La precariedad hecha arte

Una exposición en la Fundación Laxeiro muestra el proceso creativo a partir del reciclaje de materiales

Una imagen de la exposición "Lo que hay".

Una imagen de la exposición "Lo que hay". / Eli Regueira

La crisis económica de 2008 ha dejado su impronta en la expresión artística y ha moldeado una generación de artistas jóvenes que trabajan con la regla de las tres erres (reutilizar, reducir, reciclar) para crear una obra crítica con la sociedad del consumo y comprometida con la protección del medio ambiente. Sobre esta generación de artistas gira “Lo que hay. Objeto, materia y lo cotidiano en tiempos de precariedad”, que comisaría en la Fundación Laxeiro de Vigo Alberto Santos, responsable de muestras en espacios como la Think Tank Gallery de Los Ángeles (2017), la Improper Walls en Viena (2019) y de la exposición “Scalextric Si” en el FcK Studio de Vigo (2020).

En “Lo que hay”, que puede visitarse hasta el 11 de febrero, Santos reúne la obra de cuatro artistas: Alberto Ardid (Vigo, 1986), Estéfana Román (Vigo, 2000), Julio Catalán (Lugo, 1995) y Mar Ramón (Valencia, 1993), que dan al reciclaje un carácter de obra de arte extrayendo la belleza de los materiales más básicos y precarios. Se trata del primer proyecto realizado en el marco del acuerdo de colaboración firmado con la Universidad de Vigo.

Según Santos, la crisis económica de 2008 supuso un antes y un después para el alumnado de la Facultad de Bellas Artes, que se topó de bruces con un contexto que les hacía poco menos que imposible desarrollar su trayectoria artística con cierta dignidad. Atrás quedaban los dorados años noventa y los primeros dos mil, caracterizados por un apoyo institucional al arte contemporáneo sin precedentes. Para estos alumnos, la realidad era radicalmente opuesta.

Alberto Santos

Alberto Santos / FdV

"Vivimos en la era del 'neomarketing', en la que hasta la cultura tiene 'hashtag' y es redifundible"

Alberto Santos

— Artista, comisario de arte

“Muchos tomaron conciencia de esta situación y comenzaron a producir, sin miedo ni complejos, empleando materiales humildes, en numerosos casos procedentes de desecho”, explica el artista y comisario vigués.

De este modo, la línea de trabajo basada en la autogestión y la creación sostenible adoptada en un principio por una necesidad de subsistencia, evolucionó hacia una toma de conciencia de las contradicciones socioeconómicas del mundo y una forma de denunciar no sólo las condiciones precarias de producción artística, sino también lo absurdo de la utilización de materiales nuevos en un contexto de profunda crisis, no sólo económica, sino también medioambiental.

Para Santos, la crisis convirtió no sólo el arte, sino la cultura en general, en prescindibles y después, cuando la economía comenzó a recuperarse, no se volvió a potenciar. “Una vez que pierdes la situación de privilegio es difícil recuperarla. En momentos de crisis tiene su lógica que se meta la tijera a la cultura porque no es una necesidad básica, pero después se ha visto que la rueda giraba igual y la inversión en arte se ha redirigido hacia el neomuralismo, que es mucho más visible que la programación de un centro de arte, que muchas veces continúa teniendo ese aura de templo impenetrable”, afirma. Su tesis doctoral, sobre el tránsito del grafiti al postgrafiti en Vigo, ahonda en este tema.

La precariedad hecha arte

Una obra de Julio Catalán. / Eli Regueira

El neuromuralismo también ofrece al artista una repercusión mucho mayor que la que pueda tener con una exposición convencional. “Yo acabo de hacer los baños de la movida del centro comercial Vialia y, de momento, es lo que más repercusión ha tenido de todo lo que he hecho hasta ahora”, reconoce.

Su difusión a través de las redes sociales explica esta repercusión al que alude Santos. “Vivimos en la era del neomarketing, en el que hasta la cultura tiene hashtag y todo es como ‘instragrameable’ y difundible”, asegura.

Aunque no todo es negativo para los artistas en la sociedad 2.0. Además del poder sin precedentes para ensalzar –y, por el contrario, denostar– obras y artistas, las redes sociales permiten conectar a artistas entre sí y a éstos con su público, que puede seguir su trabajo casi de forma inmediata.

Santos acaba de inaugurar en Vigo su proyecto Ash Projects, un espacio creativo dedicado al arte contemporáneo que se encuentra dentro de la vinacoteca Casa Hermo del centro comercial Gran Vía, y que arrancó su andadura el pasado mes de septiembre con una colectiva de Víctor Hugo Costas, Álex Fuertes e Ignacio Pérez-Jofre, artista con quien también tiene el dúo Pérez, en el que Santos toca la guitarra.

El artista vigués compagina su faceta artística con la docencia. Es profesor de Didáctica en las Artes Plásticas y Nuevas Tecnologías en los grados de Infantil y Primaria de la Escuela de Magisterio. “Hoy vivir exclusivamente del arte es casi imposible. Incluso artistas con cierta trayectoria han tenido que volver o cambiar de rumbo para poder complementar sus ingresos con otras fuentes ajenas a la creación”, afirma. Y es que esa precariedad artística que comenzó con la crisis de 2008 de la que habla Santos aún perdura en el ámbito artístico.

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