Alto el fuego (parcial) en la "guerra de la mejilla"

Las grandes organizaciones bateeiras alcanzan un esperanzador acuerdo con la Xunta, pero hay asociaciones que no lo quieren

La reunión entre el director xeral de Pesca, Acuicultura e Innovación Tecnolóxica, Antonio Basanta, y los representantes de las principales organizaciones de productores de mejillón de Galicia: Opmega, Amegrove y Socomgal.

La reunión entre el director xeral de Pesca, Acuicultura e Innovación Tecnolóxica, Antonio Basanta, y los representantes de las principales organizaciones de productores de mejillón de Galicia: Opmega, Amegrove y Socomgal. / FdV

Manuel Méndez

Manuel Méndez

El sector bateeiro, uno de los motores económicos de Galicia, vivió ayer una jornada que puede calificarse de decisiva. Y es que la Consellería do Mar le comunicó la apertura de nuevas zonas en las que recolectar mejilla –la semilla o cría de mejillón–, lo cual puede servir para zanjar, de una vez por todas, un conflicto que existe y se padece desde hace cuatro décadas, pero que se ha enquistado en el último año.

Lo que hizo la Consellería do Mar, representada por su director general de Pesca y Acuicultura, Antonio Basanta, fue ofrecer a los acuicultores otros 20 o 25 kilómetros de costa, que se suman a los 130 autorizados recientemente “para que los bateeiros puedan hacer frente a la escasez de cría registrada este año”. 

Todo encauzado (a priori)

Así se lo transmitió Basanta a los representantes de las principales organizaciones de productores –Opmega, Amegrove y Socomgal– tras tomar como base y referencia “las propuestas razonables y viables realizadas por estas entidades a la Consellería do Mar”.

Acordamos ampliar el número de cuerdas colectoras en las bateas de reparqueo y logramos el compromiso de paralizar los cambios en las bateas de ostra para captar mejilla y que se revisen las zonas en las que realmente se puede aplicar esta medida

Opmega, Amegrove y Socomgal

De ahí que todo esté encauzado, con previsión de abrir las nuevas áreas de trabajo desde el lunes.

Solidaridad de la cofradías

En Mar destacan que esto es fruto del diálogo mantenido con los acuicultores y las cofradías de pescadores, las cuales “mostraron su empatía y solidaridad ante la difícil situación actual por la falta de mejilla”. 

Es por ello que la Xunta destaca y agradece “el talante, compromiso, comprensión y madurez de los responsables de los pósitos”, al igual que la buena voluntad de las organizaciones bateeiras antes aludidas.

Éstas confirman la buena sintonía y la posibilidad de zanjar ya la “guerra de la mejilla”, aunque dejando claro que quieren seguir negociando para conseguir más mejoras.

El comunicado del sector

Así lo aclararon tras reunirse con Basanta. Explicaron en un comunicado que arrancaron un compromiso “en base a las propuestas que hemos entregado en las últimas semanas a la Xunta que permitirá abrir progresivamente desde el lunes nuevas zonas de mejilla”.

No solo eso, sino que “acordamos ampliar el número de cuerdas colectoras en las bateas de reparqueo y logramos el compromiso de paralizar los cambios en las bateas de ostra para captar mejilla y que se revisen las zonas en las que realmente se puede aplicar esta medida”. 

Seguirán negociando

Dicho lo cual, Opmega, Socomgal y Amegrove quieren dejar claro que “este acuerdo no supone poner fin a la negociación, pues vamos a seguir haciendo propuestas que nos permitan avanzar en la apertura de nuevas zonas y la adopción de otras medidas que contribuyan a dar respuesta a las necesidades de nuestros asociados”. 

Dicho lo cual, los legítimos representantes del sector en la mesa de diálogo oficial en la que tratar este asunto, apelan al conjunto del sector bateeiro “para que, ante estas nuevas aperturas, se trabaje con la máxima rigurosidad y de acuerdo a un control estricto”. 

Hacen un guiño a las cofradías

Creen los dirigentes que “debemos ser responsables, como hicimos y defendimos siempre, en la explotación de la mejilla y la preservación de los intereses de los demás profesionales del mar”. 

