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Un método basado en la palabra

La fascinación del diván, plena en el siglo XXI

Setenta y cinco años después de la muerte del "padre" del psicoanálisis, los profesionales destacan la vigencia casi intacta de sus teorías

En sus terapias no hay pastillas, sólo palabras. Palabras que tratan de rescatar ese lugar del inconsciente en el que se guardan las frustraciones, los traumas, los deseos no cumplidos y los daños no resueltos y que, para algunas personas, suponen un lastre con el que se hace difícil caminar cada día. Hace 75 años que murió Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, pero hoy en día este método está totalmente vigente en todo el mundo y, al menos según sus seguidores, es tan eficaz para tratar los problemas actuales como lo era para los de la época victoriana.

Inconsciente. Represión sexual. Complejo de Edipo. Negación. El significado de los sueños. Gran parte de la terminología freudiana forma parte del léxico popular -algo que el cine ha contribuido a extender en muchas películas de Woody Allen, Luis Buñuel, Alfred Hitchcock ("Cuéntame tu vida"), y, más recientemente, "Un método peligroso", de David Cronenberg- aunque, más allá de la fascinación que provoca, pocos conocen en profundidad en qué consisten estos conceptos y de qué forma puede ayudar en sus vidas este método.

"Nosotros no guiamos a nadie; tan solo ayudamos al sujeto a que encuentre la forma de vivir con aquellas cosas que le provocan malestar y le hacen sufrir, realidades que el psicoanálisis considera que son imposibles de eliminar porque son consustanciales a la vida como es la muerte de un familiar, la pérdida de un amor, el fracaso... Las terapias buscan que esos comportamientos patológicos puedan ser comprendidos y modificados para conseguir así que la persona sea más feliz", explica Cora Aguerre, presidenta de la Asociación Psicoanalítica de Galicia.

Aguerre destaca que el método sigue siendo perfectamente útil para tratar los problemas del hombre actual. "Los síntomas habituales -ansiedad, angustia, irascibilidad, dificultades para dormir o para resolver situaciones de la vida cotidiana- son una manifestación de algo más profundo; no hay que suprimirlos inmediatamente con una pastilla, sino que nosotros optamos por conocer de dónde vienen y aprender a gestionarlos", apunta la psicoanalista argentina.

Una escucha activa

Durante la consulta, el psicoanalista -que pueden ser psiquiatras o psicólogos- emplea la técnica de la libre asociación: "La persona habla libremente de lo que vaya surgiendo en su mente y el analista, con sus conocimientos teóricos, puede ir haciendo un rastreo de cómo se ha construido ese individuo, con sus experiencias afectivas, sus huellas, sus recuerdos y vínculos más importantes de la infancia... Cada persona es diferente y con cada una se trabaja a un ritmo y con un abordaje distintos, pero la realidad es que el que más sabe de sí mismo es el que viene a consultar", destaca Cora. "No es cierta la imagen del psicoanalista mudo, aunque tampoco pueden esperar de nosotros el consejo ideal que les saque de su situación; el profesional escucha, interpreta e interviene cuando cree oportuno insistir o replantear alguna parte del discurso con el objetivo de que ese saber de la persona se vaya revelando ", completa.

La línea más ortodoxa dentro de estas terapias se realiza con un diván y consta de tres o cuatro sesiones semanales de 45 minutos a lo largo de varios años. "Nosotros pertenecemos a la Escuela Lacaniana, que en este sentido es más flexible ya que las sesiones no tienen una duración determinada; finalizan cuando consideramos que el paciente ha dicho algo lo suficientemente importante como para concluir ahí y retomar otro día la sesión; eso pueden ser 25 o 40 minutos, depende. Y solemos tener solo una o dos sesiones semanales, según el estado en que se encuentre la persona", indica Camila Vidal, psicoanalista con consulta en Vigo que pertenece también a la Asociación Psicoanalítica de Galicia. La duración de las terapias también depende de cada circunstancia. "Hay personas que en cinco o seis meses ya notan una mejoría de sus síntomas, o siguen ahí pero han conseguido atenuar el sufrimiento, y deciden dejarlo", comenta Vidal, que rebate la idea de que el paciente pueda desarrollar una dependencia. "Cuando la persona se siente mejor, lo deja sin ningún problema".

