La costa de las Rías Baixas se cubre de delfines muertos

Estos episodios se repiten cada año por estas fechas

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Como cada año por estas fechas, aunque quizás en un número mayor de lo que suele ser habitual, el intenso oleaje empuja sobre la costa atlántica los cadáveres de mamíferos marinos y aves, además de algún que otro animal enfermo o debilitado que busca refugio, incluidos los lobos marinos.

En los últimos días han sido localizados en las Rías Baixas decenas de ejemplares de delfín común (Delphinus delphis), también conocido como  delfín común oceánico o delfín de aletas cortas, el cual no debe ser confundido con el delfín mular (Tursiops truncatus), delfín nariz de botella, delfín de hocico de botella o arroaz, mucho más popular en las rías gallegas.

Uno de los delfines localizados en Raeiros.

Uno de los delfines localizados en Raeiros. / M. Méndez

Esa notable llegada de cadáveres tiene especial incidencia en el Ayuntamiento de O Grove, donde en la costa atlántica de San Vicente han sido contabilizados 19 individuos muertos en una sola tarde.

Se encontraban varados en playas y calas como A Lanzada, Raeiros, Sobre do Pozo, Area da Cruz, Fervide, Canelas y Con Negro.

Aunque parece que también aparecieron cuerpos en A Illa de Arousa y Ribeira por citar algunos ejemplos.

No están relacionados

Se trata de individuos adultos y juveniles, tanto machos como hembras, cuya muerte no está relacionada. Y ni siquiera se produjo en el mismo momento, ya que algunos presentan síntomas de evidente descomposición que hace pensar que perecieron hace semanas.

Otros, sin embargo, son delfines fallecidos hace solo unos días, de ahí que sus cuerpos permanezcan prácticamente intactos, a merced de carroñeros como las gaviotas.

La aparición de estos mamíferos marinos resulta especialmente evidente desde el sábado, según han confirmado ciudadanos que suelen pasear por la zona de costa de O Grove en la que han sido localizados.

Los mismos que confirman que algunos ejemplares varados durante el finde ya no están en la playa porque fueron “engullidos” por el mar.  

La Policía Local de O Grove también confirma esta mortandad masiva de animales después de desplazarse a algunos de los lugares en los que se localizaron los cadáveres.

La Red de Varamientos de Galicia, dirigida por la Coordinadora para el Estudio de los Mamíferos Marinos (Cemma) está al tanto de algunos de los episodios aludidos, por lo que procederá a realizar la necropsia de diferentes ejemplares para tratar de concretar las causas de su muerte.

Temporada de varamientos

FARO DE VIGO ya explicó hace semanas que la actual es una época especialmente propicia para este tipo varamientos. Ya en otoño se daba cuenta de la aparición de tres delfines comunes muertos, varados en el entorno de Cabo Udra (Bueu) y con evidentes signos de haber sido víctimas de captura accidental.

Los de estas tres jóvenes hembras se sumaban al cuerpo de otro delfín localizado días antes por un barco que navegaba entre Moaña y Vigo.

Uno de los ejemplares juveniles aparecidos en O Grove.

Uno de los ejemplares juveniles aparecidos en O Grove. / M. Méndez

Y también al de un delfín de flancos blancos (Lagenorhynchus acutus) aparecido en Fisterra, una especie propia de las frías aguas del Atlántico Norte que no es habitual en Galicia, donde hay que remontarse a 2004 para tener constancia del último individuo avistado.

Sin olvidar, entre los varamientos más recientes, el de un rorcual aliblanco adulto –de unos 8 metros– localizado en Oia y convirtiéndose en el sexto ejemplar de esta especie varado en la comunidad en lo que iba de año.

Junto a estos casos se han registrado otros muchos, con mamíferos muertos en prácticamente toda la costa atlántica de Galicia.

Tantos, que el número de ejemplares varados hasta principios de diciembre se elevaba a 520.Y eso sin tener en cuenta a todos aquellos que, por diferentes razones, no han sido inventariados.

Miembros de la Cemma analizando una ballena aliblanca, en Sanxenxo.

Miembros de la Cemma analizando una ballena aliblanca, en Sanxenxo. / Cemma

Así lo confirmaba la Cemma tras haber estudiado el cadáver de una marsopa (Phocoena phocoena) aparecido en la costa de O Grove.

Un caso que resulta especialmente grave, ya que las marsopas, conocidas en Galicia como “toniñas”, son una especie en riesgo de extinción.

