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Una diócesis sin vocaciones y Oficiando misa hasta los 90 años

Al cielo con las botas puestas

Decenas de curas ya jubilados siguen atendiendo sus parroquias a sus 80 y 90 años por falta de relevo sacerdotal

"Claro que estoy mayor, pero, ¿cómo le voy a decir al obispo que estoy activo para ir de caza, por ejemplo, y que ya no valgo para atender mi parroquia? No puede ser, hay que seguir hasta el final", bromeaba hace unos días el padre Carlos Gabriel Babarro, párroco de Siabal, de 89 años de edad, mientras se recuperaba en el hospital de una dolencia que le impidió oficiar las bodas de oro de un matrimonio, al que él mismo había casado como sacerdote 50 años atrás.

Es solo un ejemplo de la realidad de una diócesis, cuyo Obispado es especialista en hacer números, y sus sacerdotes, expertos en prorrogar la fecha oficial de su jubilación como civiles, para seguir "ejerciendo" en los púlpitos hasta 25 y 30 años más. Ellos son "la resistencia".

"Mire, esto es una vocación. Si vuelvo a nacer y me dan a elegir, volvería a hacer lo mismo, a ser sacerdote, así que aunque sea ya un viejecito, sigo en esto porque me gusta" explica el párroco de San Eusebio de A Peroxa, y de varias parroquias más. Tiene 82 años, en diciembre se cumplirán 60 de su ordenación como sacerdote y su memoria es más fidedigna en fechas, datos y cifras que la propia Wikipedia.

Solo con el afán de continuidad de estos curas octogenarios y nonagenarios de Ourense, donde solo ha habido solo dos ordenaciones sacerdotales este año, frente a los casi 40 sacerdotes que había hace unas décadas formándose en el Seminario Mayor, puede conseguir la Iglesia que no se le hunda del todo el barco de la fe y evitar la clausura de parroquias (735 en total en la diócesis), al igual que muchas grandes empresas empezaron a cerrar sus sucursales en pueblos y en provincias.

La realidad es clara, y en la actualidad hay 302 sacerdotes, de los que solo se encuentran disponibles 198 para atender estas parroquias de la diócesis. El suma y sigue que maneja el Obispado, tiene en la lista a varios sacerdotes con hasta doce parroquias a su cargo, labor para la que suele reservarse siempre a los más jóvenes.

Edad media, 65 años

Además la edad media del clero ourensano supera los 65 años de edad, con lo que de no ser por párrocos como ellos, la situación sería aún más compleja.

La Vicaría de Pastoral, que lleva el sacerdote Francisco Pernas de Dios, se tienen los cálculos muy claros. A esa mermada lista de sacerdotes que obliga a prolongar la edad real de jubilación hay que sumarle de 1.000 catequistas, 130 misioneros, 26 centros educativos religiosos que hay que atender, cinco monasterios y un patrimonio de más de 3.300 voluntarios imprescindible.

Los seglares y religiosos son fundamentales para paliar ese déficit vocacional. ¿Qué pasa con las vocaciones?. "No solo son los jóvenes los que no quieren , es que algunos padres no los animan porque piensan que si uno tiene un hijo y se le mete cura, lo pierden, cuando en realidad no hay nadie que atienda mejor a sus padres cuando están enfermos que un sacerdote", considera el padre Rafael Nogueiras, párroco de San Eusebio de A Peroxa, 82 años, y otro ejemplo de esta especie de "resistencia" sacerdotal a dejar los hábitos para paliar las crisis de una diócesis en la que el ritmo de las jubilaciones triplica el de nuevas vocaciones.

La creación de las Unidades de Atencion Parroquial, que implica a uno o tres sacerdotes en la atención de las parroquias de toda un área pastoral ha sido otro intento, que no ha podido evitar la supresión de misa en algunas parroquias del rural, que es donde se centra el problema. "Piense que si no hay jóvenes en un pueblo, no hay coches para llevar a misa a los abuelos. Es decir que en algún caso, hay pocos vecinos y encima sin medios de transporte", explica el párroco de A Peroxa.

Para el Obispado los laicos deben implicarse cada día más porque, una parroquia, no es solo una iglesia y una determinada fe a difundir. Allí están también los cementerios explica, tema especialmente sacro para todo parroquiano, y hay que atenderlos. Pero los "abuelos" de la Iglesia parecen empecinados en continuar. Son toda una replica de los abuelos de la sociedad laica, tirando de hijos y nietos en época de crisis.

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