El abandono de las parcelas privadas eleva el peligro de incendio en los montes de O Salnés

Medio Rural considera que gran parte de la comarca está en riesgo muy alto debido al calor y a los vientos que se registran | La mayor parte de las comunidades tienen limpias sus parcelas pero temen un verano complicado

Un hidroavión lanza su carga de agua sobre el incendio que tuvo lugar en Xiabre en el mes de agosto de 2022.

Un hidroavión lanza su carga de agua sobre el incendio que tuvo lugar en Xiabre en el mes de agosto de 2022. / Noé Parga

A. G.

Los montes de O Salnés han sido pasto de las llamas con demasiada frecuencia y, en la mayor parte de los casos, siempre se cumplía una máxima, la acumulación de maleza en gran parte de las parcelas, que se acaba convirtiendo en combustible que alimenta el incendio de manera peligrosa. Quienes mejor conocen la situación son los responsables de las comunidades de montes de la comarca que ven como todo el trabajo de gestión y ordenación del monte puede acabar yéndose al traste por el abandono que sufren las parcelas privadas que los rodean en jornadas como la del pasado lunes y la de ayer, en la que Medio Rural mantuvo el nivel de riesgo extremo y muy alto de incendio en la comarca de O Salnés.

Los factores de ese abandono son muchos, desde el lento declive del rural, que lleva a muchos de sus vecinos a abandonarlo para asentarse en entornos urbanos; la lentitud con la que se están desarrollando las concentraciones parcelarias, unos procesos que se eternizan en el tiempo y llevan al abandono de las fincas antiguas mientras se espera a las nuevas designaciones.

Francisco Casás, responsable de la comunidad de montes de San Tomé de Nogueira, en Meis, considera que el problema más grave que genera el abandono de los montes privados “es la falta de una ordenación adecuada; hay parcelas en las que no cabe un tractor y por eso creemos que se debería parcelar de forma adecuada el monte, lo que permitiría un mejor aprovechamiento forestal para sus propietarios, además de obligarles a mantenerlo limpio”.

Sin embargo, no es precisamente la administración el mejor ejemplo, continúa Casás, poniendo como ejemplo lo que ocurre en los terrenos públicos del enlace de Curro, donde “se acumula la maleza durante mucho tiempo sin que se proceda a su limpieza, convirtiéndola en un inmenso matorral lleno de escombros; si la propia administración da ese ejemplo, como va a reclamar a los propietarios privados que limpien sus parcelas”. En lo que respecta a sus parcelas, Casás asegura que “están limpias, pero todo lo que nos rodea nos preocupa mucho, porque si llega un incendio descontrolado y alimentado por toda la maleza, ya podemos tener todo limpio que lo lleva por delante”.

Las comunidades de montes de O Castrove, por su elevada masa forestal, llegaron a tener, en su día, cuadrillas propias de extinción de incendios, pero “ahora no nos dan subvenciones para ello, aunque yo soy de la opinión de que cualquier ayuda, si es para luchar contra el fuego, es positiva”. De aquella época, comunidades como la de San Tomé guardan todavía un tractor y una cisterna que ponen siempre a disposición de los servicios de extinción cuando es necesario.

En el caso de la comunidad de montes de Tremoedo, en Vilanova, cuentan con un plan de ordenación que les ha permitido llevar las limpiezas y cortas de forma correcta pero “tenemos el problema de la dispersión de los terrenos”. Lo explica el directivo Adrián Baños, antes de describir que “contamos con parcelas que van desde los 2.000 metros cuadrados a varias hectáreas, muchas de ellas próximas a núcleos rurales, que es donde incidimos en las limpiezas para que un posible incendio no se acerque a las casas”.

Uno de los grandes problemas que tiene la parroquia es la lentitud con la que se ha desarrollado la parcelaria, una circunstancia que ha provocado que “haya propietarios que se han desentendido de las que eran sus parcelas mientras no se les entregan aquellas que van a gestionar en el futuro”. Baños confía en que esto se resuelva este año y permita que se realice un aprovechamiento adecuado de las parcelas. “Tenemos la confirmación de la Xunta de que las nuevas parcelas se entregarán antes de que finalice el año, una circunstancia que va a cambiar, de forma sustancial toda la fisonomía del monte en la parroquia”, explica Baños.

Las comunidades de András (Vilanova) y Sobrán (Vilagarcía) son vecinas y mantienen una política común a la hora de mantener limpias sus parcelas y apostar por una explotación forestal racional. Sin embargo, no ocurre lo mismo con todos los terrenos que las rodean. Manuel Barcala, presidente de Sobrán, señala que “nosotros tenemos bastante limpio el monte, pero si comienza en la de algún particular, ..., nos salvaría el hecho de que estamos abrigados del viento del norte, que suele ser el que causa los mayores problemas”. La comunidad está aprovechando el dinero de una subvención municipal para limpiar las hectáreas que todavía quedan pendientes. José Luis Tourís, de András, reconoce que “por mucho que cuidemos, si lo que está alrededor está abandonado, acabas sufriendo las consecuencias”. En el caso de András, se ha hecho una importante apuesta por las frondosas para evitar la propagación de las llamas en caso de que estas lleguen.

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Si existe un lugar en el que los incendios han sido devastadores, ese punto es la parroquia vilagarciana de Cea. El último de ellos ocurrió el pasado año y se llevó por delante más de 400 hectáreas de arbolado, fundamentalmente pino. Julián Abuín, presidente de la entidad, reconoce que ya llevan más de un año intentando recomponer todo lo que destrozaron las llamas. “Allí donde los pinos tenían más tiempo, estamos consiguiendo una regeneración natural gracias a sus piñones, pero en otros puntos, esa regeneración resulta imposible”, explica. En esas zonas no les va a quedar otro remedio que plantar nuevos árboles, pero las ayudas para hacerlo “no se nos conceden en un plazo de cinco años; así que vamos a tener que aguardar todo ese tiempo”. Abuin no duda en usar el calificativo de “duro” para definir lo que ocurrió a principios de agosto de 2022, cuando las llamas, procedentes de Saiar, se adentraron a toda velocidad en los terrenos de la comunidad de montes de Cea y estuvieron cerca de arrasar industrias y viviendas. “Ese día volvió a ocurrir exactamente lo mismo que en 2006 y en 2016, cuando un incendio que se originó en el lado de Caldas, se descontroló allí y vino avanzando hasta nuestros terrenos, donde ya resultaba imposible frenarlo”. El temor de que pueda volver a ocurrir existe, por eso la comunidad mantiene limpios aquellos terrenos que no resultaron afectados por el fuego en la infausta jornada de principios de agosto del pasado año.

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