Insisten en que cada paciente precisa un abordaje personalizado. "Al principio a todas las personas les cuesta hablar, porque a nadie le gusta hurgar en lo que le duele, pero cuando se sienten escuchados lo agradecen y la mayoría se sorprenden de su capacidad", describe Vidal. Normalmente, el paciente no tiene una relación directa con la mirada del psicoanalista, sino que se sienta de espaldas al profesional. "Sin embargo, hay pacientes que prefieren sentarse y hablar de la forma convencional y tampoco hay nada que lo impida", destaca Vidal.

Tanto Vidal como Aguerre consideran que los textos de Freud no están superados. "Aspectos como el que el inconsciente se manifiesta en los lapsus o la sexualidad, que ya está patente en la infancia, siguen de actualidad hoy en día", apunta Aguerre. "La interpretación de los sueños no se hace de forma tan pormenorizada como Freud; siguen siendo, especialmente las pesadillas, una herramienta importante porque en ellos aparece mucho del inconsciente, pero hoy en día ya no se busca la interpretación de todos sus elementos", considera Vidal.

El psiquiatra y psicoanalista Eugenio Cornide, presidente honorario de la Asociación de Psicoanálisis Aplicado Gradiva, coincide con sus colegas en la vigencia de las teorías psicoanalíticas. "Durante más de cien años de desarrollo han sido muchos los autores que han realizado importantes aportes a la ciencia psicoanalítica. Melanie Klein, W. Bion, Donald Meltzer, Jaques Lacan, Horacio Etchegoyen, Peter Fonagy, y un largo etcétera han impulsado el psicoanálisis, proporcionando nuevas perspectivas al mismo y las neurociencias, aparte de realizar sus propios desarrollos, han contribuido a la comprobación a muchas de las teorías y modelos psicoanalíticos", afirma Cornide.

"Durante los primeros años de vida es cuando se plasman los principales modos de ser y estar en el mundo, formando una especie de 'plantilla' que se repite a lo largo de toda la vida. Los elementos patológicos de las mismas son los que causan malestar a las personas y por ello deben ser vistas durante la terapia para que puedan modificarse", describe el psiquiatra.

Cornide explica que, en un comienzo, el psicoanálisis sólo era indicado para los trastornos neuróticos. "Luego muchos psicoanalistas trataron pacientes con patologías severas, obteniendo importantes resultados. El tratamiento de pacientes con diagnósticos de psicosis o de autismo ha sido un importante avance en la psicoterapia. El doctor David Rosenfeld, que nos ha visitado para el Congreso de Gradiva esta misma semana ha dedicado gran parte de su vida al tratamiento de pacientes psicóticos", añade.

En el momento actual en el que todo se quiere conseguir de forma inmediata, un método de este tipo puede echar atrás a algunos pacientes. Sin embargo, los psicoanalistas advierten que las soluciones farmacológicas no son eficaces en muchos casos ni tampoco tan rápidas como uno pudiera pensar. "Los tratamientos para angustias o depresiones pueden durar más de seis meses y hay que tener en cuenta que los fármacos tienen efectos secundarios. Además, cada vez hay más gente que quiere saber qué le produce ese malestar porque si vuelve a tener una dificultad a lo largo de la vida, pueden volver a caer", explica Aguerre. Cornide corrobora esta percepción. "La idea de que los tratamientos farmacológicos son rápidos puede ser ilusoria, ya que uno puede estar atado a ellos durante muchos años. Complementar el tratamiento farmacológico con el psicoanalítico representa una alianza que no siempre es tenida en cuenta por los pacientes y profesionales", añade.

Un método apto para niños

El método psicoanalítico también resulta útil en el tratamiento de distintos problemas de niños y adolescentes y los expertos aseguran que suele tener efectos positivos en menor tiempo que los adultos. Cora Aguerre atiende a varios menores con problemas como trastornos de déficit de atención, problemas de alimentación (anorexia, bulimia), o trastornos obsesivos compulsivos. "Con los niños hay que buscar una forma de entrar en su mundo diferente; a través de los dibujos, de los juegos que le gustan... hay que conseguir romper la barrera que tienen para hablar con un adulto desconocido y saber de su propia voz qué es lo que le ocurre, porque no siempre coincide con lo que dicen los padres", explica la psicoanalista.

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