¿Más terapia y menos medicación?

Expertos en salud mental ponen el foco en la farmacología como alternativa a una atención sanitaria colapsada

Blísteres de pastillas.

Blísteres de pastillas. / M. González

M. González

M. González

Según datos del Ministerio de Sanidad, en España se consumen 55 dosis diarias de ansiolíticos por cada 1.000 habitantes. Esto se traduce en que un 5,5% de la población los consume cada día. Son cifras que ponen el foco en el uso que se hace de estos fármacos a la hora de tratar problemas cotidianos.

“La depresión y la ansiedad son trastornos de salud mental reales y diagnosticables que pueden tener un impacto significativo en la vida de las personas. Sin embargo, es importante resaltar que muchas situaciones cotidianas, como el estrés, los duelos, los divorcios, los problemas laborales, educativos y económicos también pueden generar reacciones emocionales similares a estos trastornos sin llegar a ser un trastorno como tal”, destaca la psicóloga Paula Rodríguez. “Por otra parte, debido al aumento de la conciencia y la educación sobre la salud mental en general, así como la disminución del estigma asociado a los trastornos emocionales, cada vez un mayor número de personas busca ayuda profesional”.

“Por un lado se diagnostican más problemas de salud mental y, por otro, se medicalizan muchos problemas de la vida cotidiana cuando generan sufrimiento”, destaca el psiquiatra José Luis Fernández Sastre: “Esto último no hay que olvidarlo, nadie medicaliza el sufrimiento más que quien sufre; lógicamente, no quiere sufrir, solicita alivio y hay dos formas de aliviarlo, con terapia, siempre con efectos a medio/largo plazo; o con medicación, con efectos a corto plazo”, explica. “Esta rapidez en el alivio es la que genera que mucha gente tome psicofármacos. Ahora, cuando sufra, elija usted qué solución prefiere”, añade.

La Atención Primaria atiende los casos leves de ansiedad, insomnio o trastornos emocionales. Es en este contexto donde Paula Rodríguez cree que “se escoge inicialmente medicación por su eficacia rápida para el alivio de síntomas y porque es la opción terapéutica más accesible para la mayoría de las personas”, aunque, bajo su punto de vista, “la farmacología es como un bidón de gasolina cuando se te queda parado el coche: solucionas a corto plazo el problema, pero a medio plazo sigue estando ahí”.

Déficit asistencial

Fernández Sastre también apunta al “colapso del sistema público y privado de salud mental” para destacar el déficit asistencial que provoca estas altas tasas de consumo de ansiolíticos. “Los médicos de atención primaria, además, son conscientes de que las listas de espera para ser atendido por el servicio de salud mental son muy extensas”, dice la psicóloga. Una persona adulta va a tener que esperar entre 5 y 12 meses para una primera consulta (en el caso de los niños entre 2 y 6 meses) y entre 4 y 7 meses para la siguiente consulta (de 2 a 6 meses para los niños). ¿Qué puede hacer un médico para aliviar los síntomas de malestar de las personas siendo consciente de que otras opciones van a tardar más en llegar y de que no todo el mundo puede pagarse un psicólogo privado? Obviamente, recetar”, destaca.

“Para evitar esta tendencia hay que reforzar el sistema sanitario”

Paula Rodríguez - Psicóloga

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“Más problema que la ansiedad es la depresión y el suicidio”, dice Fernández Sastre, que cataloga estas dos patologías como “los dos grandes problemas de la salud mental” actualmente. La ansiedad se ha revelado también como uno de los grandes males del siglo XXI, tanto por su prevalencia como por su creciente visibilidad. Para su tratamiento, “no existe una sola llave para abrir una sola puerta”, dice Rodríguez. Y se explica: “La ansiedad es una respuesta natural de nuestro cuerpo para responder a situaciones de estrés o de peligro, entre otras, por lo que no podemos erradicar la ansiedad, tenemos que aprender a manejarla de manera que no nos bloquee”.

