Poco se está hablando de la pesca de lamprea en el río Ulla. La explicación es bien sencilla, y tiene mucho que ver con la escasez de producto.
Lo cierto es que la campaña que comenzaba el 3 de enero prometía, y mucho, pero la decepción es ahora absoluta en el colectivo de pescadores de las cofradías de Carril y Rianxo que de dedican a la captura del cartilaginoso y primitivo pez.
Camino de completarse el segundo mes de faena, el calificativo más empleado para definir esta campaña es el de “pésima”, parece ser que “con unas capturas de dos o tres piezas por embarcación” cada día que se levantan las nasas que se largan en el río, a la altura de Pontecesures.
Los pescadores consultados insisten en que “todo parecía apuntar a que este iba a ser un año de abundancia, pero está claro que nos equivocamos, ya que está siendo todo lo contrario”.
En gran medida esto parece deberse a la “sequía” experimentada en enero y buena parte de lo que va de febrero, ya que la lamprea necesita que el río baje con un buen caudal para poder orientarse y remontarlo hasta las zonas de desove.
Sin agua dulce suficiente desembocando en el mar, los pescadores de lamprea parecen condenados a sufrir una temporada “horrible”, de ahí que en lugar de las doce o catorce embarcaciones que podrían dedicarse a este recurso únicamente estén largando sus nasas cinco o seis.