Escritores y profesores de Literatura reiteran su oposición a la ola de revisionismo literario

“Los libros no son manuales de conducta”, subraya María Oruña ante la “corrección” de la obra de Agatha Christie | Profesores defienden una “lectura crítica desde la infancia”

La escritora inglesa Agatha Christie, cuya obra ha sido revisada. |

La escritora inglesa Agatha Christie, cuya obra ha sido revisada. | / Rafa López

Rafa López

Rafa López

Primero fueron las aventuras de James Bond; después, los libros de Roald Dahl; ahora es la obra de la británica Agatha Christie (1890-1976) la que será reescrita por su editorial para adaptarla a las “sensibilidades modernas”. Como los “Diez negritos” –con perdón–, uno tras otro han caído bajo una ola de revisionismo de lo políticamente correcto, lo que no ha sido bien recibido, en general, en el mundo de la literatura.

Según publicó el domingo el “Sunday Telegraph”, la editorial HarperCollins ha sometido los libros de la “reina del crimen” a una comisión de “lectores sensibles”. El objetivo, suprimir “insultos o referencias étnicas”, así como descripciones físicas de algunos de los personajes.

Todas las aventuras de Miss Marple, así como una selección de novelas de Hercules Poirot, han sido objeto de esta “limpieza”. Así, se ha eliminado el término “oriental” y la alusión racial de un sirviente negro. También desaparecen alusiones al físico de algunos personajes, sobre todo aquellos de fuera del Reino Unido. Y todo con el beneplácito de la compañía Agatha Christie Limited, que gestiona los derechos de sus obras para literatura y cine de la autora, y que está dirigida por su bisnieto, James Prichard.

“Los libros no son manuales de conducta, ni referentes morales que seguir. Son reflejos de épocas concretas y de sus propios autores –apuntó la novelista viguesa María Oruña–. Cambiar su contenido supone reconocer nuestra incapacidad para contextualizar, nuestra falta de pensamiento crítico. Qué tristeza estas noticias”, expresó la colaboradora de FARO en redes sociales.

En un tono más irónico, Esteban Navarro, finalista del premio Nadal, señaló que “se empieza reescribiendo los libros de Agatha Christie para adaptarlos a las ‘sensibilidades modernas’ y se terminará reescribiendo el Quijote, que en realidad será una mujer (Doña Quijota) y Sancho Panza se llamará Sancho Talla Grande, para no ofender a los gordos”.

Por su parte, la catedrática, escritora, periodista y diputada del PP Edurne Uriarte calificó de “ignorancia más disparate” la revisión. “Si los fanáticos reescriben las obras de Agatha Christie, una mujer adelantada a su tiempo y con poderosos personajes femeninos, ¿van a reescribir toda la literatura? Vamos a necesitar editoriales que publiquen las obras originales sin destrozos”, reflexionó.

Aunque quizá la reacción que mejor resume el sinsentido que se achaca a esta adaptación a las “sensibilidades modernas” es la del portal satírico “El Mundo Today”, autor de este titular: “Reescriben los libros de Agatha Christie para adaptarlos a ‘las nuevas sensibilidades’ y que nadie sea asesinado”.

Tampoco desde el ámbito académico se comparte este afán revisionista. Dos profesores de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Valladolid, Sara Molpeceres y Claudio Moyano, publicaron el domingo un artículo en el portal de divulgación científica “The Conversation” en el que razonan la conveniencia de que haya “libros molestos” y una “lectura crítica desde la infancia”.

Ambos investigadores se refieren a la idea que se está extendiendo de que “los valores éticos y morales de los textos deben ir en consonancia con las convicciones actuales”, y argumentan que “la literatura tiene que molestar para hacer pensar al lector”. “Tiene que resultar incómoda, tanto en su forma como en su fondo, para que quien esté ante ella se vea, en ocasiones, obligado a parar, levantar los ojos del libro y reflexionar acerca de lo que está leyendo”, explican.

En el artículo, escrito antes de que se conociera la revisión de la obra de Agatha Christie, abordan el caso del escritor británico Roald Dahl, autor de libros juveniles como “Matilda” o “Charlie y la fábrica de chocolate”, y señalan que “ya desde la infancia y la adolescencia debe primar una lectura crítica de todos los libros, un proceso que permita que el lector reflexione, tanto desde su propia singularidad, como a través de la guía de sus padres y profesores”.

De esta forma, el lector, incluso infantil o juvenil, al leer “textos de otros momentos, que reflejan otros valores”, no debe obviarlos ni censurarlos, sino que tiene que ser capaz de “ubicarlos y entenderlos dentro de su contexto”.

“La lectura de textos en los que se perciben diferentes sistemas de valores, e incluso con creencias que hoy no consideramos aptas, nos permite entender cómo los derechos y libertades que hoy disfrutamos no siempre han sido reconocidos como tales”, señalan estos investigadores, que abogan por “trabajar una lectura crítica cuanto antes, desde la infancia y la juventud”.

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