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“Ahora que vuelve a haber demanda de lamprea, el río nos impide pescar”, clama el sector

Tania Rodríguez y Ramón Agrasar levantando una de las nasas con las que pescan lamprea. | // IÑAKI ABELLA

La campaña de la lamprea comenzó el 2 de enero con unas capturas más que aceptables. Pero a pesar de la abundancia, o quizás a causa de la misma, la temporada se truncó rápidamente, ya que no había a quién vender el producto.

El cierre de la hostelería a causa de la pandemia y los confinamientos perimetrales impedían a los clientes habituales desplazarse al muelle de Pontecesures para adquirir las capturas diarias obtenidas por los valeiros; un colectivo de pescadores que ahora acumula prácticamente tres semanas sin actividad a causa de lo peligroso que está el cauce fluvial.

“Antes teníamos lamprea en abundancia y no teníamos a quién venderla porque no había compradores, y ahora que aumenta la demanda, ya que no hay lamprea en ninguna parte y la hostelería quiere prepararse para la reapertura, resulta que no podemos salir a faenar a causa del mal tiempo y las intensas corriente”, explica Ramón Agrasar de Villanueva.

Es uno de los experimentados pescadores de lamprea de las cofradías de Rianxo y Carril que largan sus nasas butrón en aguas pontecesureñas. O mejor dicho, que largaban, ya que “con estas corrientes es imposible trabajar”.

Relata el propio Ramón Agrasar que es el único que está saliendo a largar sus nasas, “dos o tres veces por semana, para ver qué pasa y si es posible recuperar la actividad”. Pero el resultado es siempre el mismo, ya que “mientras no se calmen las aguas no hay nada que hacer”, insiste.

Sin noticias de la anguila

No es fácil dar con los pescadores de las cofradías de Rianxo y Carril que se dedican a la pesca de anguila en el Ulla.

Los pocos que hablan estos días sostienen que el escurridizo pez brilla por su ausencia, lo cual coincide con lo apuntado en ocasiones anteriores, en el sentido de que la producción de esta especie tiende a escasear en el otrora rico río, como también sucede con la solla.

Ademán el mal tiempo y las intensas corrientes del cauce fluvial no ayudan a los pescadores; alguno de los cuales indicaba ayer que la flota no había salido a pescar anguila a causa, precisamente, de las adversas condiciones.

Esto se debe a que “el río baja con tanta fuerza y arrastra tantas piedras, ramas, troncos e incluso árboles enteros que destroza las nasas completamente”.

“El río baja con tanta fuerza y arrastra tantas piedras, ramas, troncos e incluso árboles enteros que destroza las nasas completamente”

Ramón Agrasar - Pescador de lamprea

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Abundando en ello, este pescador de lampreas que suele faenar acompañado de su esposa, Tania Rodríguez, indica que “la presión que ejerce el agua es enorme estos días”.

Pone como ejemplo de ello que el lunes, cuando fue a levantar los aparejos que había calado, comprobó como el río había enrollado una de sus nasas en una piedra, “estrujándola por completo, como si fuera papel”.

La pesca no está resultando sencilla en el río Ulla. Iñaki Abella

Esto lo lleva a concluir que “aunque parece que es un año de abundancia de lamprea, lo cierto es que está siendo una campaña horrible, pues primero no teníamos quien nos comprara la lamprea y ahora no tenemos producto para atender la demanda”.

Una demanda, concluye Ramón Agrasar, que “no deja de ir en aumento, ya que en las pesqueiras –las construcciones romanas situadas río arriba– no tienen permiso para trabajar, y a esto se suma que la lamprea francesa aún no llegó y que en A Guarda y Portugal tampoco tienen producto con el que abastecer el mercado”.

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