"Mi perro murió 12 horas después de beber en el Orxas"

Dolido en el alma porque su perro Gotham murió, pero sobre todo alarmado y muy preocupado por que el agua del río Orxas la pueda beber un niño que esté en la playa y le ocurra como a su animal. El vecino de Aldán Ramón Marcelino Canosa paseaba el domingo por San Cibrán, en Aldán, con una hija y sus dos perros –uno de ellos el fallecido, un rottweiler de 6 años de edad–, cuando el animal se acercó hasta el río, en su desembocadura en la playa y bebió su agua, como todo animal que se acerca a un riachuelo de agua dulce. Nada hacía presagiar el fatal desenlace del animal, aunque el mal olor que había a mediodía en la desembocadura ya alertaba, como dice Ramón Marcelino Canosa, de un fuerte vertido de fecales, que se suelen repetir con mucha frecuencia en estas aguas, sin que el arenal se cierre al baño, ni se adopten medidas.

Por la tarde, el perro de Ramón Marcelino empezó a jadear y a convulsionar. La familia lo llevó de inmediato a una clínica veterinaria en Marín, en donde murió 12 horas después. Cuando le pusieron el termómetro tenía 45 grados de temperatura y el diagnóstico era de intoxicación muy grande. Ramón Marcelino asegura que descartaron el envenenamiento y asegura que todo apunta al río, que es una “asquerosidad. El río está seco y con la marea baja sólo lleva fecales”.

Gotham quedó ingresado en la clínica y ayer por la mañana su dueño acudió a primera hora. Al poco tiempo el animal ya falleció. “Mi perro murió por culpa del río. ¿Qué pasa si bebe el agua un niño?”, se pregunta alarmado. Lo cierto es que la playa de San Cibrán, entre la desembocadura del Orxas y la lonja de Aldán, es muy frecuentada por familias con niños ya que se trata de un arenal de aguas tranquilas, nada profundas, pero que ahora se ve que pueden llegar a ser muy peligrosas, si se confirma realmente, como todo apunta, a que el perro rottweiler murió por haberlas bebido.

Ramón Marcelino asegura que esa misma mañana, sobre las 14:00 horas, acudió a la panadería, una vez que acabaron de pasear, y el olor del río era tan “asqueroso” , bajaba “blanquecino”, que mandó wasaps alertando de ello a los concejales del PP, Pío Millán; y del PSOE, Eugenio González, en la corporación municipal de Cangas.

En Aldán los vecinos están cansados de que los vertidos se sucedan y que tanto desde el Concello, como desde Augas de Galicia o desde el Seprona de la Guardia Civil no se ponga fin a esta situación. Por esta razón, Ramón Marcelino optó ayer, tras el fallecimiento de su perro, por poner lo ocurrido en conocimiento de la Fiscalía de Pontevedra. Asegura que presentó un escrito como queja de un ciudadano con el fin de que le den curso o, si no es el lugar adecuado, le indiquen a donde se debe de dirigir: “Hay que evitar lo que le ha ocurrido a mi perro. Porque si le ocurre a un niño se lo lleva por delante”.

No entiende que desde las administraciones se multe a las empresas por cualquier tipo de vertido, por muy pequeño que sea, o a personas por tener a los animales con cadenas, y se consienta este vertido constante de fecales, en una zona en donde además la Cofradía de Pescadores marisquea.

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