Cuando trabajaba en la compraventa de ganado -carneros, sobre todo- Fernando Froiz aprovechaba sus dos viajes semanales a pie desde Lalín a la estación ferroviaria de Portas para visitar la tumba de su padre, Jesús, en A Estrada. Esta historia no tendría nada de particular si no fuera porque Jesús Froiz Gómez fue fusilado en la madrugada del 9 de octubre de 1936 en Ponte do Regueiro (en la salida de la carretera de A Estrada a Pontevedra) junto a otros cinco republicanos. El hombre tenía tan sólo 34 años y dejaba tres niñas y un bebé, Fernando, que había nacido seis meses antes. "Pasamos una vida muy dura, sobre todo mi madre", explica. Recuerda que su progenitora "trabajaba en la fonda de Abeledo, y yo iba a buscarla todas las noches". Tanto familiares (Fernando recuerda de forma especial a la tía Gabina) como los vecinos de Moneixas se volcaron en el cuidado de los cuatro pequeños para que pudiesen salir adelante.

No hubo ninguna represalia más contra los Froiz durante el franquismo, y gracias a los mayores del lugar pudo saberse dónde estaban enterrados Jesús Froiz y las otras cinco víctimas asesinadas donde se ubica ahora la gasolinera: Severino García Teijeiro; Juan Bacariza Sánchez y Ramón Muiños, además de los vilagarcianos José Domingo González Boullosa y Manuel Guillán Abalo. En 2008, justo 72 años después, se les rindió un homenaje y se colocó una placa en el cementerio donde reposan sus restos.

Ahora, la parroquia de Moneixas quiere organizar su propio tributo, de modo que el domingo 1 de junio celebra un homenaje a Jesús Froiz. Gracias al testimonio de vecinos y a las publicaciones de investigadores como el lalinense Manuel Igrexas, su hijo recuerda que Jesús trabajó entre los años 1928 y 1929 como corresponsal de FARO y seis años después sería redactor del periódico local Razón. Al margen de las crónicas sobre el día a día de la comarca -entonces, al igual que ahora, un importante cruce de caminos entre Ourense y Santiago, así como entre la costa y el interior lucense-, Jesús también probó suerte como literato. Solía publicar bajo dos pseudónimos, o bien con el nombre de Recaredo, como apunta su vástago, o como El cantor del bosque. Con este nombre editaba, como indica Igrexas, composiciones de temática social.

Fernando atesora, orgulloso, copias de las publicaciones de su padre en los dos periódicos mencionados. Admite que no heredó la vena literaria de su progenitor. "Nunca se me dio por escribir. Vivimos una época muy dura, y a los 16 años me puse a trabajar, picando en la carretera. Además de carneireiro también me dediqué a la albañilería y la pintura de viviendas". Siguió, también, los pasos de una de sus hermanas y emigró a Inglaterra, donde trabajó durante siete años como ayudante de cocina. Esa hermana es la única que le queda ahora.

Su padre también tuvo una mínima oportunidad de escapar la fatídica noche del 4 de agosto de 1936. "Eugenio, el policía, vino a avisar a mi padre; le dijo "Lárgate, que tengo que venir a buscarte a las doce de la noche". Pero mi padre no huyó", relata Fernando. Habían pasado tan solo dos semanas desde la sublevación militar del 18 de julio, el tristemente conocido como Alzamiento, que dio origen a tres años de Guerra Civil y a la posterior instauración del régimen franquista en España.

Poco importó que, en el momento de su detención y posterior asesinato, Jesús Froiz fuese guardia municipal. Lo había designado como tal el alcalde Manuel Ferreiro, a quien también fusilarían en agosto del 36. En la balanza falangista, pesó más la actividad política de Jesús que la de funcionario: desde 1934 este vecino de Moneixas era miembro del Partido Galeguista y colaborador del periódico A Nosa Terra. Además, participó tanto en la campaña de las elecciones de febrero de 1936 (bajo las siglas de Frente Popular) como en la del Estatuto de Autonomía en junio.

El falso traslado a Caldas

En el blog Historias do Deza, el investigador y docente Manuel Igrexas narra que, en la madrugada del 9 de octubre, la Guardia Civil saca de la prisión lalinense a Froiz y a otro detenido, el profesor Manuel Guillán. Aunque oriundo de Vilagarcía, este hombre solía visitar con frecuencia la cabecera lalinense ya que de ella procedía su esposa. Ya en Silleda, los agentes también recogen a otro arrestado, Ramón Muiños, vinculado al colectivo Sociedad Obrera de Ponte. En teoría, los tres detenidos iban a la prisión de Caldas de Reis. Pero al pasar el casco urbano de A Estrada, a esta comitiva se le suma otra, que trae arrestados desde Pontevedra a los dos vilagarcianos mencionados y a Severino García Teijeiro, de la parroquia rodeirense de Guillar. Manuel Igrexas recalca que a ninguna de las seis víctimas se les podía imputar ningún delito por los tribunales militares, así que la única justificación de este asesinato era la "ley de fugas". Tras el asesinato, los tres guardias trasladaron los cuerpos al cementerio de A Estrada, sin que las muertes se anotasen en el registro civil. De las cuatro víctimas dezanas, solo la familia del profesor Manuel Guillán pudo recuperar su cadáver "·y enterrarlo dignamente", como apunta Manuel Igrexas.

Con este recuerdo desde Moneixas, Deza se suma al goteo de homenajes que en los últimos años se rinden a las víctimas del Alzamiento falangista. En A Estrada, además de recordar a las seis víctimas de Ponte do Regueiro, en 2007 ya se realizó un acto similar con motivo del 70 aniversario del asesinato de la corporación democrática que entonces encabezaba el alcalde Jesús Ignacio Puente. La asociación Vagalume volvió a recordar a estos políticos en un evento en 2012.