Vamos a seguir haciendo propuestas que nos permitan avanzar en la apertura de nuevas zonas y la adopción de otras medidas que contribuyan a dar respuesta a las necesidades de nuestros asociados

Amegrove, Socomgal y Opmega

Se trata, en consecuencia, de una firme apuesta por frenar la “guerra de la mejilla”. Y más aún cuando Opmega, Amegrove y Socomgal también dicen “apelar la unidad de nuestro sector para dialogar y conseguir los resultados deseados, pues serán beneficiosos para todas las partes”. 

De ahí que inviten a los críticos a “retomar el diálogo en la Mesa do Mexillón, para que todas las entidades del sector puedan hacer aportaciones y alcancen sus objetivos”. 

Debemos ser responsables, como hicimos y defendimos siempre, en la explotación de la mejilla y la preservación de los intereses de los demás profesionales del mar

Opmega, Amegrove y Socomgal

Todo esto constituye un punto de inflexión y una línea de entendimiento entre Mar y las grandes organizaciones que bien puede solucionar definitivamente la “guerra de la mejilla”.

El obstáculo es que el sector sigue partido en dos, haciendo gala de la histórica fragmentación que siempre lo ha debilitado y le ha impedido progresar y conseguir precios dignos para su producto.

Rosa Quintana: amor y odio

Una división patente en la reunión de ayer con la Consellería de Rosa Quintana, la misma que los bateeiros recibieron con los brazos abiertos cuando fue designada, por considerarla una gran conocedora y defensora de la realidad y necesidades de su sector, y a la que, sin embargo, acorralaron hace un año, cuando en aras de una explotación sostenible y la preservación del percebe, decidió limitarles las zonas de mejilla .

A ese encuentro, y de ahí la división a la que se aludía antes, acudían la Organización de Productores des Mejillón de Galicia (Opmega), Socomgal y Amegrove. Es decir, tres de las históricas y más importantes y representativas entidades del sector.

Una veintena de asociaciones en A Illa

Lo que ocurre es que a la misma hora los representantes de una veintena de asociaciones más –algunas con un puñado de bateas– se reunieron en A Illa para romper por completo el diálogo, anunciar nuevas movilizaciones y dejar claro que no acudieron a la reunión con Mar porque ya solo acceden a entrevistarse con el presidente Alfonso Rueda “y porque nos han estado mintiendo y manipulando”, alegan.

Por eso ayer, antes de saber lo que había pasado en Santiago, tomaron la decisión de reunirse mañana en Cambados para “pactar las nuevas movilizaciones y medidas de presión a adoptar contra la Xunta, ya que no vamos a permitir que sigan limitándonos el acceso a la cría”.

Quieren acceso total a las piedras

Dicho de otro modo, que quieren “acceso total y libre” a las piedras y que “no vamos a tolerar que la gestión de las zonas de mejilla esté controlada por las cofradías y percebeiros”.

Esto significa que la división continúa y que parece ya lo único que puede impedir dar una solución definitiva al conflicto de la mejilla.

El mismo conflicto que llevó a Opmega a presentar una propuesta específica alegando que hay zonas con abundancia de cría de calidad que puede recogerse sin interferir en la labor de los percebeiros.

Está por ver ahora cómo actúa el sector y si de verdad quiere solucionar el problema o si, por el contrario, opta por alimentar la "guerra de la mejilla" hasta las próximas elecciones.

Una guerra en torno al mejillón, la mejilla y el percebe que tiene casi tantos años como los que han pasado desde que se empezaron a explotar a gran escala las bateas gallegas.

Los heridos del "mejillón de fondo"

Se han vivido episodios de toda índole desde entonces, algunos especialmente graves, incluso con el resultado de personas heridas.

Representantes de las asociaciones bateeiras reunidas ayer en A Illa.

Representantes de las asociaciones bateeiras reunidas ayer en A Illa. / INAKI ABELLA DIEGUEZ

Como sucedía en los años ochenta, cuando la disputa por la semilla del “oro negro” de batea compartía protagonismo con el enfrentamiento entre acuicultores de O Grove y la flota de arrastre de Cambados, que andaban a tiros, literalmente, a causa del aprovechamiento del que se conocía como “mejillón de fondo”.

La hemeroteca está plagada de referencias al conflicto y al interés de bateeiros y cofradías por la explotación de este recurso cuyo único destino son las bateas, ya que no tiene aplicación culinaria alguna y se trata del molusco alevín que debe sujetarse a las cuerdas de las bateas, con ayuda de una fina red biodegradable (encordado), para, al cabo de un tiempo, conseguir producto de talla comercial.