Pero, cuando la ansiedad se vuelve persistente y desproporcionada en relación con la situación o evento desencadenante, puede afectar significativamente la vida diaria de una persona y puede manifestarse en diferentes formas. “Preocupación excesiva, nerviosismo, inquietud y síntomas físicos como taquicardia o dificultad para respirar e incluso tener como consecuencia otros problemas como trastorno de pánico, fobias, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de estrés postraumático, entre otros”, enumera la terapeuta: “Cuando los síntomas de la ansiedad están en su máxima expresión (estado agudo) la farmacología puede ser crucial y puede evitar consecuencias perniciosas e indeseables para las personas. Pero esta no es la única llave, hay otra que abre esa puerta: la terapia psicológica. Puede que no sea el abordaje más eficaz para reducir los síntomas agudos a corto plazo, pero sí lo es para la gestión de la ansiedad a medio y largo plazo”.

En este punto, Paula Rodríguez apunta que “tanto psicólogos como psiquiatras reconocemos la importancia de un enfoque integral que combine intervenciones psicológicas y farmacológicas, adaptadas a las necesidades individuales del paciente. Porque no existe una receta universal para todas las personas ni todas las personas responden igual a las mismas recetas. Cada paciente es un mundo y, por tanto, la expresión de los problemas emocionales y de los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo pueden manifestarse de maneras muy diferentes”. Fernández Sastre coincide y señala “las psicoterapias” como los “abordajes no farmacológicos”.

El último informe anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes indica un incremento del 110% en el consumo de diazepam, lo que sitúa a España como el país del mundo donde más se toma esta benzodiacepina, aunque la AEMPS refleja que ocupa el tercer lugar en consumo, por detrás del alprazolam (Trankimazin) y el lorazepam (Orfidal), que es el más consumido. “El elevado consumo de benzodiacepinas en España es resultado de muchos factores: están fácilmente disponibles para la mayoría de las personas, sus efectos causan un alivio rápido de síntomas muy incapacitantes y por la falta de acceso a la terapia psicológica de calidad gratuita”, expone Paula Rodríguez. “Creo firmemente que son estos motivos y no otros los que nos han sumergido en la tendencia a la medicalización de los problemas sociales que deberían ser atajables a través de las terapias en lugar de a base de pastillas”.

Fernández Sastre aporta también datos significativos, como que “el 11% de la población española consumió diariamente ansiolíticos, utilizados para el tratamiento de los trastornos de ansiedad o insomnio”. “Es inevitable acceder a los psicofármacos cuando el sufrimiento emocional merma la vida del paciente, tanto cuantitativa como cualitativamente. Si usted tiene dolor solicita un analgésico, ¿por qué no se va a poder solicitar un ansiolítico cuando se vive ansiedad?”, se pregunta.

“El mayor riesgo con los psicofármacos es no darlos, perpetuar el sufrimiento”

Fernando Sastre - Psiquiatra

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“Podríamos hablar de alternativas a la psicofarmacología cuando la ansiedad es algo reactivo y no un trastorno”, añade el psiquiatra. “Si es un trastorno, primero hay que aliviar lo antes posible (con psicofármacos) y luego, o al mismo tiempo, realizar abordajes psicoterapéuticos”. De este modo, en este contexto asegura que “el mayor riesgo con respecto a los psicofármacos es no darlos, perpetuando el sufrimiento emocional”. Y va un paso más allá: “No nos engañemos, la alternativa a la psicofarmacología en los trastornos mentales no pasa por la psicoterapia, pasa, en tal caso, por cambios sociales, me atrevería a decir que macrosociales”.

“Para evitar esta tendencia a la medicalización de los problemas sociales tendríamos que pasar por reforzar el sistema sanitario e incluir un mayor número de profesionales de la psicología en el catálogo de servicios. En ausencia de diferentes profesionales para diferentes problemáticas, con un número tan reducido de especialistas, unos problemas y otros quedan sin atender de manera adecuada, así que menos mal que siempre nos quedará la farmacología”, concluye Paula Rodríguez.

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