"Está todo dicho". Así inició ayer Carlos Barruso la presentación oficial de su concierto por antonomasia, Fin de vida, para el que ya no queda ni una sola entrada. "Me entrego en cada concierto", confesó el artista, pero el de mañana en el Teatro Principal será, sin duda, un concierto "especial". Como ya publicó FARO, este distinguido músico afronta con valentía un cáncer de páncreas terminal que limita su esperanza de vida. "Me quedan unos meses de vida pero seguiré tocando mientras que el cuerpo aguante", proclamó ayer el músico.

Es, sin duda, uno de los grandes. Y así de grande es el cariño que dentro y fuera de A Estrada se le profesa. Así lo demuestra la gran demanda de entradas del concierto que ofrecerá mañana junto a más de una treintena de sus "amigos". Este homenaje en vida al artista -cuya grandeza magnifica aun más la admirable estoicidad con la que afronta la enfermedad que le hace prever su final en su mejor momento, con tan solo 57 años- podría cuadruplicar el aforo disponible. El aforo del Principal se ha quedado pequeño. Pero repetir el espectáculo no es una opción. En cualquier otro concierto lo sería. En este caso, no. Barruso y sus sobrinos César y Hugo -a los que el artista quiere y siente "como hijos"- serán los únicos que tomen la palabra para decir -sin guión- lo que les dicte el corazón. Será algo irrepetible... aunque a buen seguro que el concierto volverá a reproducirse, dado que será grabado en deuvedé. "Me da rabia por la gente que no haya más entradas", admite Barruso, pero entiende que "no procede repetir" el concierto para "decir lo que no sale del alma". Eso será precisamente lo que diga mañana en un concierto que, sin duda, será muy emotivo. "Contaba con llenar pero no hasta tres o cuatro aforos", confiesa.

Ante el afortunado público que ha obtenido una entrada, actuará el maestro Barruso con una treintena de músicos. Entre ellos estarán muchos de sus exalumnos de A Estrada, a los que este virtuoso del saxofón instruyó en instrumentos de viento pero también en otros como piano o batería, por ejemplo. Muchos son ahora profesionales y otros están acabando sus carreras. "Me enorgullece que los veáis tocar conmigo. Son y van a ser grandes músicos", vaticina. Junto a ellos actuarán también otros colegas de profesión, que compartieron escenarios y pasión por la música con Barruso durante décadas.

Volverán a hacerlo mañana sobre el escenario del Principal. Se hablará "poco", promete Barruso. "El resto será divertirnos y disfrutar de la música", explica.

Habrá jazz, blues y, sobre todo, mucho funky. Habrá una formación base de batería, bajista, piano y guitarra y 13 músicos con instrumentos de viento (trompetas, trombones, clarinete y saxos soprano, alto y tenor). Tocarán la batería Manolo Brey, Luis Iglesias, Héctor Drass, Iago Couceiro y Pablo Sanluis; el bajo, Efrén Novoa, Manuel castedo y Álex Cabal; el piano, Javier Constenla, Alfredo Susavila, héctor Martínez, Xián Fernández, Rubén Rodríguez y César Barruso; la guitarra, Miguel Carbajal y Vicen Couceiro; el violín, Manu García; la flauta, Álex Porto; el saxo alto, Rubén Servide y Juan Carlos Méndez; el saxo tenor Juan Núñez y Diego Basadre; la trompeta, Maury Manana, Fran Castro, Juan Lindín y Josiño Dosantos; y el trombón, Cristóbal Fernández, William Díaz y Víctor Bascuas. A la destacada contribución del maestro Carlos Barruso habrá que sumartambién las privilegiadas voces de Lucía Azurmendi y Silvia Ferre.

Según explicó ayer Barruso -acompañado por el edil de Cultura, Juan Constenla, y su sobrino César- el espectáculo durará hora y media. Celebrarlo en marzo fue una recomendación de la doctora de Barruso, cuando este le preguntó si podría hacerlo en abril o en mayo. "Hazlo en marzo", le dijo. Y Barruso siguió su consejo porque no sabe si la evolución de la enfermedad le dejará sin la sesnibilidad de manos y boca necesaria para seguir tocando como solo él sabe. Aunque se titule Fin de vida, su mensaje no será derrotista sino "positivo", asegura Barruso: incitar a quien "tenga un problema" o viva una "situación límite" seguir disfrutando "toda la vida".