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Cinco inyecciones de optimismo un año después del tsunami

Trabajadoras de la residencia San Carlos de Celanova celebran el 98 cumpleaños de Elena Pérez tras haber superado el COVID semanas atrás

Este jueves se cumple un año del primer caso confirmado de coronavirus en Galicia, el de un hombre que se había desplazado desde Madrid a A Coruña. Ahora se sabe que el patógeno circulaba por la comunidad desde semanas antes, pero aquella fue la primera vez que las autoridades sanitarias certificaban un positivo. Doce meses después, el COVID-19 se ha llevado por delante 2.259 vidas de los más de 105.000 contagiados, y ha causado una profunda huella en la población en todos los niveles imaginables: emocional, económico, cultural. La gente se ha familiarizado con palabras hasta hace poco ignotas o que ni siquiera aparecían en los diccionarios y la vieja normalidad va tomando forma de foto analógica que se va ajando.

Pero en el horizonte de mediados de este año ya aparecen señales claras para el optimismo. Conviene la prudencia y no empacharse de falsas expectativas: la historia enseña que las pandemias no se acaban de un día para otro. No nos levantaremos una buena mañana en la que todo sea como en 2019. Según avance la inmunización, el virus perderá capacidad de infección, pero será un proceso largo y progresivo, en el que tendrá especial relevancia que los antídotos puedan llegar a todo el mundo. Cuando eso ocurra, los expertos parecen inclinarse por la idea de que el COVID-19 pervivirá como una enfermedad respiratoria estacional común, dañina pero sin su actual letalidad. También están por ver los cambios sociales y económicos que dejen tras de sí las sucesivas olas pandémicas; pero, de momento, pongamos el foco en cinco motivos para la esperanza.

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El conocimiento del virus

Desde que se comenzó a hablar de un extraño patógeno que estaba causando estragos en la ciudad china de Wuhan mucho se ha escrito y comentado al respecto. A nivel científico, el conocimiento sobre este nuevo coronavirus se ha ido ampliando, gracias a un esfuerzo inédito de investigadores de todo el mundo. En el cajón de ideas refutadas por la ciencia quedaron algunas de las primeras cosas que se explicaron sobre la enfermedad. El ejemplo más claro es el de su transmisión: de creerse que se transmitía por contacto a través de superficies, a certificarse que la aérea es la principal vía de contagio. Eso marca una diferencia clave: ahora se sabe cómo frenar el crecimiento de la curva: uso de mascarillas, evitar espacios cerrados, aplicar una buena ventilación, además de mantener una buena higiene de manos.

Galicia acaba de convertirse en un ejemplo palmario. Después de una explosión pandémica tras las reuniones navideñas, la reducción de la vida social en los espacios interiores ha resultado en un espectacular descenso de los casos.

Las vacunas funcionan

Frente a los temores, unos más fundados que otros, los antídotos diseñados contra el SARS-CoV-2 están funcionando. Cuando se comenzó a tomar conciencia del oscuro túnel en el que el virus estaba metiendo a la humanidad pronto surgieron voces que avisaron: esto solo se solucionará con vacunas. Problema: el récord estaba en cuatro años de investigación y ensayo, para el remedio contra las paperas. Que se empezase a pinchar a la población menos de un año después de que el virus estuviese secuenciado es un éxito inapelable de la ciencia.

Nieves Cabo, primera en recibir la segunda dosis de la vacuna en Galicia: "Ni la sentí"

Nieves Cabo, primera en recibir la segunda dosis de la vacuna en Galicia: "Ni la sentí" Vídeo: Agencia ATLAS | Foto: Xunta

Los resultados, a falta de comprobar si hay efectos secundarios a más largo plazo, ya se pueden contrastar. En Israel, el país que mejor ritmo lleva en la administración de las dosis, la caída de los casos graves de la enfermedad en los grupos ya vacunados es evidente. A la escala gallega, se observa una reducción espectacular en el número de contagios en las residencias. El 24 de enero, cuando la vacunación llevaba un par de semanas, había 466 mayores contagiados. Según los últimos datos disponibles, son 31. Si en el conjunto de la pandemia los usuarios de estos centros suponen sobre el 35% de los fallecidos, en las últimas semanas han bajado a alrededor del 10%.

Más dosis

El proceso de vacunación está siendo lento en Europa, en España y en Galicia. Exasperante, para algunos. Los primeros compases han estado marcados por los retrasos en el envío de las dosis prometidas por las farmacéuticas. Pero poco a poco se va incrementando el ritmo de producción. Galicia ha administrado 233.000 inyecciones; a finales de esta semana recibirá otras 30.000 de Oxford-Astrazéneca, la que se está utilizando para los trabajadores esenciales de menos de 55 años.

Críticas en varios países por los retrasos en las campañas de vacunación

Críticas en varios países por los retrasos en las campañas de vacunación Agencia ATLAS / EFE

Está al caer también la aprobación de la vacuna de Johnson & Johnson y la farmacéutica Janssen, que reforzará las dosis disponibles. Un poco más atrasada, pero también de cara a los próximos meses podrá empezar a utilizarse el antígeno creado por el CSIC y la gallega Zendal, que se fabricará en O Porriño.

Crece la confianza

El espectacular desarrollo de la vacuna vino acompañado de cierto escepticismo. De un lado, los colectivos antivacunas, minoritarios pero ruidosos, se encargaron de poner en cuestión desde el principio hasta la misma pandemia, cuánto más su solución a través de inyecciones. Por otro, considerables segmentos de la población dudaron de la seguridad de los antígenos. ¿Si nos habían explicado lo complicado que era conseguir un remedio eficaz, si nos detallaron que esos procesos se demoran años, ¿por qué ahora vamos a fiarnos de una solución encontrada en menos de un año?

Hasta diciembre, cuando los pinchazos comenzaron en el Reino Unido, solo alrededor de un 40% de los españoles contestaba "sí" a la pregunta: "¿Está usted dispuesto a vacunarse cuando llegue su turno?". Ese porcentaje no ha dejado de crecer desde entonces, hasta el 83%, según el último barómetro del CIS. La confianza de la población es clave para lograr la inmunidad de rebaño.

Mejora en los tratamientos

Al comienzo de la pandemia, con los hospitales desbordados por pacientes de una enfermedad nueva, los médicos especialistas fueron improvisando fórmulas para paliar las consecuencias de la enfermedad. Se descubrió, por ejemplo, que colocar a los enfermos boca abajo era positivo. También se comprobó que algunos fármacos en los que se habían depositado grandes esperanzas, como el carísimo remdesivir, muy patrocinado por Donald Trump, no resultaron tan eficaces. Hoy hay evidencias sólidas a favor de tratamientos baratos, como el basado en el litio que se investiga en la Universidad de Vigo. La esperanza de vida para aquellos que entran en las unidades de cuidados intensivos es a día de hoy mayor que para los que lo hicieron al principio de la pandemia.

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