El monstruo del río Lagares

El emisario del Lagares.

El emisario del Lagares. / M.O.

María Oruña

María Oruña

Yo venía de México y eran los primeros días de diciembre de 2022. El viaje había sido largo y cansado, y la noche se deslizaba sobre mis hombros como un velo de plomo, pesado y oscuro. Crucé el puente del río Lagares al borde de su desembocadura, que separaba la playa de Samil de la de la Calzoa, ahora tristemente célebre por su cuestionable gestión como playa canina. De pronto, vi un monstruo negro que parecía una serpiente anillada y que surgía de las aguas para depositar parte de su cuerpo sobre la arena de Samil. Detuve mi atención en aquel enorme y siniestro perfil. No se movía. ¿Sería como el legendario animal acuático del lago Ness, en Escocia? Vaya fortuna la mía, toparme con una leyenda nada más bajar del avión.

Sin embargo, y como suele suceder con las leyendas a la luz del día, la enorme serpiente anillada resultó ser una simple y tremenda tubería, y la decepción ocupó el espacio que había dibujado la imaginación. Se trataba de un emisario submarino de aguas fecales de la antigua depuradora de Vigo, que había emergido del fondo arenoso por culpa de los temporales. Y yo pensando que había visto un dinosaurio legendario, como los kelpies escoceses —unos caballos acuáticos, que por cierto tienen esculturas gigantescas en Falkirk— o como el propio Nessie. ¿Han ido alguna vez a Escocia? El lago Ness también resulta algo decepcionante, pues —salvo por las ruinas del castillo de Urquhart— se muestran mucho más bellos e impresionantes el resto de los lagos de las Highlands. Por no hablar del Centro de Exposiciones del Lago Ness o de Nessieland, con sala de cine incluida, donde podrán ustedes encontrar la mayor cantidad de fotos trucadas de la historia. ¿No es alucinante? Sobre algo que nadie ha podido ver se han escrito artículos y libros; se han hecho películas y documentales y hoy por hoy los turistas —les resulta imposible evitarlo— continúan escudriñando las ondas del lago con la ilusión de lograr ver lo imposible.

En Vigo no. En Vigo tenemos al monstruo presente día y noche, que para eso somos la ciudad de las luces. A principios de marzo se reunió la Junta de Gobierno Local para encomendar a Aqualia las obras de retirada o “demolición” de esta tremenda serpiente semiacuática, y ahora la empresa tendrá que preparar un proyecto de ejecución, imagino. Al menos, sabemos que esta tubería de apariencia jurásica está vacía y que no va a provocar ningún desajuste medioambiental si se rompe por culpa de las mareas. Entre tanto, cuando den un paseo por el arenal, deténganse al llegar a nuestro monstruo. Si remolonean un poco, podrán escuchar las fantasías y suposiciones de los caminantes sobre el origen y destino del dinosaurio negro y anillado. Que si forma parte de un proyecto innovador de la depuradora, que si lo han instalado temporalmente para estudios marinos, o que si es el fin del mundo porque ya se ven las entretelas de todo nuestro sistema de desagüe. Lo van a pasar fenomenal, ya verán.

Mientras permanece enroscado sobre la arena, yo seguiré imaginando que este emisario es un monstruo marino que el oleaje ha varado en nuestra orilla y que, cuando se vaya, devolverá a los arenales el dibujo de una costa llena de belleza.

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