Carlos Barruso nació en Peñafiel (Valladolid) hace 57 años pero con 18 se mudo a Galicia para continuar sus estudios musicales en Vigo. "Soy hijo de director de banda de música, un director de los de verdad, de los que tienen la carrera completa", explica el músico con cierto orgullo. "Somos cuatro hermanos y empezamos en la música desde muy pequeños. Con cinco años empecé con la bandurria y luego clarinete y piano. Estudié con mi padre y nos examinábamos por libre. En mi caso hice la carrera de clarinete".

La música moderna se cruzó sin embargo en su camino cuando todavía era muy joven. "Es una inquietud que me viene desde siempre. El pop, el rock... Son músicas que siempre me atrajeron. Luego estaba el jazz, que me encantaba pero me parecía muy complejo con tanta improvisación. Sin embargo, a raíz de la creación de la escuela Baio de un amigo mío me adentré más en ese tipo de música de improvisación. Fui alumno y profesor de esa escuela mucho tiempo. A partir de ahí me apunté a todos los seminarios que podía. Ahora hay mucho profesor pero en los ochenta no había nada en Galicia. Te tenías que buscar la vida. Nunca dejé de estudiar. Eso es lo que aprendí en mi casa con mi padre. Seguí estudiando clásico, rock, jazz... Todo es complementario. Cuantos más conocimientos tengas, mejor".

A nivel económico se dedicó a la orquesta de baile. Durante 25 años formó parte de la orquesta Canadá de A Estrada (el motivo de venir a vivir a la villa para convertirse en un vecino más). En esta formación estuvo primero como músico y luego como responsable junto a su hermano. Ahora lleva quince años en la orquesta Cinema. "Llevaba años queriendo dejarlo y dedicarme solo a prepararlos y hacerles los arreglos. La enfermedad me llevó este año a dejarlo".

Además, realizó grabaciones con un gran número de artistas de todo tipo. Tiene además varios discos y vídeos grabados y trabajó desde el 87 en la Escuela Estudio de Santiago. En A Estrada creó además su propia escuela, Acome. Patentó también el método de estimulación cerebral BarruMat junto a la reflexóloga Mari Carmen Matalobos.