos de la historia, “Atila” se ha mantenido como uno de los miembros más queridos por afición y futbolistas.

Atilano Vecino y Jorge Otero celebrando juntos un gol en Balaídos

Atilano Vecino y Jorge Otero celebrando juntos un gol en Balaídos / Jesús de Arcos

Jorge Otero (1987-1994)

Otero fue el apellido del primer capitán de la historia del Celta, del primer gallego en la selección española y del primer canterano en un Mundial. Entre Luis y Jorge hubo 70 años de historia celeste de por medio, pero el camino para ambos guarda similitudes de pioneros.

“Era prácticamente imposible poder dar ese salto desde un equipo modesto”, recuerda en referencia al campeonato de Estados Unidos en 1994. Fue una etapa en la que era uno de los poquísimos canteranos que llegaba al primer equipo, lo que le valió para forjar su carácter y forma de relacionarse con los jóvenes en el futuro.

Subcampeón de Copa dos años seguidos y de Liga varios después, reconoce que aún imagina cómo habría sido ganar el trofeo aquel 20 de abril en el Calderón. “Estuvimos a punto”, señala mientras cree que el fútbol tiene esa deuda no solo con el Celta, sino con los nombres que pudieron levantar al cielo ese título. “Son símbolo por todo lo que han sido. Independientemente de que no aparezcamos en una foto, eso es algo que se vive y la gente lo vivió”.

Patxi Salinas (1992-1998)

primer capitán con una cinta de colores e más ilusión me hace es agradecer a la gente lo que me ha dado. , gracias por los años que hemos estado juntos”.
Un escudo en el pecho, brazos y corazón

Un escudo en el pecho, brazos y corazón / Víctor P. Currás

“Tener los valores, conectar con la gente, tener principios. Cuando tienes que estar, estás”, narra mientras recuerda la votación en la que con mayoría absoluta fue designado como sucesor de Vicente, “un tío íntegro” y del que decidió aprender todo cuando llegó a Vigo. Como ejemplo de ese carácter extrovertido recuerda cuando tuvo durante un mes viviendo en su casa a Toril, Tárraga, Cano o Juan Sánchez cuando estos llegaron al club.

Vlado Gudelj (1991-1999)

“Para un futbolista es lo máximo viendo quiénes han sido capitanes”. Aunque ejerció en pocas ocasiones como tal, su ascendencia en el vestuario y la institución lo sitúan en el Olimpo celeste. Goleador, primer ídolo de masas, capitán y delegado.

Gudelj en su homenaje. |  // CAMESELLE

Vlado Gudelj durante su homenaje en Balaídos. / Cameselle

La amistad entre los jugadores fue clave para todos los éxitos durante la década de los 90. “Cuanto antes se adapten nos favorece a todos”. Añade: “Llevo más de 30 años aquí y pasamos de todo, es un orgullo conocer esta historia”.

Rafael Berges (1993-2001)

“Es muy difícil que a alguien en Vigo no le salgan bien las cosas, todo está envuelto en una dinámica positiva, de cariño, de sentirse arropado y respaldado”. Ese es el diagnóstico de uno de los medallistas olímpicos de la historia del club. Desde “un Celta más humilde a uno que peleaba con los mejores de Europa” y que le llevó a portar el banderín conmemorativo contra Aston Villa o Liverpool.

Roberto Lago. |  // FDV

Rafael Berges / FdV

“No era fácil, con muchos extranjeros y había que guiarlos en muchas cosas, era un trabajo de todos”, recuerda el cordobés. Como clave del éxito de aquel grupo, “tirar del sentido común y humildad cuando las cosas iban bien”.

Desde la lejanía reconoce que “el club está haciendo un esfuerzo y es muy difícil contentar a todos”. Aún así, pide tener un recuerdo aún más especial “por toda la gente que nos dejó y son parte de la historia” como Genaro Borrás, Alvarito o Carlos Pérez, que “han contribuido a hacerlo grande”.

Gustavo López (1999-2007)

El del “Cuervo” fue un romance a primera vista. Si vestir la camiseta “fue un placer”, el brazalete se convirtió en un privilegio para “tratar de dejar lo más alto posible la imagen de disciplina y sacrificio, que es todo lo que representa a Vigo como ciudad y al Celta como club”.

