Hay un importante caudal en el Ulla, sopló viento del norte y se alcanza el ciclo de cuatro años que, según algunos pescadores, es el que garantiza la llegada masiva de producto. Es por ello que la iniciada el día 2 está siendo una gran temporada para la captura de la lamprea del río Ulla. Eso sí, lo está siendo en cuanto a cantidad y también calidad de producto, lo cual no se corresponde, en absoluto, con las ventas.
La pandemia está destrozando por completo esta campaña que solo acaba de empezar, y el cierre y/o las limitaciones introducidas a causa del coronavirus en el sector hostelero de municipios con tanta demanda como Santiago y A Coruña solo sirve para dar la puntilla al sector.
Un sector –el de los valeiros de las cofradías de Carril y Rianxo que operan en aguas de Pontecesures– que está pescando bien cada mañana, pero que no tiene a quién vender lo que consigue en sus nasas butrón.
Con los restaurantes cerrados –o abriendo bajo mínimos y sin clientes–, la demanda de lamprea del Ulla se reduce a mínimos históricos. Y con el miedo que hay a los contagios entre la población tampoco los compradores particulares se acercan al muelle pontecesureño para adquirir el producto recién pescado.
Precios bajos
Y eso que su precio está más bajo que nunca. Sobre todo si se compara con el arranque de otras campañas, cuando se pagaban 75 o 100 euros por las mejores lampreas, e incluso más si se trataba de las primeras de la temporada.
Pero en la actualidad las grandes no superan los 30 o 35 euros, dependiendo del pescador de que se trate. Las medianas pueden encontrarse por 20 o 25, lo que da una idea de lo bajo que cotiza este año este preciado y primitivo pez cartilaginoso.
La consecuencia de todo esto, una vez superada la primera semana de actividad, es que hay pescadores que capturaron ya más de una veintena de piezas pero las tienen almacenadas porque no encuentran a quién venderlas.
“Lo tenemos todo a nuestro favor, tanto las mareas como el tiempo, y estamos capturando cuatro o cinco lampreas por barco cada mañana; pero no tenemos compradores”, explica el armador de una de las lanchas.
“Se están vendiendo más baratas que nunca, a unos 30 euros, y ni así somos capaces de colocarlas porque está siendo un año horrible"
“Estamos cogiendo ocho o diez piezas cada día, pero nos pasamos el día telefoneando a los restaurantes para que vengan a buscarlas y ya nadie las quiere porque no tienes clientes”, apostilla otro de los valeiros.
Hay incluso quien dice que “se están vendiendo más baratas que nunca, a unos 30 euros, y ni así somos capaces de colocarlas porque está siendo un año horrible en cuanto a ventas”.
Otros señalan que sus clientes habituales son restauradores “de Santiago y Pontevedra” que en esta época, a causa del coronavirus, “carecen de actividad, por lo que nos hemos quedado sin compradores”.
A esto se suma que “hay clientes particulares de Padrón, Valga y Pontecesures que solían venir al puerto a comprar y ahora no se atreven a salir de casa”.