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Identifican miles de tumbas en el convento de Santa Clara

Excavación de tumbas en el claustro de Santa Clara. GUSTAVO SANTOS

Miles de tumbas, más allá del cementerio del siglo XX ya exhumado. Es otra de las sorpresas que deparaba el convento de Santa Clara y que están siendo reveladas con el estudio arqueológico del antiguo cenobio, una exhaustiva investigación en la que participan profesionales de distintas disciplinas (arqueólogos, antropólogos, documentalistas, historiadores…) y que en unas semanas permitirá trazar un itinerario cronológico preciso de la evolución del monasterio.

“Es lo más sorprendente, que aparecen enterramientos por todos lados”, resumió en la mañana de este miércoles el vicepresidente provincial, César Mosquera. Éste explicó que han aparecido osamentas en la huerta, la iglesia, bajo el cemento al final de las escaleras de entrada, en el antiguo refectorio, e incluso en el coro.

Además de en distintos escenarios, se han localizado a distinto nivel, por ejemplo a tres metros bajo una canalización de agua, lo que indica que en su momento hubo un cementerio que posteriormente fue abandonado y sobre el que se construyó años después esa acequia.

Han aparecido osamentas en la huerta, la iglesia, bajo el cemento al final de las escaleras de entrada, en el antiguo refectorio, e incluso en el coro

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A mayores, se identifican enterramientos diversos. César Mosquera explicó que en el claustro se han detectado tumbas con tres osamentas. Portan sudarios, mientras que otras sepulturas de diferentes momentos históricos cuentan con cajas.

En estos momentos hay más de 30 tumbas excavadas y muchas más detectadas. No todas serán analizadas por los arqueólogos e historiadores, avanzó el vicepresidente provincial, pero sí que mediante georradar se intentará identificar la totalidad. “No tendría sentido excavarlas todas”, señaló el vicepresidente provincial, que apuntó a que tal vez dentro de unos años se disponga de técnicas más avanzadas para llevar a cabo estos análisis.

Los enterramientos “son masivos” y permitirán averiguar múltiples aspectos ligados a la vida en el convento, como la alimentación de las monjas o las enfermedades y técnicas de enterramiento en función de las diferentes épocas, “una información elevadísima”, explicó César Mosquera, “que estamos procesando”.

Hay más de 30 tumbas excavadas y muchas más detectadas. No todas serán analizadas por los arqueólogos e historiadores, avanzó César Mosquera, pero sí que mediante georradar se intentará identificar la totalidad

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¿Cuántas personas han sido enterradas en el cenobio? “Pueden ser 2.000, 3.000 o 4.000… Son miles, pero cuántos miles no lo sabemos”, reconoció el vicepresidente provincial, que recordó que “con que solo enterrasen a una persona por año serían 750”, la edad del convento de Santa Clara.

Tampoco todas las tumbas son de religiosas, sino que dentro del monasterio “también se enterraba gente de afuera”, un privilegio que se concedía por cesión de propiedades, títulos y derechos a la congregación o por la colaboración con las monjas.

Otro mapa que será desvelado con la investigación es el de la evolución arquitectónica del convento, las edificaciones que existieron, las que se derrumbaron y sobre las que se construyó etc. “Estamos a punto, a semanas, de poder hacer una reconstrucción” de cómo evolucionó el monasterio en los distintos periodos históricos, avanzó el vicepresidente de la Diputación.

Aproximadamente cada 100 años el cenobio fue modificado. Tanto los franciscanos como su rama femenina, las clarisas, al igual que los jesuitas, contaban con un planta-tipo para construir sus monasterios, que como resultado eran todos prácticamente idénticos, mientras que Santa Clara “está desfigurado”, recordó César Mosquera. El refectorio o la sala capitular han cambiado de ubicación, y en general el cenobio se fue alterando sucesivamente a lo largo de los siglos.

Aproximadamente cada 100 años el cenobio fue modificado y es posible incluso que el ábside de la iglesia no sea original, sino que fue sustituído en el siglo XV, una hipótesis que intentan verificar los especialistas

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“No es habitual que estas modificaciones sean tan profundas”, indicó el número 2 de la Diputación, y afectan a distintos espacios del recinto monacal. Así, se ha constatado que “la entrada estaba situada justo en la zona contraria, hacia la actual Barcelos, seguramente hasta el siglo XVII cuando se construyó el muro actual”, explicó.

Es posible incluso que el ábside de la iglesia no sea el original, sino que fue sustituído en el siglo XV, una hipótesis que intentan verificar los especialistas.

Y es que la arquitectura de los conventos de las clarisas no solo fue determinada a lo largo de los siglos por las exigencias de la regla o las necesidades cotidianas de las monjas, sino también por otros elementos como el Concilio de Trento, que supuso una revolución en la orden. Mariella Carpinello explica en Il monachesimo femminile que precisamente en su última sesión en el mes de diciembre de 1563, el sínodo de obispos impuso una estricta norma: las religiosas no podrían volver a salir del convento ni a invitar a nadie al monasterio.

No todas las tumbas son de religiosas, sino que dentro del monasterio “también se enterraba gente de afuera”, un privilegio que se concedía por cesión de propiedades, títulos y derechos a la congregación o por la colaboración con las religiosas

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Se interrumpen a partir de ese momento los contactos con las familias y en general allegados, que eran habituales en el periodo anterior, y, en paralelo, y también las arquitecturas se transformaron. Los altos muros que blindaron la vida de las religiosas, los tornos en las puertas, las rejas o los claustros cerrados definieron en adelante el “nuevo” convento.

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