-No suele acudir a recoger premios. ¿Qué ha cambiado esta vez?

-Decidí que tenía que hacer lo imposible por la simbología del galardón: el asesinato de estas trece mujeres, las "trece rosas", cuando ya no tenía sentido. Acepté por el significado y porque han pensado en mí por lo que hice por la memoria histórica.

-¿Qué sentimiento se le manifiesta con mayor intensidad cuando vuelve a España?

-El sentimiento del reencuentro. Vivir fuera de España es duro, porque estás lejos de los tuyos. De alguna forma me han obligado a ello. También con mucho dolor de ver dónde nos están llevando los actuales gobernantes. Y no lo digo tanto porque mi ideología no sea pareja a la suya, sino porque es un hecho objetivo. Ejercer el poder de espaldas a los ciudadanos es lo peor de lo peor.

-¿Se siente un exiliado?

-En algún momento me he sentido como tal, pero no puedo ofender la memoria de los que sufrieron el exilio como consecuencia de la guerra, la incomprensión o la necesidad. Al fin y al cabo, yo estoy trabajando. Y en los países en los que trabajo mi labor se reconoce. Sólo que mi salida al exterior no fue voluntaria, sino como consecuencia de una suspensión inmotivada por los hechos del franquismo. Esa suspensión no tenía sentido porque yo ya me había marchado. Era solamente por humillarme y verme salir por las escaleras de la Audiencia Nacional con la suspensión a cuestas, y después hubo una absolución.

-¿Cómo ha recibido la noticia del ingreso de Luis Bárcenas en prisión?

-Da cierta tristeza ver que cuatro años después se ratifican las investigaciones que yo inicié. En mi primer auto ya dije lo que había sobre Bárcenas, con un cúmulo de indicios importantes en su contra. Aquello supuso ataques del PP y la persecución desde algunos medios. Ahora todo el mundo se echa las manos a la cabeza porque aparecen 48 millones de euros. No me alegro de que nadie entre en prisión, pero creo que era una necesidad terapéutica para la sociedad española, más cuando se hace alarde cínico. Es como reírse de los ciudadanos.

-¿Hacia dónde deben dirigirse las investigaciones?

-Hay que determinar quién pago, quién recibió y por qué. Si Bárcenas mediaba en una calificación, alguien daba la autorización, otros pagaban el dinero y otros se beneficiaban. No tiene ninguna particularidad este caso respecto de otros.

-¿Cree que en el PP hay preocupación por si Bárcenas habla en la cárcel?

-No sé si tiene miedo o no, y en todo caso me importa un bledo. Lo que a mí me preocupa es que el PP no haya dado la cara y que sistemáticamente haya dificultado la acción de la justicia diciendo que respetaban la acción judicial. No la han respetado. Sólo la fuerza de los acontecimientos está haciendo que la tengan que respetar. En 2009 todo el PP salió en apoyo de Bárcenas y en contra del juez de una forma miserable. En el camino se ha quedado el juez porque el Tribunal Supremo decidió que había quebrantado la ley al ordenar unas comunicaciones. Volvería a utilizar ese sistema con las garantías que puse en ese momento. Es difícil de explicar cómo a mí se me persigue y al juez que me sustituye y las utiliza no le ocurre nada.

-Uno de sus azotes cuando instruía el "caso Gürtel" fue el ex secretario del PP Francisco Álvarez-Cascos.

-Mejor ni opinar sobre este señor. No lo merece. Hay mucho que contar de él desde hace mucho tiempo, pero no voy a ser yo quien lo haga. Me limito a los hechos, él criticaba la instrucción: está ahí ratificada por la Audiencia. Hay decenas de imputados, cantidades de dinero intervenidas, uso de paraísos fiscales, delitos fiscales, corrupción, delitos urbanístico, blanqueo de dinero...

-Por sus investigaciones como juez instructor, ¿Cascos jugaba algún papel en la trama?

-No sé, no sé... Alguna referencia hubo a él. Pero quizá quien está en mejor disposición de decirlo es el propio Cascos. Me da mucha pena que hable por hablar, opine por opinar, y como dice el refrán, siempre habla quien más tiene que callar.

-¿Qué pasa últimamente con los jueces? ¿Pacheco en el "caso Blesa", el juez Castro en la imputación de la Infanta?

-Siempre he defendido la transparencia, hacia dentro y hacia fuera. Lo que ocurre es que determinado sector de los medios de comunicación defiende a los jueces que con sus resoluciones se acomodan a lo que ellos defienden.

-¿Le molesta la etiqueta de juez estrella?

-Más que molestarme, me aburre. Si por estrella se entiende los golpes que recibes y cómo acabas..., sería un juez estrellado.

-¿Quedó escarmentado de la política?

-No me arrepiento, quizá me equivoqué. Pero nadie ha pagado un precio tan alto como yo por once meses que estuve en el Parlamento.

-¿Investigaría los ERE de Andalucía?

-Bueno, yo investigué los GAL. Para mí la categorización política no es relevante como juez, sino como ciudadano.

-¿Por qué ha decidido no defender a Lonnie Snowden?

-Pertenece a la decisión personal del despacho que dirijo. Es una persona que está en paradero desconocido y entiendo que la defensa de Julian Assange absorbe todo el tiempo del que dispongo. Pero sigo defendiendo los mismos principios por los cuales me hice cargo de la defensa de Assange, la libertad de información y la libertad de expresión.

-¿Aceptaría un indulto?

-Cuando lo solicitan lo agradezco, pero no lo he pedido porque no me siento culpable. Sigo peleando por ello en los tribunales, si gano bien, y si no a seguir trabajando. No soy persona que se quede para lamerse las heridas.