Diego Martínez volvió ayer a Balaídos, al estadio de su equipo antes de mudarse a Andalucía hace dos décadas para iniciar una carrera primero universitaria y luego profesional en el fútbol que le ha llevado al banquillo del Granada, al que ascendió el curso pasado a la máxima categoría. El técnico vigués se mostraba feliz con la victoria, polémica por las dos expulsiones en el bando céltico, y mostraba su apoyo a la utilización del videoarbitraje. Es más, cree el entrenador del equipo andaluz que el fútbol es ahora "más justo" con la revisión de jugadas como las dos faltas que dieron una gran ventaja a su equipo en el partido de ayer.

"Es una victoria maravillosa para un equipo recién ascendido como nosotros. Cuando salió el calendario, si nos dicen que vamos a tener siete puntos, no se lo hubiera imaginado ni el más optimista", manifestó el técnico vigués del Granada en la rueda de prensa posterior al partido contra el Celta. El equipo nazarí ha conseguido todos sus puntos a domicilio, pues perdió en casa con el Sevilla pero sumó un empate en Villarreal y venía de ganar en casa del Espanyol. Ayer sumó su segundo triunfo en Vigo, donde no ganaba desde 1958.

Martínez dijo sentir "un orgullo muy grande" por sus futbolistas, y reconoció que el de hoy era un partido especial por volver a su ciudad y enfrentarse al club en el que se formó como futbolista.

"Estoy contento por mi familia que siempre soñó con verme debutar en Balaídos. Era un partido que había que saber jugar, con cabeza e inteligencia. A nosotros nos gusta que haya más dinamismo, pero hicimos el partido que debíamos", apuntó Martínez, quien dijo "desconocer" el alcance de la lesión de Fede Vico.