Mar habilita nuevas subzonas de marisqueo en la ría para reducir el impacto de la toxina

El sector había solicitado a la consellería esta medida el pasado octubre, tras meses sufriendo cierres generalizados de sus bancos | Las cinco zonas que había antes ahora se elevan a siete, tras la subdivisión de los polígonos III y IV

Varias mariscadoras en plena faena en la mañana de ayer en Campelo. En el recuadro, la nueva división de zonas de la ría.   | // GUSTAVO SANTOS

Varias mariscadoras en plena faena en la mañana de ayer en Campelo. En el recuadro, la nueva división de zonas de la ría. | // GUSTAVO SANTOS / Cristina Prieto

Satisfacción en el sector marisquero por la decisión de la Consellería do Mar de subdividir las zonas III y IV de la ría de Pontevedra como medida para paliar el efecto de la toxina. Esta subdivisión se realizó el pasado miércoles atendiendo a la petición realizada por la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores y la Asociación Gallega de Depuradores de Moluscos (Agade) el pasado mes de octubre, después de varios meses sufriendo cierres generalizados de bateas de mejillón y de bancos marisqueros a causa del episodio tóxico que se originó a mediados de agosto con una inusual combinación de toxina diarreica (DSP) y paralizante (PSP).

Según la propia Consellería do Mar, esta decisión se toma con “el objetivo de aminorar el efecto de las biotoxinas marinas –con, en algunos casos, reducción del número de bancos afectados en los cierres de estas zonas– y facilitar el trabajo de los profesionales del mar”. Las cinco zonas que había antes ahora se elevan a siete, tras la división de las zonas III y IV en las subzonas III.1, III.2, IV.1 y IV.2.

Mar también explica que “esta decisión se adopta una vez analizado el histórico de los resultados de los análisis efectuados en la ría y tras propuesta y consulta tanto con las cofradías afectadas como con la Federación Provincial de Cofradías de Pescadores de Pontevedra”.

Básicamente, lo que sucedía en muchas ocasiones es que la toxicidad afectaba a productos de un extremo de la zona, pero no a los del lado opuesto; sin embargo, el cierre era de la zona completa. “El año pasado la zona IV estuvo cerrada tres meses por una bolsa de toxina anclada en el Sur, pero en el Norte los niveles estaban bien. Por eso se pidió la división, porque hubo zonas que estaban cerradas aún estando bien”, explica el biólogo de la lonja de Campelo.

Las subdivisiones no son, además, algo nuevo, ya que en algunas zonas ya existían, pero el sector consideraba importante ampliar, siendo también necesario incrementar el ritmo y frecuencia de trabajo del Intecmar en cuanto a seguimiento, toma de muestras y analíticas y demás acciones. La medida tomada por Mar, en definitiva, consiste en “crear subzonas en función de su distinta afectación por los episodios tóxicos para que así, manteniendo los altos estándares de salvaguarda de la salud pública fijados en la legislación, sea posible comercializar el marisco de las subzonas exentas de toxicidad, manteniendo prohibida la extracción en las más afectadas”, explicaban desde el sector.

Paralelamente, Agade y cofradías demandaron a la Consellería do Mar “la habilitación de un seguro que cubra los costes derivados de las devoluciones de producto ya extraído cuando se produzca el cierre de una zona abierta”. Es decir, que se compensen los gastos que se producen cuando llega una orden de cierre de un polígono o un banco en concreto después de que ya se realizaran trabajos de extracción, puesto que desde el momento del cierre ese producto ya no puede comercializarse, aunque esté camino de ello. Todo ello, argumentaban, para hacer frente a una situación que consideran extremadamente peligrosa no sanitariamente, sino desde un punto de vista estructural y económico.

La presencia de toxina en el mejillón ha obligado al cierre de algunas bateas, lo que ha creado cierta preocupación en el sector por si se tuviesen que cerrar también algunos bancos marisqueros. “El mejillón es un indicativo, pero todavía no se ha llegado a niveles suficientemente altos como para tener que cerrar. Por ahora, nosotros no tenemos problemas, pero tambien es la época”, apunta el biólogo de Campelo.

En este sentido se expresó también el patrón mayor de la Cofradía de Raxó, Iago Tomé, que admite que hay “preocupación, porque cuando hay toxina en el mejillón, en cualquier momento puede pasar a los bancos”. Apunta, además, que “hay bastante preocupación en cuanto a los precios, porque son fuera de lo normal para la época en la que estamos. La almeja fina llegó a los 78 euros y el berberecho, a los 28. Es una situación excepcional, nos beneficiamos de alguna forma de que las cosas no estén bien en otras zonas”.

Marisqueo, ayer en la ría.   | // GUSTAVO SANTOS

Marisqueo, ayer en la ría. | // GUSTAVO SANTOS / Cristina Prieto

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El sector marisquero valora muy positivamente esta decisión de la Consellería do Mar. “Estamos muy contentos. El año pasado tuvimos muchos problema. Por ejemplo, la almeja estaba mal en Bueu, pero el cierre también nos afectaba a nosotros aunque nuestros análisis fuesen buenos”, explica el patrón mayor de la Cofradía de Raxó, Iago Tomé, que añade que “en octubre pedimos el cambio y nos lo han concedido esta misma semana, así que estamos más que satisfechos”.

Otro episodio que está afectando directamente en los últimos días es el de las mareas vivas que, entre otros efectos, obligaron a cortar la avenida de Marín (hacía Placeres) en la madrugada del jueves al viernes porque el agua invadió parte de la calzada. Los cambios de estación, especialmente los equinoccios, agitan el vaivén del mar y si estos se acompañan de una fase plena de la luna las mareas vivas muestran su aspecto más vigoroso. Precisamente el pasado martes hubo luna nueva, lo que reforzó la retirada y crecida del mar. El cambio de estación y la luna nueva elevarán hasta los 3,7 metros la diferencia entre la pleamar y la bajamar. La cota más baja será 0,3 metros y la más alta, 4 metros.

“Para nosotros es positivo porque es cuando podemos ir a trabajar a nuestras playas. Hay zonas en la que trabajamos con rastrillo y a las que no es fácil acceder salvo que haya mareas vivas, y lo mismo sucede con el marisqueo a flote”, apunta Iago Tomé. En este sentido, el biólogo de la lonja de Campelo añadió que esta situación no está siendo ni mejor ni peor que en años anteriores. “Es lo normal de todos los años por el equinoccio”, recalcó.

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