Opinión

Nando Salvà

El cineasta Sean Baker se hace grande en Cannes

El estadounidense se alza con la Palma de Oro del festival con ‘Anora’, la historia de una joven ‘stripper’ | Su colega Mohammad Rasoulof se lleva el Premio Especial del Jurado

Hasta ahora, Sean Baker era uno de los mejores cineastas que nadie conoce. Por supuesto, esa es una afirmación inexacta; después de todo, una de sus películas, The Florida Project (2017), le proporcionó a Willem Dafoe una nominación al Oscar. Se trata de una forma exagerada de decir que, a lo largo de su carrera, el director estadounidense no ha recibido un nivel de reconocimiento a la altura del de su talento.

Ya había dirigido cuatro largometrajes que pasaron mayormente desapercibidos cuando empezó a dar que hablar entre la cinefilia gracias a Tangerine (2015), y su penúltima película, la estupenda Red Rocket (2021), recibió mucha menos atención de la merecida. Pero todo eso cambió anoche.

Gracias a la Palma de Oro que el Festival de Cannes le ha entregado –concretamente se la ha dado George Lucas, que minutos antes había recibido un premio honorífico de manos de su amigo Francis Ford Coppola–, Baker ya tiene el título oficial que lo acredita como uno de los grandes. Y lo ha logrado gracias a otra película estupenda, Anora, en la que el relato del accidentado proceso de educación sentimental de una joven stripper le sirve para exhibir tanto su habilidad única en el manejo de diferentes formas de comedia –la de enredo, la romántica, la física, la basada en la orquestación del caos– como su excepcional humanismo.

Ahora quédense con este nombre: Payal Kapadia. Y si no lo retienen ahora no pasa nada, porque lo irán oyendo muchas veces a partir de ahora. La directora india tiene dos largometrajes y dos premios importantes en Cannes: en 2021 obtuvo aquí el Ojo de Oro al Mejor Documental gracias a su primera película, A Night Of Knowing Nothing (2021), y anoche ganaba el Gran Premio del Jurado con la segunda, All We Imagine As Light.

En ella, se sirve del retrato de tres mujeres que trabajan en el mismo hospital de Mumbai para explorar los deseos femeninos –deseo sexual, deseo emocional,deseo político– y hablar de la dificultad que abandonar lugares y personas conlleva, y apabulla por la sensualidad y el lirismo que derrocha a hacerlo. Payal Kapadia, decimos.

Melodrama musical

El tercer gran triunfador de la noche, sin duda, es Jacques Audiard. Su nueva película, el intrepidísimo melodrama musical Emilia Pérez –que cuenta, ojo, la historia de un capo narcotraficante reconvertido en heroína popular tras someterse a una operación de cambio de sexo–, no solo ha sido recompensada con el Premio del Jurado, nada menos que el cuarto galardón importante que el francés recibe en este festival –en 2015, recordemos, ganó la Palma de Oro gracias a Dheepan–; asimismo, el Premio a la Mejor Interpretación Femenina ha ido a parar ex aequo a sus cuatro actrices protagonistas, Zoe Saldana, Selena Gomez, Adriana Paz y, en la piel del personaje titular, la española Karla Sofía Gascón. “Quiero dedicar parte de este premio a todos esos actores y actrices que nos partimos todos los días llamando a las puertas y no se abren.... Y, cómo no, a todas las personas trans que estamos sufriendo todo el puto día (sic) que nos odien y nos denigren”.

Poco o nada discutible ha resultado ser también el resto del palmarés anunciado esta noche. El portugués Miguel Gomes ha obtenido el premio a la Mejor Dirección por la lección de sofisticación narrativa que ofrece en Grand Tour, Jesse Plemons ha ganado el trofeo a la Mejor Interpretación Masculina en recompensa a las tres –sí, tres– interpretaciones mayúsculas que ofrece en Kinds of Kindness, y otorgar a Coralie Fargeat el premio al Mejor Guion por The Substance supone ofrecer un reconocimiento del todo merecido a la película que más asombro y más incredulidad ha provocado aquí este año; y tampoco pueden ponérsele pegas al galardón especial que el jurado se ha sacado de la manga específicamente para premiar la película iraní The Seed of the Sacred Deer, de Mohammad Rasoulof. Considerando que el director se ha convertido en fugitivo de la justicia de su país para poder presentarla en Cannes –fue condenado a ocho años de prisión el pasado 9 de mayo, y días después huyó del país–, dejarlo con las manos vacías habría sido una canallada.