Crónica Política

Ir contra el viento

Javier Sánchez de Dios

Javier Sánchez de Dios

Una de las mas importantes agrupaciones de pescadores de Galicia ha manifestado una vez más su oposición plena a las plataformas eólicas marinas. Argumentan, entre otros motivos, que las aceptarían “si no dañasen la fauna marina”, un motivo que no es la primera vez que exponen. Ahora, reclaman de los organismos pertinentes no solo que intervengan sino que exijan que las previsiones se trasladen de ubicación hasta donde se asegure que no producirán daños al oficio. De momento, no hay respuesta concreta, aunque si indicios de que cuando exista no será demasiado receptiva a las demandas de aquella organización.

Sin embargo, adaptando y traduciendo lo que dice el clásico, “lo que ha de ser, será”. O sea que es necesario que la sociedad en su conjunto entienda sobre todo y ante todo que las plataformas eólicas marinas tienen, efectivamente, que ubicarse donde más capacidad tengan para producir energía renovable. A la vez los pescadores tienen al menos el mismo grado de derecho a que se tenga especial cuidado en la protección de las áreas donde trabajan. Y ambas posiciones son compatibles a poco que se medite: el pescado es un alimento imprescindible y la energía también.

También lo es la energía renovable. Desde un punto de vista personal Galicia no se puede permitir el lujo de prescindir de las eólicas, del mismo modo que no puede renunciar a su más importante elemento de relación con el mar. Y si son bienes compatibles es obvio que deben ser objeto de una negociación seria y completa para ubicar unas respetando otras, cuando hablamos de plataformas y de áreas pesqueras. Hay algo, por no decir bastante, de política –con minúsculas– en lo que sin duda será otra de las polémicas que dividan a este Reino.

De ahí que resulte tan importante un entendimiento entre todas las partes. Contando a la vez con la propia sociedad, que de ningún modo puede renunciar a los bienes que obtienen ambos sectores. Los últimos datos ubicados por FARO de VIGO, advierten de los riesgos esta vez económicos que corren los habitantes de este país: en el ultimo año ha descendido alrededor de un veinte por ciento la venta de pescado fresco y también una cantidad parecida de consumo de electricidad. En ambos casos, las pérdidas de cofradías y de empresas pueden seguir creciendo lo que sería nefasto.

Es obligación de los gobiernos tener en cuenta todo aquello que pueda perjudicar a los ciudadanos, especialmente de la Xunta que tiene un amplio abanico de competencias, pero también del central que posee las que no tiene el Ejecutivo autonómico. En cualquier caso, ambos los dos han de entender que esta es una cuestión “de Estado”, a pesar de que Galicia no lo sea. De paso habrán de ponerse de acuerdo para defender en Bruselas lo que no es sino una tarea común. Tarea muy difícil, sin la menor duda, a la que no pueden renunciar ni una ni otro: gallegos y gallegas nunca lo perdonarían porque el mar, como la luz eléctrica, son imprescindibles para la vida que todos quieren tener, que es la vida moderna. Decepcionarlos sería una temeridad, o mas exactamente un grave error: ir contra el viento no es recomendable.