María José Sanz Sánchez | Doctora en biología y directora científica del Centro Vasco para el cambio climático (BC3)

“Si la temperatura sigue subiendo, habrá que adaptar las ciudades”

“Hay que tratar de no empeorar la situación”, afirma la investigadora, ponente, en Vigo, en el III Ciclo de Montaña, Medio Ambiente e Cambio Climático

La investigadora
María José Sanz.

La investigadora María José Sanz. / M. González

M. González

M. González

María José Sanz Sánchez (Valencia, 1963) es una bióloga española especialista en los efectos de la contaminación atmosférica sobre la vegetación, la ecofisiología, la dinámica y química atmosférica, los ciclos del nitrógeno y del carbono, los gases de efecto invernadero, y las bases científicas del cambio climático, así como las políticas y medidas asociadas al mismo.

La tercera y última ponente del III Ciclo de Montaña, Medio Ambiente e Cambio Climático “Cidade de Vigo” –organizado por Peña Trevinca, Universidade de Vigo y Concello de Vigo–fue miembro entre 2001 y 2006 de la delegación española en el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) y, como integrante de este, recibió el Premio Nobel de la Paz en 2007. Ha colaborado con la UNFCCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) y entre 2012 y 2015 ha sido coordinadora del programa de reducción de las emisiones derivadas de la deforestación y degradación de los bosques (REDD+) de la FAO. Desde 2016 es directora científica del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3). En 2023 fue elegida para formar parte del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).La mitigación de los efectos del cambio climático, la adaptación y la transición justa serán los pilares de su charla de hoy (20:00, Auditorio Municipal), en la que Emilio Fernández, catedrático en Ecología de la UVigo, ejercerá como presentador.

–Existen informes que alertan sobre los efectos del deshielo de las zonas heladas situadas en el extremo norte del planeta. ¿Es uno de los últimos síntomas que acusa ante la acción humana?

–Desde ya hace tiempo veníamos diciendo que, efectivamente, uno de los problemas que estaba causando el cambio climático era la reducción de las superficies heladas en los polos, más acusadas en la parte Ártica que en la Antártica. Ese hielo se convierte en agua, que va al océano, y puede determinar cambios en su salinidad, en su temperatura y, por tanto, afectar las circulaciones marinas, que son las que además interaccionan con las atmosféricas, y puede haber un cambio, que ya lo estamos viendo, en el clima. No es uno de los últimos síntomas, es uno de los primeros, diría yo. Lo que ocurre es que ahora mismo se observa su reducción en superficie, pero también en grosor. El volumen de hielo está disminuyendo y ese agua está en el mar, en el océano, lo que reduce la salinidad del agua oceánica y eso cambia las circulaciones.

Impacto en nuestras vidas

–¿Qué otros síntomas debemos tener en cuenta?

–Por ejemplo, tenemos olas de calor que son cada vez más frecuentes. El 2023 ha sido uno de los años más cálidos de la historia. Eso no quiere decir que el 2024 no pueda ser más frío, pero, por regla general, lo que estamos viendo es que ya hace tiempo que nos estamos acercando al aumento de un grado y medio como promedio global. Lo que es indudable es que la temperatura sigue incrementándose. Luego, tenemos eventos extremos que también se han incrementado en las últimas décadas como, por ejemplo, inundaciones.

–Eventos que tienen también consecuencias en nuestras vidas y en nuestra salud.

–Obviamente, porque nuestra sociedad está montada con un régimen climático que era el que veníamos experimentando en los últimos cientos de años. Si esto cambia, va a tener unos impactos en nuestras vidas. Si la temperatura aumenta tendremos que adaptar las ciudades, nuestra forma de movernos, de vida, para poder, de alguna forma, mitigar estos impactos y que nos afecten menos; pero, desde luego, lo que sí que tendremos es que tenerlos en cuenta. También vamos a tener más inundaciones y sequías, más extremos. Todo eso va a afectar tanto a la producción de alimentos, a la proliferación de ciertas enfermedades, tanto en los organismos que nos comemos como en nosotros mismos...

Refugios climáticos

–Urgen actuaciones al respecto.

–Vamos a tener que tener todo esto en cuenta para poder tomar medidas. Por ejemplo, cuando tenemos una ola de calor, tener refugios climáticos en las ciudades, para tratar de amortiguar este aumento de temperatura mejor; vamos a tener que pensar también en el agua, tanto si hay sequías como inundaciones, en cuanto al acceso al agua de calidad. Las precipitaciones, por ejemplo, también están cambiando de régimen, lo que influye en cómo ese agua es incorporada en el sistema terrestre o en su almacenamiento.

La científica María José Sánchez.

La científica María José Sanz Sánchez. / Cedida

Combustibles fósiles

–¿Estamos a tiempo de actuar en la línea correcta?