Desde 1980

Una disputa a la que se ha dado visibilidad desde 1980 y que ha ido a más desde los conflictos vividos en aquella década.

En 1985, por ejemplo, un grupo de mujeres del Concello de Porto do Son expulsaba de la playa a algunas personas que recogían mejilla.

El patrón mayor de aquella cofradía coruñesa decía entonces que la extracción de cría estaba siendo “abusiva y preocupante”, para añadir que les estaban robando la cría para trasladarla en sacos de 25 kilos que se vendían a 1.500 de las antiguas pesetas.

“No queremos que se lleven la mejilla de nuestras piedras y playas porque no queremos que queden esquilmadas como las de Arousa”, reflexionaba entonces el representante de aquel pósito.

Extracción incontrolada

En aquella época, hace casi cuatro décadas, ya se decía que la extracción “incontrolada” de la mejilla hacía temer por su extinción en la costa rocosa de Arousa Norte (Barbanza).

Como también, que las bateas no permitían obtener cría de mejillón en cantidad suficiente. Dicho de otro modo, que las cuerdas de cría o colectoras eran incapaces de generar la semilla necesaria para garantizar los siguientes ciclos de cultivo.

Argumentos que, como puede verse, se repiten hasta la saciedad cíclicamente, y que cobran especial relevancia desde que hace un año la Consellería do Mar introdujo limitaciones para diferenciar las zonas de recolección de cría y proteger algunos de los principales bancos de percebe.

Los intervinientes en la reunión mantenida ayer en el municipio isleño.

Los intervinientes en la reunión mantenida ayer en el municipio isleño. / INAKI ABELLA DIEGUEZ

Un debate que suele acompañarse de un control de la costa como el que reclamaban en 1988 los ecologistas de Arco Iris, en Baldaio, quienes denunciaban la labor de “mariscadores sin escrúpulos” que “esquilmaban” las piedras.

1995: Opmar, el embrión de Opmega

Eran tiempos complicados en los que ya intentaba poner orden Opmar, la entidad que fue el embrión de la actual Opmega. En 1995, aquel grupo y ya históricos bateeiros como Olimpio Castelo, Ángel Padín Naveiro y tantos otros, alertaban de que el sector atravesaba una grave crisis de mercado desde unos años antes, por lo que planteaban la necesidad de lograr una mayor y mejor organización del conjunto de los mejilloneros gallegos.

"Nos vamos a matar", claman los bateeiros que recogen mejilla

Manuel Méndez

En ese marco, Opmar ponía sobre la mesa que no se trataba de aumentar la cosecha de mejillón, sino de mejorarla apostando por la calidad.

La escasez ya se vivía hace décadas

Ya entonces explicaba esa organización que había muy poca semilla en las cuerdas colectoras de los viveros y que recolectarla en las rocas de la costa atlántica tenía inconvenientes.

Citaba tres en concreto: que era una labor “arriesgada”, que la cría de piedra tenía inferior calidad y que “cada vez hay más enfrentamientos con los percebeiros y las cofradías en general”.

Era, hay que repetir, el año 1995. Y los argumentos eran idénticos a los actuales. De ahí que Opmar apostara entonces, hace 28 años, por la producción de cría en las conocidas como long-line o bien mediante la creación de criaderos específicos para lograr alevines, que son dos de las opciones de futuro que en la actualidad oferta y desarrolla la Xunta.

1999: Cemega

Así se llegó a 1999, cuando funcionaba la Confederación Central de Mejilloneros de Galicia (Cemega) y tanto esta entidad como la Asociación Gallega de Mejilloneros (Agame) pactaban con la Xunta el desarrollo de una campaña extractiva de mejilla desde el 1 de diciembre al 30 de abril, que son los periodos de recolección que, como base, se manejan desde entonces.

Aquel acuerdo se hacía acompañar de un compromiso por parte de los bateeiros: respetar las zonas de cultivo de percebe.

A su vez, la Consellería de Pesca de entonces se ofrecía a enviar biólogos y analizar los conflictos que pudieran surgir entre mejilloneros y percebeiros.

