El “dating”: luces y sombras de las aplicaciones de citas

El 30% de los adultos en España usan estas plataformas, pero no están exentas de riesgos, como ciberdelitos, el engaño pederasta o el “ghosting”

Un hombre consulta su móvil 
durante una cita.   | // A.  BUJDOSO

Un hombre consulta su móvil durante una cita. | // A. BUJDOSO / M. González

M. González

M. González

Casi todas las actividades humanas han experimentado en los últimos años una transformación digital y se puede hacer prácticamente de todo a través de las diferentes aplicaciones que se encuentran disponibles en la red. A finales de los noventa, surgieron las primeras redes sociales con el objetivo de facilitar la interacción y conexión entre personas a la hora de establecer relaciones sociales. Entre todas las aplicaciones surgieron las de citas, la primera más popular y reconocida nació en 1995 (match.com). A día de hoy, el 30% de los adultos en España utilizan ya alguna de estas aplicaciones, donde los usuarios pueden crear perfiles, buscar y filtrar posibles coincidencias según sus preferencias, y comunicarse a través de mensajes o chats en línea con el fin de establecer relaciones románticas, amistades o encuentros casuales.

La psicóloga Paula Rodríguez no considera “una mala idea” el concepto del dating (tener citas por aplicaciones); “el problema que, de la manera en que está diseñado, inevitablemente conduce a la selección de las personas bajo criterios totalmente superficiales como es la imagen física”. “Las aplicaciones de dating pueden ofrecer una amplia gama de opciones y oportunidades para conocer a nuevas personas, lo que puede llevar a un enfoque más superficial y efímero en las relaciones. La posibilidad de tener múltiples conexiones simultáneas y la disponibilidad constante de nuevas opciones puede llevar a un comportamiento de “descarte” rápido y a relaciones menos comprometidas”, sostiene. Sin embargo, “esto no significa que todas las relaciones establecidas a través del dating sean líquidas. Algunas personas aún buscan relaciones significativas y duraderas utilizando estas plataformas, dependiendo de sus propias intenciones y valores. Sin embargo, suelen salir más dañadas que beneficiadas de usar esta clase de aplicaciones, porque la gran mayoría de las personas persigue mayormente tener relaciones sexuales esporádicas y variadas. En la actualidad, la aplicación más reconocida y utilizada es Tinder y, de hecho, debido a estos patrones de relación, muchos usuarios suelen catalogar a Tinder como el vertedero social del amor”.

El “dating”: luces y sombras de las aplicaciones de citas

Paula Rodríguez. / Cedida

Muchos usuarios suelen catalogar a Tinder como el vertedero social del amor

Paula Rodríguez

— Psicóloga

Presiones

Tinder tiene sus cosas buenas. Pero es una aplicación que no está exenta de riesgos. Según el informe de la Federación de Mujeres Jóvenes Apps sin violencia, el 57,9 % de las entrevistadas reconocen haberse sentido presionadas para tener sexo con los hombres con los que quedaron en Tinder y el 21,7 % de las mujeres que tuvieron citas a través de esta aplicación aseguraron que fueron forzadas a tener una relación sexual mediante violencia explícita. De acuerdo con un estudio publicado por la Comisión de la Banda Ancha para el Desarrollo Sostenible, de las Naciones Unidas, el 73% de las mujeres habían vivido alguna forma de violencia de género en línea, mientras que 61% de los atacantes eran hombres.

A los ciberdelitos sexuales se suman también otros peligros como el engaño pederasta (grooming, en inglés): engañar a un menor haciéndose pasar por otro menor y embaucarlo para un encuentro sexual o crear con el material pornográfico para uso propio o difusión los medios digitales. “Los peligros más comunes son encontrarse con perfiles falsos, sufrir acoso en línea, estafas financieras y/o tener encuentros con personas que son potencialmente peligrosas en la vida real”, advierte la psicóloga Paula Rodríguez. “Al no haber verificación obligatoria de la persona, se abre la puerta a la creación de perfiles falsos. Si bien es cierto que Tinder ha tenido en cuenta esta realidad y ahora propone como opción la verificación real del perfil, y si se realiza aparece un símbolo azul que nos indica que se ha confirmado la identidad, por lo que podemos elegir hablar simplemente con personas de identidad verificada. Sin embargo, si uno desea eliminar el perfil de Tinder lo puede hacer sin dejar rastro, por lo que podemos sufrir acoso por una persona verificada que luego puede desaparecer como si nada”, puntualiza.

