La memoria musical, la mejor terapia para los enfermos de Alzhéimer

La musicoterapia es una disciplina cada vez más en boga en la lucha contra el alzhéimer, estimulando y alegrando a los pacientes

Una de las muchas actividades con música tradicional de AFAMO y Xabier Blanco, con instrumentos de raíz.   | // FRAN G. SAS

Una de las muchas actividades con música tradicional de AFAMO y Xabier Blanco, con instrumentos de raíz. | // FRAN G. SAS / diego g. carballo

Diego G. Carballo

La Federación Alzhéimer Galicia (FAGAL) estima que alrededor de 70.500 personas sufren alzhéimer u otro tipo de demencia similar en territorio gallego, que afecta a un 12,5% de las personas mayores de 65 años. Esta cifra sube hasta el 31,25% al superar los 85 años. El alzhéimer es la primera causa de estas demencias, por lo que abarca la gran mayoría de estudios, titulares y atención dentro de la comunidad científica, investigadora y mediática.

Una de las terapias que más está llamando la atención entre propios y extraños a la enfermedad es la musicoterapia, que consiste en utilizar la música como una forma de estimular la mente de los afectados. En ocasiones, incluso pueden llegar a “despertar” a pacientes que llevan tiempo sin moverse o sin hablar.

Para Alba Basallo, trabajadora social de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer Vilagarcía de Arousa (AFASAL), la musicoterapia es una gran ayuda a la hora de tratar la demencia, pero que aún está en su infancia: “hay muy pocas personas que tengan formación en musicoterapia. Pienso que deberíamos avanzar y trabajar todos con música, porque te ayuda de muchas maneras”, comenta. Los ejercicios que se pueden hacer son variados: qué instrumentos reconocen los pacientes, tocar música, cantar, aplaudir…

Basallo compara los recuerdos durante el alzhéimer como una estantería que se va cayendo: “primero caen los libros de arriba, los recuerdos más recientes. Los de abajo, que representan los más antiguos, son los últimos que caen”. Esto hace que muchos pacientes con demencia recuerden cosas de su infancia, especialmente canciones o instrumentos que tocaban de pequeños.

En sus 11 años en AFASAL, Basallo ya ha visto con sus propios ojos el efecto casi mágico que tiene la música en los enfermos de alzhéimer: “nosotros tuvimos casos de personas que perdieron casi todas las facultades y ni hablaban, pero cuando sonaba una canción que les transmitía mucho se ponían a cantar”.

En busca de los recuerdos

Ya son varias las asociaciones pertenecientes a FAGAL que están experimentando con la musicoterapia, para en un futuro, cuando tengan los recursos suficientes, se puedan extender a otras organizaciones.

Una de las pioneras en esto es la Asociación de Familiares de Persoas con Alzhéimer do Morrazo (AFAMO), con sede en Moaña. Allí, a través de su programa “InRaíz”, la música forma parte de las terapias que reciben sus usuarios.

Martina Ferradás, su coordinadora, la define como una “intervención musical terapéutica a través de la música de raíz gallega, donde nuestros usuarios intervienen tocando instrumentos de raíz, recuperando cantigas y bailes perdidos y haciendo movimientos acompasados con ellos”.

Los instrumentos con los que trabajan los pacientes de AFAMO son cañas, botellas de anís, molinillos de café o conchas, entre otros. El proyecto, dirigido por el musicólogo e investigador Xabier Blanco, pone en práctica sus décadas de investigación y experiencia en el área.

Según Ferradás, los beneficios son notorios: “a nivel emocional les provoca grandes momentos de felicidad. Es entrar por la puerta Xabier [Blanco] y el ambiente cambia totalmente, empiezan a recordar y se transforman, se olvidan de todos los momentos de ansiedad y angustia, incluso en fases muy avanzadas de la enfermedad”.

La coordinadora lo compara con un “despertar”, como si la personalidad de los usuarios, encerrada por la demencia, se liberase. En la parte cognitiva, se trabajan mucho los recuerdos, a través de la música que ellos vivieron y los instrumentos que tocaron.

Son muchas las posibilidades que la musicoterapia ofrece a los pacientes que sufren de alzhéimer u otros tipos de demencia. Los resultados positivos que están dando casi todos los estudios y casos prácticos son prueba de que, incluso cuando la memoria es presa de tal enfermedad, la música puede ayudar a devolverles un pedacito de felicidad a esas personas.

Los músicos que desafiaron a la demencia

Si la música tiene tantos efectos positivos en los enfermos de alzhéimer y otras demencias, cabe esperar que los músicos que sufran estas patologías tengan una especial conexión con la musicoterapia, o que retrasasen los síntomas de la enfermedad. Basallo recuerda varias experiencias de su estancia en AFASAL: “nosotros tuvimos usuarios que eran músicos y que perdían los recuerdos recientes, pero seguían recordando los antiguos”. Otra fue la de una mujer de Carril, ya fallecida: “tenía un alzhéimer muy avanzado, ya hacía muy pocas cosas, pero luego le ponías una pandereta en la mano y se ponía a tocar maravillosamente”, recuerda la trabajadora social. “Ahí supongo que el cerebro actúa de forma inconsciente, pero era increíble ver como una persona que había perdido casi todas sus capacidades cognitivas tocaba la pandereta como si nunca hubiese tenido alzhéimer”.

Un ejemplo que Basallo también recuerda es el de una bailarina que se volvió viral en 2020, llamada Marta González, que fue primera bailarina del Ballet de Nueva York en 1967. En 2019, afectada de alzhéimer y casi sin capacidades cognitivas, vivía en una residencia de Alicante, donde un terapeuta probó la musicoterapia con ella, reproduciéndole un pasaje de “El Lago de los Cisnes”. En el vídeo viral, la bailarina movía los brazos de la misma manera que lo hacía en su juventud, sin fallar en los movimientos. Otro caso es el del recientemente fallecido cantante de jazz estadounidense Tony Bennett, que fue diagnosticado en 2016 con alzhéimer. Sin embargo, a pesar del avance de la enfermedad, continuó dando conciertos hasta 2021, cuando anuncio su retirada de los escenarios. Su neurólogo dijo en la revista “AARP” que la música estimuló su cerebro y que sus ensayos dos veces a la semana mantuvieron su mente alerta y aliviaron síntomas como la desorientación o la depresión. Hasta el momento de su muerte, en 2023, continuó cantando y recordando la letra de sus canciones.

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