Zonas prohibidas

En aquellas negociaciones ya se planteaba la necesidad –y posibilidad– de introducir zonas prohibidas para la cría mediante las que proteger el percebe, que es lo mismo que se hizo el año pasado y tanta polémica desató en el sector bateeiro.

Así se juegan la vida los bateeiros cuando recogen mejilla en el litoral atlántico

Manuel Méndez

Se llegó así a un momento clave, como fue la publicación de la Orden de 24 de noviembre de 2000, según la cual los bateeiros podrían desplazarse a cualquier parte de Galicia para recoger mejilla sin necesitar el visto bueno de las cofradías de turno, fijándose un tope de extracción de 3.500 kilos de mejilla para cada vivero.

Desde entonces se agravó el distanciamiento entre bateeiros y percebeiros, sobre todo cuando algunas cofradías, e incluso diversos grupos políticos, acusaban a los mejilloneros de “arrasar con todo” en zonas como las de Cee, Fisterra, Corcubión y otros lugares de la costa coruñesa.

En realidad, nunca se demostró que fuera así, por mucho que la mejilla y el percebe compartan las mismas rocas en su ciclo vital.

Era así como, prácticamente cada año, se escribían nuevos capítulos en la “guerra de la mejilla”.

Tras el "Prestige"

La misma que a principios de este siglo llevaba a percebeiros como los de O Grove a pedir que se extremara la vigilancia sobre los recolectores de cría.

Sobre todo porque la tragedia medioambiental provocada por el hundimiento del petrolero “Prestige” había obligado a prohibir la actividad pesquera y marisquera. Y resulta que mientras la extracción de percebe seguía cerrada, la de mejilla sí estaba permitida.

Especialmente intenso fue el conflicto en 2003, cuando se intensificaba la escalada de tensión entre percebeiros y mejilloneros en la Costa da Morte.

2004: la lucha en Camelle

De ahí, por ejemplo, enfrentamientos tan duros como los vividos en 2004 en el lugar de Camelle, donde los percebeiros se enfrentaron a los recolectores de cría de mejillón que se habían desplazado desde las Rías Baixas.

Una "pelea" que, como se recordará, se repitió en infinidad de ocasiones, y se sigue produciendo, tanto en la costa coruñesa, desde Corrubedo hasta la Torre de Hércules, como en Cangas, Bueu, Baiona, O Grove y otros puntos de la fachada atlántica pontevedresa.

2005: las biotoxinas

Ya en 2005 los problemas relacionados con la mejilla eran otros. Las biotoxinas habían frenado las descargas y las cuerdas de los viveros estaban repletas de molusco de talla comercial que no podía ser vendido.

Razón por la cual los productores se quejaban de que con tanto producto colgado se dificultaba la captación de la cría.

Eran aquellos tiempos en los que se cuestionaban, por considerarlos demasiado estrictos y exigentes, los controles de las biotoxinas marinas que llevaba a cabo el Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino (Intecmar).

El mismo servicio dependiente de Mar que, a la postre, se ha convertido en una referencia mundial y en el principal aliado de los bateeiros, dado el aval sanitario y el plus de garantía y diferenciación que supone para su producto.

Al año siguiente, ya con Opmega en marcha y ejerciendo como gran referencia del sector, se alertaba del trasvase de cría gallega a la costa andaluza. Razón por la cual se pidió a la Consellería de Pesca, por entonces en manos de la socialista Carmen Gallego, que elaborara una normativa específica para evitar esta práctica.

2010: las peleas en Aguiño

Así se llegó a 2010, cuando se vivieron duros enfrentamientos en la costa de Aguiño (Ribeira), donde los percebeiros insistían en impedir que los bateeiros ejercieran su derecho a obtener la semilla.

Una de múltiples disputas repetidas hasta que en 2013 los mejilloneros exigían más tiempo para extraer cría y pedían que se estudiara su escasez, volviendo a alertar entonces de una preocupante desaparición de este recurso.

Una escasez, por cierto, que ahora resulta más evidente aún y que lleva a algunos a formular la necesidad de recuperar viejos hábitos de cultivo.

No hay que olvidar que “antiguamente el mejillón permanecía 18, 20 o incluso 24 meses colgado de las bateas y llegaba a realizar varios desoves”.

¿Qué significa esto? Pues que “ahora lo sacamos pequeño, de hasta 70 piezas por kilo, y no lo dejamos desovar, por lo que es imposible que tengamos producción natural suficiente de larva como para encordar todas las bateas”, reflexionan los propios productores.

