Los efectos de las elevadas temperaturas del agua: más algas y mortandad en los bancos marisqueros

En la ría se alcanzaron ayer los 22 grados y se teme que aún suba más las próximas semanas, lo que favorece la proliferación de algas, que asfixian a los bivalvos

Proliferación de algas en uno de los arenales de Poio, donde ayer el agua registró temperaturas anormalmente elevadas.

Proliferación de algas en uno de los arenales de Poio, donde ayer el agua registró temperaturas anormalmente elevadas. / Gustavo Santos

Gala Dacosta Diehl

La oscilación térmica, dentro y fuera del mar, está dejando tras de sí sucesos sin precedentes como la muerte masiva de bivalvos en A Lanzada esta misma semana. A una semana de empezar oficialmente el verano, en la ría de Pontevedra se han registrado temperaturas anormalmente altas en el agua, que en el mes de agosto puede llegar a los 17º grados. Ayer, en cambio, los termómetros alcanzaron los 22 grados en arenales como el de Raxó y los mariscadores temen que esto pueda llevar a una subida repentina de la mortandad en especies como almeja, navaja o longueirón. Picos de temperatura como el detectado durante la jornada de ayer suelen ser más propios del mes de septiembre y no de junio.

Marisqueo a pie del berberecho. Los bivalvos se ven afectados por las algas.   | // GUSTAVO SANTOS

Marisqueo a pie del berberecho. Los bivalvos se ven afectados por las algas. / Gustavo Santos

Si la situación ya es difícil en los arenales abiertos al mar, es crítica para las tres cofradías de mariscadores que faenan hacia el fondo de la ría: San Telmo, Lourizán y Raxó. Según Iago Tomé, patrón mayor de la cofradía de pescadores de Raxó, en el sector ya están acostumbrados a “renovarse o morir”. El sector marisquero en Galicia desarrolló muchas estrategias de adaptación a la situación actual, como por ejemplo cosechando especies de valor comercial y de mayor abundancia en los bancos marisqueros. De hecho, indica Tomé, han ideado un sistema para la recogida de algas que permite liberar gran parte de los bancos marisqueros. Lo hacen con ayuda de un barco por los lugares donde se marisquea de la ría, como Os Praceres y Aguillóns. Cuando las algas crean una capa consistente sobre la arena durante bastante tiempo acaban cortando el acceso al agua a los moluscos, que viven enterrados en la orilla de los arenales pontevedreses. “Todos los años se multiplican las algas por estas fechas y asfixian el marisco”, indica Tomé. Pero este año la vegetación marina que invade la ría está llegando mucho antes de lo habitual,con hasta un mes de adelanto: “Es cierto que el agua está más caliente por el cambio climático, y las algas crecen, pero tenemos que acostumbrarnos a vivir con esto y pensar en formas de combatirlo”.

La época estival normalmente es satisfactoria para los mariscadores pontevedreses, que luchan por el sector aunque siguen teniendo que hacer frente a distintos problemas: ahora se les suman los cambios de temperatura cada vez más bruscos que afectan al producto. El verano pasado aparecieron especies foráneas, por ejemplo, como consecuencia directa de los cambios de temperatura. “El marisco al final sobrevive y se adapta, pero sabemos que muchos ejemplares acabarán muriendo en en ese proceso”, indica el patrón mayor. También es en esta época cuando tienen que hacer frente a furtivos y a episodios de toxinas.

“El marisco sobrevive y se adapta, pero muchos ejemplares acabarán muriendo en ese proceso”

Episodios de toxinas

Entre los meses de abril y mayo ya tuvieron que echar el cierre extractivo de manera preventiva en la ría, causado por la proliferación de una toxina paralizante. “En principio aguantamos, por suerte, porque nos suele tocar cerrar por esta época”, concluye Iago Tomé. El verano pasado lo recuerdan como especialmente duro. La patrona mayor de la Cofradía de Lourizán, Carmen Nores, se quejaba el año pasado por la cantidad de veces que hubo que cerrar la ría al marisqueo. Habrá que comprobar cuál es la evolución de la campaña durante los meses de verano, con la esperanza de que no se conjuguen una vez más las altas temperaturas, la falta de viento y la proliferación de algas que tanto dificultaron el marisqueo el verano pasado.

Desde el pasado jueves están cerrados por la presencia de toxina la totalidad de los polígonos de bateas de mejillón de la ría, la única de Galicia que actualmente se encuentra en esta situación. Hasta la tarde de ayer no afectada al marisqueo.

Oscilación térmica y cambios bruscos

Es imposible no hacer referencia al cambio climático cuando se habla de las condiciones actuales del marisqueo. Para un sector como el de los mariscadores, que vive de la naturaleza, que la temperatura del agua suba varios grados trastoca la producción durante todo el año e incluso pone en peligro a algunas especies. También las lluvias intensas o las olas de calor que la comarca viene sufriendo intermitentemente producen cambios en el ecosistema marino. Cuando las cofradías más notan esos cambios bruscos es en el verano, especialmente el año pasado, cuando la ría de Pontevedra prácticamente toda la temporada estival tuvo que permanecer cerrada al marisqueo. Pero no solo el agua llegó a registrar 26 grados el pasado año en la zona, sino que fuera se alcanzaron en Pontevedra casi 40 en el mes de agosto, sumado a que fue un estío de escasas precipitaciones en toda Galicia. En la zona llegó a declararse la alerta por sequía, siendo la temperatura de la atmósfera determinante también para la calidad y la supervivencia del producto de los mariscadores.

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