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Hosteleros afrontan la separativa de biorresiduos con falta de información y problemas de espacio

La Mancomunidade espera poder repartir los contenedores marrones e iniciar el servicio de recogida “Puerta a puerta” la próxima semana EBuena parte de estos residuos se los llevan particulares para compost y gallineros

Un trabajador del restaurante Martinnus, en Cangas, muestra el contenedor amarillo. | // SANTOS ÁLVAREZ

La hostelería y los negocios en general están obligados desde ayer a la separación de sus residuos orgánicos o biorresiduos (restos de comidas o vegetales), según la Ley estatal 7/2022 de Residuos y Suelos Contaminantes para una Economía Circular, en la que insistió este miércoles el vicepresidente de la Diputación, César Mosquera. Se busca evitar que los restos de comida acaben en un vertedero o en la incineración. Esta entrada en vigor llega a los locales de hostelería de O Morrazo en plena campaña de verano, con falta de información, como se queja el sector al menos en Cangas, y vislumbrando problemas de espacio, ya que tendrán que hacer hueco en sus cocinas para un nuevo contenedor, el marrón, junto a los que ya tienen: amarillo (envase y plásticos) y verde (cristales).

Hosteleros consultados en Cangas aseguraban ayer desconocer la nueva normativa, que ellos no recibieron información, aunque sí es cierto que la Mancomunidade do Morrazo ha estado organizando reuniones en cada uno de los tres concellos para poner en marcha un nuevo servicio de “Puerta a puerta” con el reparto de contenedores marrones para favorecer esta separación de residuos y cumplir con la ley. Por el momento, ese servicio no se ha puesto en marcha ni se han repartido los contenedores como tampoco se ha informado de los horarios de recogida, pero es algo que se espera hacer la próxima semana y que se adhieran más locales de los solo 15 anotados. Mientras tanto, los hosteleros tendrían que llevar sus biorresiduos a los composteros colectivos.

Romina Iglesias, del Bar Atria de Moaña Fdv

Romina Iglesias, Café Bar Atria (Moaña): “Hay clientes que se llevan los posos de café para las plantas”

El presidente de la Asociación de Restauradores de Cangas (Areca), Gustavo Soliño, reconoce que hubo un problema de comunicación con respecto a aquella reunión, estaban en un momento de mucho trabajo con la organización de la Feira da Tapa y el puente de las Letras Galegas, y el correo que enviaron entró en Spam y no se pudo convocar. Añade que hace unos días volvieron a llamarle desde la Mancomunidade y le remitieron un nuevo correo, que espera poder atender una vez que pase la Feira da Tapa.

En un local de hostelería de Cangas aseguran que ellos recibieron de Ecoembes hace unos dos años los contenedores amarillo y verde pero no pueden verter los restos de botellas que acumulan ya que cambiaron los contenedores, al menos en la alameda histórica, y no tiene el mecanismo que permite subir el contenedor cargado de cristal. En otro establecimiento aseguraban que efectivamente habían recibido estos días un correo de la Mancomunidad, pero no lo habían podido abrir.

En Moaña la técnica compostera inició, hace 15 días, un recorrido por los bares, cafeterías y restaurantes explicando las nuevas medidas que entraban ayer en vigor. Restan por informar establecimientos de Domaio. La mayoría de los consultados desvelan que la exigencia de separar los biorresiduos no le suponen un gran problema, pues señalan que ya se los suelen llevar trabajadores o clientes para alimentar a las gallinas y otros animales de granja. En la Cafetería Atria, Romina Iglesias explica que incluso los posos del café, unos residuos que muchos sí deberán a empezar a separar, “se los lleva un cliente para usarlos como abono en el sustrato de las plantas. El personal también suele llevarse los restos de las tapas, por ejemplo, para las gallinas y las mascotas. Casi no tiramos nada orgánico”, apunta.

Rosana Molanes, del Bar El Palito de Moaña. Fdv

Rosana Molanes, Bar El Palito (Moaña): “Los restos orgánicos siempre se los llevó mi madre para compostar”

En el Bar El Palito ocurre lo mismo. Rosana Molanes explica que “se lleva mi madre los residuos orgánicos porque hace compost en su casa. Es algo que hacemos desde siempre por lo que no es novedad para nosotros esta norma”. Desde la cafetería As Barxas, con cerca de 50 años de trayectoria, se muestran favorables a la medida. “El reciclaje de los orgánicos implica un cambio para muchos, pero siempre estamos aprendiendo y adquiriendo nuevos hábitos”, apunta Juan José Fervenza. Señala que en su establecimiento “hay poco residuo orgánico. Restos de los bocadillos y poco más”. Los posos de café los llevan al compostero comunitario que tienen más cerca.

Precisamente la técnica compostera explica que la recogida puerta a puerta en el municipio se centrará sobre todo en los barrios y parroquias sin composteros comunitarios cerca y destaca la implicación de la hostelería con estos centros de tratamiento de residuos orgánicos, con incrementos de aportes de fruterías en Concepción Arenal. El porcentaje de residuos totales que se recicla en Moaña ronda ya el 20%, aunque el objetivo es llegar al 55% en el año 2025.

Carlos Novas, del Restaurante Nordés, en Bueu SANTOS ALVAREZ

Carlos Novas, Restaurante Nordés (Bueu): "Esto no debería ser una obligación, es una necesidad para dejar un mundo mejor"

En Bueu también es habitual que las sobras y los considerados como residuos orgánicos acaben en corrales o como comida para animales de compañía, lo que constituye el mejor paradigma de reciclaje y reutilización. “Esto no es algo nuevo para nosotros, es algo que llevamos haciendo toda la vida”, explica uno de los responsables del conocido Restaurante Loureiro, Manuel Martínez. Algunos clientes pedían el pan, otros los restos de carne... El nuevo sistema puerta puerta de la Mancomunidade, al que ya se han adherido, permitirá dar un mejor tratamiento a otros residuos que por su volumen acababan en el contenedor verde o de fracción resto. Son sobre todo los restos de los banquetes, en los que abundan mariscos y arroces. “Lo más importante de los contenedores que nos entreguen no es que sean grandes, sino que sean fácilmente maniobrables y manipulables”, explican desde el Loureiro, que aunque ven con buenos ojos la obligación del compostaje creen “un poco excesivas las multas” que prevé la ley.

Una empleada en el restaurante Loureiro separa orgánicos. | // S.Á.

Desde otro establecimiento de Bueu, el Restaurante Nordés, su propietario está especialmente concienciado sobre la necesidad de tratar correctamente los biorresiduos. “Hace ya 15 años yo estuve trabajando en Euskadi y en aquel entonces allí ya hacían lo que vamos a empezar aquí ahora”, cuenta el restaurador Carlos Novas. Este hostelero asume que en los primeros meses habrá problemas e inconvenientes en la recogida, pero también defiende que “la única manera de resolverlos y mejorar es poner el sistema en marcha; esto no debería ser una obligación, es una verdadera necesidad si queremos dejarle un mundo mejor a nuestros hijos”.

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