Vecinos de la calle Holanda denuncian desesperados la invasión por vegetación de sus propiedades

Proviene de una decena de fincas privadas en estado de abandono que lindan con sus terrenos | Piden al Concello de Pontevedra que asuma la limpieza por riesgo de incendio

La vegetación crece sin control en esta calle de Monte Porreiro.

La vegetación crece sin control en esta calle de Monte Porreiro. / RAFA VAZQUEZ

Están desesperados y ya no saben a dónde más recurrir, porque sus últimos contactos con el Concello de Pontevedra han sido infructuosos. Son un grupo de vecinos de la calle Holanda del barrio de Monte Porreiro, que están afectados por la vegetación y maleza que proviene de una decena de fincas en estado de abandono que lindan con sus propiedades. Se trata de terrenos privados de los que nadie se hace cargo, algunos de particulares y otros de una empresa de promoción inmobiliaria que en su momento dio quiebra. Conscientes de los riesgos por incendio que este estado supone una vez que se inicie la época estival, apelan al gobierno local para que asuma esa limpieza, ya que sus propietarios originales no lo hacen.

Estamos afectados tanto vecinos de la calle Holanda como de Dinamarca, ya que algunas de las fincas también lindan con viviendas de allí, así que seremos casi una veintena de afectados”, explica una de las vecinas a FARO, que recuerda que aunque las parcelas sean privadas, la ley protege a los afectados “porque la limpieza y corte de los árboles que invaden nuestras propiedades la tiene que hacer el ayuntamiento correspondiente, en este caso el de Pontevedra”.

Árboles de hasta diez metros y maleza sobre una de las propiedades.   | // R. VÁZQUEZ

Árboles de hasta diez metros y maleza sobre una de las propiedades privadas. / RAFA VÁZQUEZ

No es la primera vez que desde esas fincas se desploman árboles sobre sus terrenos por los efectos de temporales, por no hablar de la maleza y las ramas, continuamente presentes. Además, tienen constancia de que en esa zona vive un jabalí, que se acerca por las noches a comer atraído por la comida de perros de los vecinos. “Estamos hablando de una zona residencial en la que hay niños, pero parece que aquí a eso no le da nadie importancia”, se lamentan.

Las abandonadas son fincas grandes, de una media de entre 800 y más de 1.000 metros cuadrados cada una, una superficie nada despreciable. No es esta la primera vez que se ven obligados a lanzar un S.O.S. En 2016, después de mucho pelear, consiguieron la limpieza de media docena de estos terrenos, “pero el resto no se limpiaron nunca”.

“Nosotros pagamos un IBI muy elevado, de 700, 900 euros, como para que se nos trate así. Por no hablar de que somos la única calle en todo el barrio que sigue sin tener internet y de que la gente aparca aquí como quiere, sin dejar visibilidad y obstaculizando el paso”, terminan.