–Lo que está claro es que tenemos que tratar de no empeorar la situación. Por eso se tienen que reducir aquellos elementos que están provocando el problema y hablamos, fundamentalmente, de los gases de efecto invernadero. Tenemos que cambiar a una economía que no dependa de combustibles o de acciones que deriven en emisiones a la atmósfera que sean muy diferentes a las que se emitían antes de que nosotros tuviéramos esa influencia, antes de la época en la que nos convertimos en una sociedad industrial, en la que basamos nuestra economía en la generación de energía para producir otros bienes basados en los combustibles fósiles. Esa sería una de las medidas, pero lo que está claro es que ya tenemos impactos y, por tanto, acompañando a estas medidas de reducción de emisiones o de acciones que, de alguna manera, controlen o eliminen esas emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera adicionales que nosotros provocamos, tendremos que adaptarnos a estos impactos que ya están ahí. Ya es ineludible. ¿Reversible? Si dejásemos de emitir, en un periodo razonablemente largo, podría haber algunas cosas reversibles. Puede ser, pero en estos momentos lo que estamos observando es lo que vamos a sufrir y debemos evitar que vaya a mayores y poner los medios para acomodar esos impactos a nuestras vidas e intentar que no nos afecten o que nos afecten lo menos posible.

–¿Es díficil en una sociedad basada en el crecimiento económico? ¿Estamos dispuestos a ciertas renuncias?

–No creo que se trate de renunciar o no renunciar. Se trata de pensar en el medio-corto plazo. Quizá tenga un coste a corto plazo, pero a medio-largo plazo, si no hacemos nada, el coste sería mayor. Si cambiamos a economías descarbonizadas, eso genera nuevas oportunidades, nuevos modelos de negocio, además de impactos muy positivos en salud. Si no haces nada, imagine el coste que podría tener en la sanidad en el futuro. Si ahora te adaptas, ese coste en sanidad lo puedes rebajar. Hay estudios que hablan de que el coste de la mitigación sería menor que el coste de la no acción. Cuanto más tardemos en actuar, más esfuerzo tendremos que hacer. Si nos retrasamos, cada vez tendremos menos margen para actuar.

–Y, en cuanto a la responsabilidad personal, ¿qué opina?

–Somos individuos y vivimos en sociedades colectivas. Si nosotros, individualmente, nos concienciamos y cambiamos nuestros comportamientos, eso tiene una influencia en el comportamiento colectivo, y el comportamiento colectivo tiene más impacto en los cambios. Nosotros somos los que definimos la demanda; como ciudadanos somos los que compramos, los que demandamos, los que definimos que la industria, que los negocios, nos sirvan; entonces, como individuos y como colectivo, podemos cambiar las cosas. Yo solo claro que no puedo cambiar nada, pero si tú cambias y los demás cambian contigo, ahí hay un efecto contagio posible muy interesante y si, además, demuestras que ese cambio tiene un beneficio, cada vez tendrás más gente a tu alrededor que cambiará su comportamiento y, al final, tienes un cambio colectivo.

“El comportamiento colectivo tiene más impacto en los cambios”

–El aspecto de la solidaridad es importante.

–Con la conciencia global no es suficiente. La conciencia tiene que ir desde lo individual a lo global. La gente tiene la idea de que una decisión a nivel multilateral como las de la Convención de Cambio Climático inmediatamente tienen un impacto, pero eso no es verdad, porque para que tengan impacto tiene que haber una concienciación a escalas menores, tiene que haber acciones que tengan sentido, que estén coordinadas, bien orquestadas. Tienes que ver qué tipo de problemáticas y contexto sociocultural tienes en cada caso para poder adaptar esas acciones. No hay una receta mágica que venga de lo global y te resuelva los problemas a nivel local. Tienes que ir adaptando esas soluciones de manera que, cuando las agregas, tengan un impacto global.

–Existe un debate científico sobre si hemos ya entrado en una nueva era, el Antropoceno.

–Es un debate para los geólogos, pero, evidentemente, la especie humana ha tenido una capacidad de cambio tan grande en los sistemas en los que vive que dejará un legado que estará en los registros geológicos. Si a eso se le puede llamar Antropoceno, no me parece ni mal ni bien, pero es importante decir que nosotros, como especie, tenemos una capacidad de cambiar el medio tan grande que, obviamente, van a quedar unos registros palpables de nuestro paso por la Tierra.

–También habla sobre oportunidad, ¿a qué se refiere?

–Nosotros somos los que podemos cambiar las cosas. Es una oportunidad porque ahora tenemos unos problemas ambientales, incluso sociales y de relación, y este cambio que nos ofrece abordar el cambio climático puede redundar en otros beneficios: más solidaridad, abordar los problemas de manera más colectiva, en una distribución mejor de los recursos, un uso más racional de los mismos... Claro que es una oportunidad, la de pasar de una época en la que hemos despilfarrado recursos sin pensar a una en la que podríamos hacer un uso más racional de los mismos.

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