GUSTAVO LOPEZ, DEL CELTA, CELEBRA UN GOL ANTE EL DEPORTIVO DE LA CORUÑA, EN BALAIDOS

GUSTAVO LOPEZ, DEL CELTA, CELEBRA UN GOL ANTE EL DEPORTIVO DE LA CORUÑA, EN BALAIDOS / RICARDO GROBAS

El argentino protagonizó algunas de las imágenes más icónicas en La Cartuja o los descensos, por lo que al llegar al siglo mira hacia atrás “con alegría y orgullo por lo que se logró, ya que la mayoría de los años fueron de alegría y estar tantos años en la élite”.

Pablo Contreras (2003-08)

Aunque siempre priorizó jugar, su condición de extranjero hizo que para él tuviera más valor el ser elegido por sus compañeros para portarlo, tomando el relevo a Pinto por primera vez en un amistoso en Portugal.

Pablo Contreras. |  // R. GROBAS

Pablo Contreras. | // R. GROBAS / Víctor P. Currás

Agradecido por seguir acudiendo a Vigo, donde “fueron los mejores años de su vida deportiva”, valora también el haber tenido ese rol por delante de otros veteranos y en una etapa en la que llegaron canteranos al primer equipo. En el balance de sus cinco años prefiere quedarse “con las cosas lindas” tras saborear las mieles de las competiciones europeas y los dos descensos que les sucedieron.

Borja Oubiña (2003-2015)

El regreso del brazalete a un canterano llegó en Segunda en la época de Pepe Murcia. “Dice que tienes ya una trayectoria en el club de ciudad y es algo muy bonito”, algo que recuerda con especial cariño para poder ayudar a la gente. “Esto se trata de rendimiento y para eso tratas de conocer a la gente, escucharles y acercarte a ellos”.

El mediocentro, símbolo indiscutible de este siglo, reconoce emocionarse al ver a toda la gente que ha participado en la historia aparecer ahora para celebrar el centenario. “Es rememorar mi infancia, mi vida y cómo pienso yo reflejado en el Celta”.

Borja Oubiña cede a Roberto Lago el brazalete de capitán en un partido en 2012

Borja Oubiña cede a Roberto Lago el brazalete de capitán en un partido en 2012 / JESUS DE ARCOS

Roberto Lago (2007-2013)

El de lateral es probablemente uno de los puestos más prolíficos para este rol. El único canterano que ha portado la cinta desde alevines en el Torneo de Brunete hasta la Primera División fue “A Galerna do Calvario”. Aunque no sitúe con exactitud cuándo estrenó esa situación “difícil de explicar con palabras”, Lago sí que recuerda la votación de sus compañeros para elevarlo a esa categoría, dejando atrás los criterios de antigüedad vigentes.

Siguiendo el consejo de Pinto en su debut con el primer equipo decidió “no hacer a los canteranos lo que no le gustaría que le hicieran”. Prueba de ello fue la amistad que entabló con tres de los nombres más importantes de la década pasada en el club: Iago Aspas, Hugo Mallo y Orellana. Con “buena salud e ilusión por hacer un buen año”, valora más la importancia del vestuario en el día a día, especialmente en hacerles entender a los llegados de fuera lo que significaba el Celta.

Gustavo Cabral (2012-2019)

Miembro de la saga de defensores argentinos -como Fernando Cáceres o de manera menos directa, Eduardo Berizzo- que tuvieron un peso en el vestuario. Lo hizo después de la retirada de Borja Oubiña y apenas dos años después de llegar al club, calificándolo como algo "especial y de mucha importancia" en su carrera.

Gustavo Cabral levanta el Trofeo tras el Celta-Depor de la pretemporada de 2014 en Pasarón

Gustavo Cabral levanta el Trofeo tras el Celta-Depor de la pretemporada de 2014 en Pasarón / RAFA VAZQUEZ

Cabral destaca especialmente el "vestuario muy unido" que había en esa primera temporada, con la mezcla del grupo que había logrado el ascenso y caras nuevas como la suya o Augusto Fernández. Aún así, su mejor año para él fue el de la Europa League, donde tuvo un papel clave en el vestuario y las eliminatorias, anotando el gol clave ante el Shakhtar. "Me hubiese encantado por estar en los festejos y todo lo que sea referido a este año" señala desde México, donde junto a su familia todavía sigue la actualidad del club.