Adolescentes y también voluntarios

El comedor social recibe los fines de semana a alumnos de Maristas y Divina Pastora

Jaime Sotelo coloca los platos en el lavavajillas

Jaime Sotelo coloca los platos en el lavavajillas / Alan Pérez

Jaime Sotelo coloca los platos en el lavavajillas.   | // A. PÉREZ

Mario Nóvoa, Daniel Dosantos, Yago Suárez y Jaime Sotelo, alumnos de Maristas voluntarios en el comedor social de Cáritas. / Alan Pérez

Cada fin de semana, el comedor social de Cáritas recibe a la nueva generación de voluntarios de la ciudad. Alumnos de los colegios Maristas y Divina Pastora colaboran los sábados y domingos en las tareas habituales del servicio: colocan las mesas, reparten raciones, recogen, limpian y friegan. Daniel Dosantos, Mario Nóvoa, Jaime Sotelo y Yago Suárez estudian 1º de Bachillerato en Maristas, y este curso ya han acudido dos sábados al comedor. Ninguno dudó en hacerse voluntario cuando los profesores se lo propusieron. “Venir aquí, poder ayudar a las personas y ver otro tipo de realidades me parece algo bueno”, explica Daniel. “A mí me motivaron mucho los profesores, yo soy nuevo en el colegio, y desde el principio me explicaron que la solidaridad es muy importante”, comenta Yago. “Estar aquí ayudando, aunque sea un ratito, está muy bien”, asegura Mario.

Su voluntariado arranca pasadas las doce del mediodía, cuando la comida ya está lista. “Ayudamos a poner las mesas, los platos, los cubiertos y las servilletas, y luego ya nos encargamos de servir, de recoger los platos, de separar los restos...”, detalla Jaime. “Va todo sobre ruedas, te dicen lo que necesitan que hagas y ya está”, apunta Yago, que reconoce la satisfacción personal con la que vuelve a casa después de colaborar en el comedor. Los cuatro jóvenes ponen en valor la posibilidad que les brinda el voluntariado de conocer otras realidades de cerca, sin estereotipos. “En tu día a día nunca llegas a ver otro tipo de situaciones económicas, y cuando vienes aquí conoces a las personas que tienen que venir a comer, ves su realidad, ves que es gente normal... Yo recomendaría venir a todo el mundo para recapacitar y reflexionar cómo deberías mirar la vida”, comparte Jaime. “Yo creo que los pintan muchísimo peor de lo que son, aquí nadie te levanta la voz, te tratan con educación”, opina Yago. “Venir aquí te ayuda a valorar mucho más lo que tienes”, añade Daniel.

Mario Nóvoa, Daniel Dosantos, Yago Suárez y Jaime Sotelo, alumnos de Maristas voluntarios en el comedor social de Cáritas.   | // ALAN PÉREZ

Repartiendo las raciones / Alan Pérez

Los jóvenes

Los cuatro son solo una pequeña muestra de los escolares que cada fin de semana dedican parte de su tiempo libre a colaborar en el servicio de Cáritas. “En Maristas solo podemos venir en 1º de Bachillerato, y de los 80 alumnos que somos, casi todo el mundo levantó la mano y dijo que quería venir”, aseguran. De hecho, la alta demanda hace que, como máximo, puedan acudir dos veces al comedor en todo el curso. “Siempre vienen muy motivados, y el voluntariado siempre tiene mucho éxito en el colegio”, señala Sandra Salgado, profesora de Infantil de Maristas y una de las docentes encargadas de acompañar a los estudiantes.

La colaboración entre centros educativos y Cáritas se puso en marcha hace casi una década, y desde la entidad social ponen en valor la “gran colaboración” de los jóvenes. “Nosotros estamos encantados, la verdad, son niños que se implican, que trabajan, siempre muy educados, muy dispuestos... No tienen nada que ver con la imagen de la juventud que a veces nos llega”, explica Marta Dasilva, una de las encargadas del comedor social los fines de semana. “Este voluntariado les ayuda no solo a ver otras realidades, sino también a hacer las tareas que aquí se llevan a cabo, que no les viene mal”, apunta.

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