Además de “actitudes de falta de respeto y de responsabilidad afectiva”, como es el ghosting, “estas aplicaciones”, destaca la experta, “abren descaradamente la puerta a la prostitución y al grooming”.

Ella misma lo constata tras atreverse a realizar un experimento social en Tinder para la elaboración del contenido didáctico del proyecto ‘Falamos’ sobre nuevas formas de violencia, que realiza desde hace 5 años en el Concello de Gondomar. “Las conclusiones son preocupantes”, afirma. “Quería saber si los adolescentes usaban este tipo de aplicaciones y qué hacían los adultos al encontrarse con un perfil adolescente. Así que me creé un perfil falso modificando mi imagen con la aplicación FACEApp. Me convertí en una adolescente de 18 años buceando en las profundidades de Tinder. Tuve más de 70 match en un día, más de la mitad de ellos de personas adultas”, explica. “Al empezar a hablar con estas personas adultas les confesaba haber mentido sobre mi edad ya que, en realidad, tenía 16 años. Estas personas querían seguir hablando conmigo y mantener conversaciones sexuales. Muchas de ellas incluso me ofrecieron quedar en lugares donde “no se enterarían mis padres”. Obviamente, a todas y cada una de ellas les acabé confesando que era una psicóloga realizando un experimento social y recordándoles, además, que tener relaciones sexuales con menores es un delito”.

En otra ocasión, empleó un perfil real para ver “cómo era eso de quedar con alguien” y llevó la cita hasta el final. “Esa persona me había ofrecido quedar en un lugar inhóspito a lo cual me negué y le propuse otra alternativa, un local que frecuento habitualmente y donde me conoce todo el personal de servicio. Cuando mi cita se presentó, no tenía nada que ver con la persona que yo había conocido en internet. Al no querer continuar la cita debido al engaño se puso tan agresivo que los camareros de la cafetería tuvieron que ayudarme a librarme de él”, relata: “Imagínate ahora que yo soy una adolescente y que acepto quedar en ese primer lugar por miedo a que se enteren mis padres de que he quedado con alguien en internet”.

También ha llegado a encontrarse “situaciones complicadas” por seguir los patrones de lenguaje que veía frecuentemente en Tinder. “He visto a mucha gente colocarse un diamante en el perfil. Al imitar esta pauta, aumentaron mis match y recibí un montón de ofertas de intercambio de sexo por dinero, ya que, al parecer, poner un emoticono de diamante en el perfil significa que estás abierta a la prostitución”, expone.

Excepciones

Pese a estas experiencias, Paula Rodríguez no quiere “dar la sensación de que Tinder es un peligro, porque realmente estas situaciones son excepciones y se conocen muchas personas en Tinder que nada tienen que ver con estos casos”. Aunque sí hace la advertencia de que “estos peligros realmente existen y se deben tomar precauciones a la hora de tener un primer encuentro con un desconocido como compartir la ubicación de donde estamos e informar a personas de confianza que vamos a quedar con una persona que hemos conocido por internet porque, si por causalidad pasa algo, tendrán algún dato para poder empezar a buscarnos” .

También “les pediría a todos los usuarios de estas aplicaciones que pensasen que detrás de esa pantalla no hay un bot, sino una persona de carne y hueso y nuestras acciones tienen consecuencias para su salud mental ya que su mundo emocional puede ser completamente distinto al nuestro. Debemos usar bien las redes sociales e interaccionar con las personas con el mismo respeto y la misma responsabilidad afectiva que tendríamos ante un encuentro cara a cara”.

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