De felonía en felonía. El burlador burlado

Francisco Hernández Vallejo

La Historia de España es pródiga en figuras relevantes y, en el lado opuesto, reyes, validos, políticos y administradores públicos que han deambulado entre la ineptitud y la felonía.

Es de sobra conocida la figura del Rey “felón”, encarnada en Fernando VII, por otros llamado “El deseado”, tras la invasión Napoleónica. Monarca absolutista que tras la promulgación el día 19 de marzo de 1812 de la Constitución de Cádiz, que recortaba el poder Real, declaró de forma solemne: “Caminemos y, yo el primero, por la senda constitucional”.

Poco duró aquella Constitución, que entre otras cosas, acababa con el feudalismo y la Inquisición. Con fecha de 7 de abril de 1823, el Ejército francés al mando del duque de Angulema, invadía territorio español con el fin de restablecer al Rey en el absolutismo y expulsar a los liberales.

Poco le importó al desalmado monarca ensangrentar España para recuperar el poder.

Es triste comprobar que ocupar o mantenerse en el poder sigue siendo un caramelo apetitoso para personajes, que no reparan en escrúpulo alguno para perseguir en esencia su único y exclusivo fin; el presidente Sánchez encarna sin duda alguna ese nefando perfil y a los hechos me remito.

Entrar de nuevo en el debate de los cambios de opinión, que es una forma como otra cualquiera de travestir la mentira, no lleva a parte alguna ya. Hay una controversia ya reiterada, origen de intensos intercambios mediáticos. El asunto de fondo pasa de una “felonía flagrante”, cuyo resultado (de momento) tendrá un largo recorrido, a la inmediata respuesta de Puigdemont.

"Es triste comprobar que ocupar o mantenerse en el poder sigue siendo un caramelo apetitoso para personajes"

Aquí debemos centrar parte del encabezamiento del artículo. Sabemos que Sánchez es un encajador nato. No sabemos si en las ocultas negociaciones con el inquilino de Waterloo, el presidente era consciente que el fugado iba a reiterarse en sus posiciones de volver a delinquir, salvo que Sánchez haya previsto legalizar la sedición o eliminarla del Código Penal.

Si tenía garantías de un replanteamiento que respetara la Constitución, nos encontramos con que el burlador de su propio electorado y de los españoles por ende, ha sido burlado junto con su Gobierno por el hasta ahora delincuente. Imagino la cara que le ha debido quedar a sus señorías, cuando además y, para mayor escarnio, Puigdemont será el candidato de su partido para, según él, “terminar el trabajo”, con el agravante de que tanto ERC como Junts han impedido la presentación de los Presupuestos Generales del Estado, herramienta está, que también hasta la fecha era decisiva para Sánchez de cara a gobernar.

El engaño, la felonía, la invasión de la Justicia, la manipulación de la propia opinión, el poner en grave peligro la integridad territorial, no han sido obstáculo para nuestro presidente, para seguir atrincherado en la Moncloa. Decía un socialista, Sr. Emiliano Page, que el ridículo es insólito en los años de democracia. El PSOE no puede seguir tolerando las veleidades del presidente, pero el PSOE importa muy poco al presidente.