¿La peor campaña?

Los mismos que hace justamente una década ya se quejaban en FARO por la que consideraban “la peor campaña de extracción de mejilla de la historia”.

Un calificativo y unos lamentos que se repitieron en años posteriores y llevaron a la conselleira Rosa Quintana y su equipo a ampliar durante meses diversas campañas recolectoras de semilla.

Además de ofrecer al sector la eliminación de la veda de la mejilla, permitirle colocar más cuerdas colectoras y desplegar otras muchas acciones tendentes a garantizar más cría a los mejilloneros.

Pero siempre “con el aval de los informes técnicos y apostando por la sostenibilidad y la preservación tanto de la mejilla como del percebe”, insisten en la Consellería do Mar.

Argumentos en los que incidió ayer al comunicar al sector la apertura de nuevas zonas, aunque pidiéndole que entienda y respete también los intereses de cofradías y percebeiros, ya que en lugares como Aguiño ya solo les queda un 6% de la costa reservada para su crustáceo.

En definitiva, que los enfrentamientos, el debate y la búsqueda de soluciones en torno a la mejilla se repiten desde hace cuarenta años en Galicia.

La diferencia es que ahora los que se enfrentan en las piedras son los hijos e incluso algunos nietos de aquellos percebeiros y bateeiros.

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Hace diez años se creó la Mesa do Mexillón porque en Galicia hay alrededor de 3.300 bateas que pertenecen a cerca de 2.300 productores. Y como se decía entonces, estaban oficialmente registradas medio centenar de asociaciones de mejilloneros diferentes, lo cual significaba que, como media, cada entidad representa a 66 parques de cultivo flotantes o a 46 bateeiros. Y lógicamente, cada uno de esos colectivos tiene sus propios intereses creados, por lo que no resulta fácil ponerlos a todos de acuerdo.

Esta, hay que insistir, es la prueba más palpable del "minifundismo" que se registra en las rías gallegas y de la atomización organizativa que sufre el sector mejillonero, convirtiéndose ésta en una de sus más directas amenazas.

Si resulta difícil poner de acuerdo a dos personas, empresas o entidades que tienen sus propios intereses en determinada cuestión, mucho más complejo puede resultar aunar el criterio de aproximadamente 2.300 productores que forman parte de cincuenta asociaciones distintas.

Y no hay que olvidar que muchas de esas asociaciones o delegaciones –no todas– se integran en agrupaciones de mayor rango, que también tienen sus propios intereses.

A modo de ejemplo, cabe decir que un bateeiro puede formar parte de una asociación determinada que, a su vez, integra una agrupación. Y, al mismo tiempo, cada entidad, cada agrupación y cada mejillonero pueden estar representados, o no, en el Consello Regulador do Mexillón de Galicia, que en teoría es el órgano que debe representar a todo el sector productor desde 2009.

Ni que decir tiene que esa particular y compleja estructuración del sector parece conferirle un carácter casi ingobernable, como se explicó en tantas ocasiones y vuelve a verse ahora.

En alguna ocasión miembros del propio sector mitilicultor lo explicaron diciendo: "Es como si un ayuntamiento de 3.300 vecinos tuviera 50 partidos políticos diferentes tomando decisiones cada uno por su lado".

Esta fragmentación o atomización organizativa, que la Consellería do Mar quiso paliar con la puesta en marcha de la Mesa del Mejillón –un órgano consultivo en el que tiene voz y voto un representante por cada grupo de 300 bateas–, es la que históricamente restó peso a los bateeiros gallegos.

Y la que en ocasiones les priva de la fuerza que por derecho les asiste, al tratarse de una potencia mundial en producción de mejillón.

Esa fragmentación también impide mejorar las condiciones de trabajo o conseguir precios más altos para el producto. Y hace que a veces ni los propios bateeiros sepan exactamente cuántas asociaciones hay o cuántas bateas pertenecen a cada una de ellas. Sobre todo porque el trasvase de parques entre unas delegaciones y otras es habitual.

De ahí que ayer la mayor cantidad de bateeiros estuvieran representados en Santiago, en la Mesa do Mexillón, y otros, dicen que involucrados en una veintena de entidades (más pequeñas), se quedaran en el Concello de A Illa.

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