Una metáfora ha marcado el arranque de LaLiga para el Celta: la del Tourmalet. El calendario agrupó los partidos contra los rivales más fuertes al comienzo y, tras superar esos colosos, ahora tocaba afrontar terreno a priori más favorable, contra equipos de su nivel o inferiores. Lo que esa metáfora, bastante mejorable, no cuenta es que en el ciclismo muchas veces son más decisivos los descensos que las subidas. Y en la primera curva de la bajada el Celta se ha pegado un trastazo de los que duelen: el Real Valladolid le ha endosado un 4 a 1.

Resultó el típico encuentro que temen los aficionados celestes en cuanto leen un par de estadísticas. Los de Pucela solo llevaban seis tantos en todo el torneo y eran el equipo que más remates necesitaba para transformar. Pues bien, contra los vigueses anotaron cuatro en solo siete disparos entre palos.

Por si fuera poco, el Celta desaprovechó dos de esas jugadas que pueden cambiar la dinámica de un partido cuando se tuerce: Marchesín hizo una parada portentosa a un penalti y en la jugada después sus defensas lo dejaron vendido; y luego un futbolista tan fiable como Iago Aspas falló por dos veces desde el punto de penalti. Una tarde-noche aciaga.

Los célticos, con Tapia por Gabri Veiga y Mingueza por Unai, comenzaron el partido intensos, encerrando a los locales en su campo. Tampoco encontraron muchas vías hacia el gol y los de Pacheta fueron equilibrando poco a poco el encuentro. En ese territorio indefinido hallaron petróleo (o gas natural) los pucelanos. Aguado sacó en corto, hacia la frontal, una falta en un costado que los visitantes defendían en su área. Roque Mesa enganchó un tiro duro que se envenenó tras tocar en Hugo Mallo para ponérselo imposible a Marchesín. De nuevo con muy poco se desangran los vigueses.

Lo del Chacho Coudet reaccionaron con rabia en busca del empate rápido. Este llegó, sin embargo, por un camino inesperado. Sufrieron los vigueses para despejar un córner, pero cuando lo lograron, pillaron al Valladolid desordenado. Cervi condujo y se la cedió a Strand Larsen, que con un amagó rompió a su par y luego le regaló el gol a Óscar Rodríguez. Otro buen partido del noruego, que, sin embargo, no acaba de abrir su casillero de tantos.

¿Está haciendo Coudet una buena gestión de la plantilla del Celta?

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A la vuelta del vestuario, el Celta salió con el ánimo de decantar la balanza a su favor. Tuvo tres o cuatro llegadas peligrosas, quizás la más clara una falta lanzada por Aspas por fuera de la barrera que se fue por un palmo. Óscar le discutió el lanzamiento al de Moaña, pero este tiró de jerarquía. En esa tesitura, el Real Valladolid encontró aire en los cambios. Los incorporados Óscar Plano y Sergio León fabricaron una ocasión que salvó con reflejos Marchesín. Pero ante el córner subsiguiente no pudo hacer nada. Otra vez un fallo de marca y cabezazo inapelable de Joaquín.

Coudet buscó replicar con Gabri Veiga y Carles Pérez por Tapia y Cervi, pero el equipo ya no gobernaba el partido. Diez minutos después del segundo, en el 72, Sergio León cazaba un centro del excéltico Olaza que se envenenó tras tocar de nuevo en Mallo. Poco después el árbitro marcaba a Aidoo uno de esos penaltitos que este año no se iban a pitar. Marchesín se lo sacó a Sergio León con brillantez, pero a la jugada siguiente el delantero volvía a encontrar facilidades para fusilar.

Con 4 a 1 todo parecía perdido, hasta que apareció un rayo de esperanza, de nuevo gracias a Larsen. El ariete sufrió una patada obvia cuando trataba de hacer una chilena dentro del área; al VAR le costó convencer a Pizarro Gómez, que al final señaló los 11 metros. Pero Masip, que ya le había parado una pena máxima a Aspas en 2020, duplicó la hazaña. El de Moaña lanzó a su izquierda y el portero le leyó para despejar. Hubo que repetir por la entrada de un jugador en el área antes de tiempo; el delantero cambió de lado y el guardameta volvió a adivinar, esta vez incluso atrapándola.

El Celta murió intentando enjuagar un resultado muy abultado. El Valladolid supera a los vigueses en la tabla, a los que espera el Getafe el próximo lunes. Es momento de levantarse, recoger la bicicleta, hacer balance de daños y negociar las siguientes curvas.