“Phocoe-nando”

Razón por la cual la Cemma anunciaba el pasado mes de octubre la puesta en marcha de “Phocoe-nando”, un proyecto medioambiental a modo de “Red ciudadana para la protección y conservación en Galicia de la marsopa afroibérica”.

Es una estrategia nacida de la mano de la entidad financiera CaixaBank que se suma a multitud de iniciativas llevadas a cabo por la Cemma para salvar a la marsopa común, que en 2020 fue catalogada “En peligro de extinción” en España.

Es, cabe recordar, “la especie de cetáceo más singular que habita la costa de la Península Ibérica, debido a que está considerada una subpoblación aislada de las marsopas del Hemisferio Norte”.

Un delfín de flancos blancos (Lagenorhynchus acutus).

Un delfín de flancos blancos (Lagenorhynchus acutus). / Cemma

Pero la “toniña”, presente desde el Cantábrico hasta el Estrecho de Gibraltar, centrando el grueso de su población en la costa galaico-portuguesa, “está a punto de desaparecer de la faz de la Tierra”, de ahí la preocupación cuando aparece un ejemplar muerto, como esta vez en la costa meca.

Focas

Junto a los delfines, marsopas y ballenas que quedan varados, en la mayor parte de los casos ya muertos, hay que tener presentes a los lobos marinos, toda vez que es en esta época del año cuando aumentan las probabilidades de que acaben varados o en apuros en esta comunidad.

Mayormente, son ejemplares juveniles procedentes de las colonias del Norte de Europa, posiblemente de Irlanda. Individuos inexpertos que pueden estar ya muy cansados y débiles cuando, empujados por los temporales en el Cantábrico y el Atlántico, buscan refugio en las playas gallegas para descansar o pasar la noche; de ahí que muchos de estos individuos no necesiten ser rescatados.

Para los que sí lo necesitan está la Cemma, como entidad responsable de la Red de Varamientos de Galicia, en la que tiene el apoyo de la Consellería de Medio Ambiente de la Xunta y de la Fundación Biodiversidad –del Ministerio para la Transición Ecológica–, en este caso con fondos europeos procedentes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR).

Hay que alejarse

Desde dicha entidad, presidida por Alfredo López, no se cansan de repetir que en caso de avistamiento de una foca, los ciudadanos deben abstenerse de molestarlas.

Y, desde luego, no deben acercarse. No solo porque pueden empeorar su estado de salud, en caso de que sean ejemplares heridos, sino también porque son animales salvajes que pueden resultar peligrosos.

“Hay que mantener una distancia prudente, ya que pueden responder agresivamente, por eso tampoco hay que bloquearles la vía de huida hacia el mar, dejándoles siempre una alternativa por si quieren marchar”, advierten en la Cemma.

Lo que procede hacer, en caso de localización de alguna foca, delfín, tortuga o cualquier otro animal varado en la costa, es mantener silencio, evitar que sean molestadas por los perros –en caso de tener alguno en ese momento– y, de ser preciso, dar la alerta al 112 o a la Cemma.

“Max” , “Pabbar”, “Rube”, “Silbur”, “Orzán”, “Raciño”, “Camelle”, “Lucero” son solo algunos de los lobos marinos recuperados en Galicia en los últimos años gracias a la labor de la Cemma y la colaboración de entidades como el Instituto Galego de Formación en Acuicultura (Igafa) de A Illa de Arousa.

Puede recordarse que en Galicia existen registros de lobos marinos desde 1972, localizándose hasta 1989 una docena de ejemplares los, la mayoría de foca gris, aunque también de foca capuchina y de foca barbuda (Erignathus barbatus), una especie de tamaño mediano que habita en el Océano Ártico y sus proximidades.

Desde 1990 hasta 2018 se encontraron 206 lobos marinos más, el 75% foca gris, el 7% foca capuchina y el 1,4% de foca común, de puerto o foca moteada (Phoca vitulina), que habita a lo largo de las líneas costeras de los mares templados y fríos del hemisferio norte.

El lobo marino “Comba”, en el Igafa de A Illa.   | // FDV

El lobo marino “Comba”, en el Igafa de A Illa. / FdV

Menos del 1% correspondía a lobo marino barbudo, foca ocelada o foca anillada (Pusa hispida), propia del Ártico, y foca pía o foca de Groenlandia (Pagophilus groenlandicus), una especie que habita en el Atlántico Norte y el Océano Glacial Ártico.

Más de la mitad de esos mamíferos marinos “fueron observados en el mar o varados aún con vida, contrariamente a lo que sucede con los cetáceos, ya que solo el 10% llegan a varar vivos”.