Vigo se convirtió ayer en el escenario de una batalla de cánticos entre los aficionados del Celta y del Manchester United. Muchos de ellos coincidieron en el Casco Vello y su entorno. Montero Ríos, Rosalía de Castro y la zona de las ostras fueron improvisados lugares donde sonó la música. A media tarde, el ambiente se trasladó a Balaídos, cita obligada para todos. Fueron 1.300 los seguidores del conjunto inglés. El despliegue de seguridad incluyó más de 400 efectivos de la Policía Nacional y Local. No se registraron incidentes durante la jornada que se puede considerar casi de convivencia.

Llegaron muchos seguidores del Manchester por la mañana. Estaba previsto. La mayor parte de ellos desembarcaron en los autocares que les llevaron hasta A Laxe. Venían de Peinador, Oporto y también Santiago. Se esparcieron por la ciudad ante un despliegue de seguridad visible en muchas esquinas. El Casco Vello no fue el epicentro de la 'movida'. Su presencia llegó a otros lugares, como Rosalía de Castro y la zona de Montero Ríos. El sol, que todos parecían buscar con insistencia, era el mejor aliado. La cerveza se convirtió en protagonista de la jornada. En la Plaza de la Constitución el invento de las barras no funcionó. El hecho de tener que quedarse en pie o los precios llevaron a los ingleses a buscar otras ubicaciones.

Por la mañana no hubo el ambiente esperado. Pero desde primera hora de la tarde se notó la ebullición. El punto de 'rivalidad' bien entendida se concretó enfrente a la Concatedral. Allí coincidieron un numeroso grupo de ingleses, muchos con camisetas y gorros, y otros del Celta, también uniformados para la ocasión. Desde uno y otro lado se sucedieron los cánticos. El equipo céltico interpretó todos los clásicos. Los ingleses contestaban con varias de las canciones que dan colorido a Old Trafford. Esa batalla musical se desarrolló sin incidentes. Eso sí, la rivalidad era evidente. El espacio se convirtió en un punto de encuentro, relegando otros escenarios a la escasa presencia de seguidores.

La visita del Manchester United, y también la de sus aficionados, causó expectación en la ciudad. Se pudo comprobar en numerosos detalles. Muchas personas se vistieron con las camisetas celestes. Otros se lo tomaron como un día de fiesta. Todo ello con la mirada siempre vigilante de la Policía. Solo dos pequeños incidentes, que se pueden considerar anecdóticos, rompieron algo la armonía. Los alborotadores fueron reducidos de inmediato. Muchos ni se enteraron de lo que sucedía en ese momento.

Los balcones y muchos bares lucían pancartas y camisetas de los dos equipos. Los ingleses también viajaron con su 'equipación habitual'. Todos pudieron comprar, si lo deseaban, las bufandas que se vendían en el centro de la ciudad. Cinco euros sin posibilidad de rebaja. Un grupo de jóvenes logró agotar las existencias de uno de los vendedores.

Además de la expectación general, otra también fue protagonista. Lo pueden contar Javier y Mauro, dos aficionados del Celta que se encontraban en el Casco Vello con sus camisetas. Fueron entrevistados por cinco televisiones distintas. Y sin moverse del lugar que ocupaban. "Vamos a ser famosos", dijeron entre risas cómplices.

Sacaron alguna lección positiva. Por ejemplo, aprender algunas palabras en inglés. La comunicación se hacía algunas veces fundamental, en otras bastaban los gestos. En esa dinámica estuvieron el grupo de seguidores del equipo inglés que se trasladó a media tarde a A Laxe. Desde ese lugar, Vitrasa los llevó hasta Balaídos para que continuasen allí con la fiesta.