Los emigrantes retornados de Vigo, Vilagarcía, Meaño, Marín y Lugo celebran su reencuentro

Es una cita de confraternidad que repiten cada año y que ayer incluyó misa en San Benito de Lores y un almuerzo en Sanxenxo

Algunos de los participantes en el encuentro.   | //  IÑAKI ABELLA

Algunos de los participantes en el encuentro. | // IÑAKI ABELLA / Tino Hermida

Tino Hermida

Unos 60 antiguos emigrantes gallegos, que coincidieron en sus años de éxodo en el distrito alemán de Lage Lippe, volvieron a reunirse ayer en su Encuentro de Confraternidad de Emigrantes, y ya van quince ediciones.

Lo hacían en la parroquia meañesa de Lores, manteniéndose fieles a la iniciativa que empezara a promover en 2006 el vecino Manuel Bouzada, y que solo estuvo parada un par de años, debido al COVID.

El encuentro arrancaba con una misa en el santuario de San Benito de Lores. Luego, el grupo compartía mesa y mantel en el restaurante “La Indiana”, en Sanxenxo.

Una cita que contó con antiguos emigrantes en Lage Lippe llegados desde Vilagarcía, Cambados, Sanxenxo, Vigo, Marín e incluso desde Lugo, amén de una decena de meañeses que coincidieron en su etapa de emigrantes en el mismo espacio germano.

Manuel Bouzada

Manuel Bouzada reconocía que “esta iniciativa responde a la necesidad vital de mantener vivos los lazos que tanto nos unieron en la emigración, donde el ser gallegos o españoles allí fuera nos aunaba”.

La cita comenzó congregando en sus primeros años a más de un centenar de emigrantes, “pero con el tiempo –apuntaba su promotor– nos vamos muriendo y quedamos menos vivos de aquella historia; pero nos gustar seguir recordándolo”.

De hecho, la misa se oficiaba en honor a los antiguos emigrantes de Lage Lippe ya fallecidos, tal y como explicaron los promotores del encuentro.

El distrito de Lage Lippe está ubicado en plena región de la Westfalia, en el norte del país, y es un importante centro de producción que cuenta hoy con 36.000 habitantes.

En su día fue destino de numerosos emigrantes gallegos y españoles que trabajaron empleados sobre todo en la metalurgia, la fabricación de muebles, la costura y la construcción.

La presencia española en Lage Lippe, recuerda Manuel Bouzada –que mantuvo su éxodo allí durante 40 años, desde 1966–, llegó a ser tan numerosa que “incluso tuvimos un Centro Español que alcanzó los 1.300 socios, y en su mayoría éramos gallegos”.

Allí “disponíamos de una sede grande, que era todo un inmueble, y hasta llegamos contar con un equipo de fútbol aficionado que participada en competición federada”, recuerda.

Hoy en día la presencia española en Lage Lippe se redujo hasta mantenerse prácticamente como una colonia residual.

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