Un militar de O Grove, Javier Vidal Otero, de 19 años de edad, es compañero de los seis soldados españoles fallecidos el domingo por la tarde en el atentado terrorista de Líbano, y podría formar parte del grupo que viajaba en el convoy atacado, pues su madre creyó identificarlo en unas imágenes de televisión.

Rita Otero Fernández, relató ayer que se encuentra nerviosa y asustada por lo sucedido en la compañía de su hijo, y ahora su mayor deseo es que el joven regrese a España cuanto antes. "Él me llamó ayer (por el domingo) sobre las seis y media de la tarde de aquí, y me dijo: "Mamá, si ves algo no te preocupes, que no pasa nada. No hagas caso de lo que veas"".

Afirma Rita Otero que notó nervios en la voz de su hijo, "como si tuviese un nudo en la garganta", y cuenta que en cuanto éste le colgó el teléfono lo primero que hizo fue poner la primera cadena de Televisión Española. "En ese momento justo cortaron la película y me enteré de la noticia", declaró ayer.

Javier Vidal Otero tiene 19 años y es militar desde hace dos. Forma parte de la unidad de paracaidistas Bripac, asentada en Alcalá de Henares y Paracuellos del Jarama (Madrid), pero éste no ha sido su único destino. De hecho, empezó en Murcia, y el año pasado trabajó durante tres meses en la unidad de reclutamiento del cuartel de Figueirido (Pontevedra).

Su madre asegura que tuvo la oportunidad de quedarse en Pontevedra, pero que él no quiso. "Yo le decía que estaba bien aquí, que se quedase, que estaba cerca de casa. Pero él me contestó que no valía para estar ocho horas sentado en una oficina, que eso a él no le gustaba. Incluso le ofrecieron ir en el camión informativo del Ejército, recorriendo toda España, pero tampoco quiso. Mi hijo siempre fue una persona muy inquieta".

Así las cosas, el soldado grovense se alistó en el contingente que iba a mandar el ejército a Líbano, donde España está colaborando en tareas de ayuda humanitaria, debido a la difícil situación política y social de ese país. Javier Vidal Otero se estableció en la base "Miguel de Cervantes", en la localidad de Marjayon (al sur de Líbano) y al parecer el domingo por la tarde podría ir en uno de los vehículos traseros del convoy que sufrió el atentado, aunque este dato no fue confirmado oficialmente por el Ministerio de Defensa.

Fecha de regreso

La historia de Rita Otero Fernández es de alguna manera la de muchos padres que ven como sus hijos se alistan en el Ejército y viajan a regiones inmersas en conflictos bélicos o en una situación de grave inestabilidad. Esta mujer, que trabaja en la residencia de ancianos de O Grove, cuenta que el domingo apenas fue capaz de hablar dos minutos con su hijo y que ahora ni siquiera sabe cuándo regresará.

"Yo le pregunté si volvería el día 7 -por julio- y el sólo me contestó que no sabía. Un día de estos vamos, me dijo". Rita Otero cuenta que sólo puede hablar con su hijo dos veces al mes, y que cada comunicación sólo dura cinco minutos. "Me llama él, desde un teléfono vía satélite, y claro, parece ser que hay mucha gente esperando para llamar a sus familiares. Por eso sólo se puede estar ese poco tiempo ".

Rita Otero asegura que lloró al saber lo que había ocurrido en Líbano, y que desde ese momento -el domingo por la tarde- apenas se despegó del televisor. "Él siempre dice que eso es muy tranquilo, que no pasa nada, pero luego estás intranquila cuando te enteras de que en la zona aún hay minas y que pasan cosas de éstas".

En este atentado contra las tropas espoñolas en Líbano murieron seis soldados del Ejército español. Tres de ellos son colombianos, y los otros tres son vecinos de Ávila, Madrid y Sevilla. Fue un ataque con coche bomba, y el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, lo calificó de "premeditado". En principio se le atribuye a un grupo de fundamentalistas islámicos que podrían estar relacionados con Al Qaeda.

Ayer, cientos de soldados rindieron su homenaje a los compañeros fallecidos, antes de que éstos partiesen para España.

Desde los siete años

Rita Otero Fernández cuenta que su hijo es militar de vocación, y que cuando se inscribió en el Ejército no lo hizo como otros, buscando una salida laboral. "Él se metió en el Ejército porque le gustaba. Quería ir desde los siete años. Le fascina el tema. Incluso tiene colecciones de fascículos sobre ello".

Uno de los principales problemas que padecen las familias de los soldados desplazados al extranjero son las dificultades para conectarse con ellos. Muchos no llevan con ellos sus teléfonos móviles, pues tendrían que pagar incluso por las llamadas que reciben-, por lo que a veces sólo consiguen ponerse en contacto cuando llama el militar desplazado en el extranjero.