En vez de plumas llevan gorros de lana en invierno y biseras en verano, pero rastrean como los maoríes australianos o los indios norteamericanos. Son una especie de últimos mohicanos". Así describe Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP), a las patrullas que se dedican a buscar indicios de la presencia de osos a lo largo de la Cordillera Cantábrica, donde se localiza esta especie declarada por la legislación española en peligro de extinción.

Hoy en día existen en este entorno geográfico entre 100 y 130 ejemplares, "más tirando a la segunda cifra", como reconoce Palomero, quien señala que los datos ofrecen la "esperanza" de que la especie va "poco a poco recuperándose" y que "con toda seguridad se da un crecimiento de la población". En 2006, añade, hubo un "récord de reproducción", con 18 oseznos, y "el año pasado, aunque no tenemos el censo rematado, va a ir por un estilo porque ha habido un buen invierno, con mucha comida".

El florecimiento de la especie se hace notar en la comunidad gallega, donde los osos vuelven a aparecer, sobre todo en la zona de Os Ancares, entre los ayuntamientos de Cervantes y de Navia, aunque de momento sólo de paso. Allí la patrulla, formada por tres hombres de la zona, dos de Cervantes y uno de Navia, como es costumbre en la FOP, encontró el año pasado rastros de tres ejemplares, un macho adulto y dos jóvenes, según ha confirmado Jesús Santamaría Fernández, jefe del Servizo de Conservación da Biodiversidade de la Consellería de Medio Ambiente. Este departamento de la Xunta colabora a través de un convenio desde hace más de diez años con la organización no gubernamental FOP para disponer de las patrullas dedicadas a seguir los rastros (huellas, pelos, excrementos) de los osos por el área.

Estos equipos no sólo están dedicados a rastrear osos, sino también a ayudar a los cazadores para evitar el furtivismo. En ese sentido, también proceden a retirar los lazos de acero con nudo corredizo (130 detectados en seis años) que los paisanos destinan a los jabalíes, pero que pueden acabar con la vida de los plantígrados. La patrulla ayuda también a los agricultores a colocar pastores eléctricos en sus prados para protegerlos de los jabalíes y que no empleen este tipo de medidas.

"Nos pasamos el día de electricistas", bromea Palomero, quien explica que los hombres, que ellos forman previamente para este trabajo, asimismo proporcionan pastores eléctricos a los apicultores que deseen proteger sus colmenas, ya que los osos sienten debilidad por la miel y esa es una de las razones, el hambre, que hace que a veces se desplacen a tierras gallegas.

"Como el núcleo más fuerte de la Cordillera Cantábrica está en el Alto Sil de León y en el Alto Narcea en Asturias, lo normal es que haya más desplazamientos a Galicia", explica Palomero. "Llegan sobre todo para alimentarse y poco a poco puede que se queden algunos", añade. La esperanza de que se asiente una comunidad en Galicia reside, sobre todo, en las hembras, ya que los machos, argumenta Palomero, se mueven en áreas de centenares de kilómetros, mientras ellas se limitan a entornos de decenas.

En Os Ancares de León ya hay una osa reproductiva "y esa es la que va a conseguir que vaya habiendo más osos estables en la zona", afirma el presidente de FOP, porque "cuando hay una osa, hay más osos alrededor". Las osas, añade, paren cada dos o tres años y entre las crías habrá algunas hembras, "porque los machos se marchan lejos, pero las hembras se quedan cerca y, si se queda alguna , se puede crear un pequeño núcleo entre Os Ancares de Lugo y León, porque los osos no entienden de fronteras".

"Soy optimista con respecto al futuro. Veo Cervantes y Navia con presencia más habitual de osos y no sólo de los que visitan la zona con estancias más o menos largas", concluye.